Javier Padrón
¿Qué le espera a San Luis Potosí con la Cuarta Transformación? ¿Habrá una mejor justicia, menos pobreza y desigualdad, gobiernos eficientes y honestos? ¿Se va a erradicar la corrupción de raíz? ¿Se acabarán los cacicazgos prianistas que tienen sumido a la entidad en los últimos lugares del país en todos los rubros? ¿El crimen organizado se volverá una empresa legal y pacífica por la legalización de la marihuana y la amnistía a los malosos?
A diferencia de entidades gobernadas por el PAN que mantienen una postura beligerante ante el Presidente Andrés Manuel López Obrador, asumiendo de manera lógica su posición de opositor, el gobernador priista Juan Manuel Carreras se ha alineado sin reservas a la #4T, AMLO lo ensalzó como un “gran conciliador” (mientras atrás el fraccionador Carlos López Medina se frotaba las manos).
Con esta aparente buena relación entre el gobernador Carreras y el nuevo gobierno federal emanado de Morena, el escenario se avizora favorable al menos en el arranque, los problemas se podrían generar en las supra facultades que tendrán los delegados de la #4T en materia de seguridad pública y sobre todo en las políticas sociales, en el reparto de becas, despensas, obras…
Como la visión de AMLO es que la corrupción es la esencia de los gobiernos estatales y municipales, los delegados concentrarán la toma de decisiones sin la garantía de que sean las correctas y no pretendan también crear clientelas electorales a través de los programas sociales, que tanto ofenden a las cúpulas empresariales que consideran que solo ellas tienen derecho a recibir subsidios y perdones fiscales.
Para el caso potosino, el optimismo se desvanece de manera significativa por la designación de dos delegados de AMLO que inspiran desconfianza, incertidumbre y diversos riesgos que podrían conducir a la #4T al fracaso.
En el caso del principal delegado, Gabino Morales, representante “plenipotenciario” del gobierno federal, no tiene otro mérito más que la simpatía de AMLO, quien lo considera honesto y de buena voluntad, lo defendió en la Plaza de Fundadores ante los disidentes que le manifestaron su repudio (se dijo que detrás de las protestas estaría el senador de Morena, Primo Dothé Mata, hijo político de Horacio Sánchez Unzueta).
La dimensión de los desafíos de la nueva administración federal podría rebasar muy pronto la incierta capacidad de Gabino Morales, además enfrenta un juicio de expulsión de Morena por misoginia y violencia política de género contra una joven militante.
El otro delegado, el notario público Leonel Serrato, que meterá su cuchara en los municipios de la capital, gobernada por el nieto del doctor Nava, y Soledad de los Ranchos, reducto de la gallardía, es un oportunista político, un camaleón que de navista radical se volvió un cordero priista de la mano de Horacio Sánchez Unzueta; fue funcionario torancista y de pronto apareció como ferviente seguidor de AMLO.
Con más recursos políticos, trato íntimo con la “mafia del poder” y verbosidad que Gabino, ambos tienen en común la misoginia que no encaja en el discurso de la #4T. A Leonel se le da fácil la ofensa, hasta ahora no se ha disculpado por la expresión contra una diputada priista que lo pintó tal cual es y se ganó el hastag de “Lord Vagina”.
Otra razón para no entregarse al optimismo con Morena como fuerza política dominante, nos la da la bancada local encabezada por el joven Edson Quintanar (obediente a los dictados del senador horacista Dothé). Los diputados de Morena hicieron trizas las expectativas que se generaron para olvidarnos de la pasada legislatura, hoy disfrutan de los mismos sueldos, aguinaldos y prebendas sin realizar un trabajo extraordinario y diferente; son más de lo mismo.
Ya veremos dentro de tres años si la #4T logró sus objetivos y Morena mantiene en el estado un nivel alto de las preferencias electorales a su favor, si su candidato a gobernador será el (ex) priista Juan Ramiro Robledo, con Alejandro Leal Tovías como su coordinador de su campaña; o Leonel, Dothé, Esteban Moctezuma… el viejo PRI “morenizado”.