Para realizar una figura religiosa con la técnica ancestral de pasta de caña de maíz, los artesanos requieren meses de trabajo, por lo que son pocas las personas que la practican; tal es el caso de la familia Gaspar Ortega, que en 2012 elaboró por encargo un nacimiento que se obsequió a El Vaticano.
En el taller de 40 años de trayectoria, ubicado en la Casa de los 11 Patios, en Pátzcuaro, la hija del artesano Mario Agustín Gaspar, Erandi Gaspar Ortega, detalla este lento proceso, en el que por cada pieza se tardan un mínimo de seis meses, y hasta un año o año y medio.
Recolectamos el maíz o rastrojo. Le quitamos la corteza, porque no toda la caña nos sirve. Después, lo humedecemos, agarramos varios bloques, seleccionamos su tamaño y lo metemos en baba de nopal que molemos con plantas venenosas”, comenta.
Dichas plantas son usadas en la mezcla para que las piezas no se apolillen, explica, ya que fungen como insecticida natural. Y se vierte en unas tinas, donde se introducen los rollos de caña, que después se dejan secar durante cuatro meses.
Ya teniendo la pieza, empezamos a tallar con una navaja,y ocupamos muchas lijas para realizar los detalles. Todo el polvo que sale nos sirve, porque se muele, se mezcla y sale una pasta de caña de maíz para recubrir toda la pieza o confeccionar la nariz, los parpados, los labios y el cabello”, agrega.
Una vez que la pieza está terminada, se le aplica una tierra blanca mezclada con cola de conejo, que se obtiene de la piel de estos animales; ésta se pone a pudrir en agua que cambian a diario, hasta que la piel suelta el pelo y se torna transparente, obteniendo así una especie de grenetina. “Ya que está blanca la pieza, con esa mezcla, está lista para ser pintada”.
Erandi destaca que la técnica para hacer estas esculturas se perdió durante muchos años; pero sus padres, junto con otros artesanos, elaboraron un proyecto para su rescate, apoyados por la Universidad Michoacana.
Una vez definida la técnica, se impartieron talleres que tomaron personas de diversos lugares; sin embargo, no todos continuaron con la técnica. Erandi advierte que no es algo que permita a las familias subsistir, debido al tiempo de elaboración y a que son caras, por lo que no se venden fácil.
La joven recuerda que, en 2012, el Gobierno del Estado solicitó a su padre elaborar en un año un nacimiento que serviría de obsequio para El Vaticano, en Roma, con motivo de la Navidad mexicana.
Para elaborar el nacimiento de siete piezas, cada una de 1.2 metros, tuvieron que cerrar el taller y toda la familia dedicarse a hacer las piezas.
La artesana dice que este 2018, el Colegio Mexicano ubicado en Roma les pidió hacer otro Cristo de caña de maíz para su capilla, que al parecer cumplía 100 años.
Con información de Excélsior.