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Julio Cortazár: A 35 años de su muerte; sigue el legado del amor y el jazz

Julio Cortázar, el escritor argentino que hizo vibrar al mundo con novelas como Rayuela y con innumerables relatos cortos en los que el tiempo parece ser más flexible que de costumbre, falleció un día como hoy: el 12 de febrero de 1984. Recordémoslo citando algunas de sus mejores frases.

Aunque nació en Bélgica y murió en Francia, siempre se reconoció como argentino e incluso rindió homenaje su peculiar modo de hablar el español en muchos de sus relatos.

Sobre el amor

Uno de sus biógrafos dice que, debido a una enfermedad, Julio Cortázar tuvo que tomar tratamientos a base de testosterona ya entrado en la sexta década de su vida. Ello le provocó un gran incremento del apetito sexual: algo que normalmente le sucede a los hombres en la segunda década de su vida.

Pero, a pesar de haber descubierto la pasión del sexo de modo tardío, las relaciones eróticas siempre estuvieron presentes en su prosa y su poesía…

“¿Qué quieres? El amor pide calle, pide viento, no sabe morir en la soledad.”

“Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.”

“Me basta mirarte para saber que con vos me voy a empapar el alma.”

“Ven a dormir conmigo: no haremos el amor, él nos hará.”

“Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma.”

“Lo que me gusta de tu cuerpo es el sexo. Lo que me gusta de tu sexo es la boca. Lo que me gusta de tu boca es la lengua. Lo que me gusta de tu lengua es la palabra.”

“Por eso no seremos nunca la pareja perfecta, la tarjeta postal, si no somos capaces de aceptar que sólo en la aritmética el dos nace del uno más el uno.”

Y también en la larguísima declaración de amor que da inicio a la inmortal Rayuela:

“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja…”

Y como también de desamor se escribe…

“Me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado.”

“Oh mi amor, te extraño, me dolés en la piel, en la garganta, cada vez que respiro es como si el vacío me entrara en el pecho donde ya no estás”. “Parece una broma, pero somos inmortales.”

Sobre la vida

Un lector ávido, un traductor infatigable, un hombre que pasea por el mundo y los desmenuza con brillantez e inteligencia: así era Julio Cortázar. Por ello algunas de sus frases son como sentencias de vida:

“¿Hasta cuándo vamos a seguir creyendo que la felicidad no es más que uno de los juegos de la ilusión?”

“Cada vez sospecho más que estar de acuerdo es la peor de las ilusiones.”

“¡Cómo cansa ser todo el tiempo uno mismo!”

“En realidad las cosas verdaderamente difíciles son todo lo que la gente cree poder hacer a cada momento.”

“Era el sufrimiento gozoso, como la picazón bien rascada: sangra pero te gusta a la vez.”

“La explicación es un error bien vestido.”

“La vida, como un comentario de otra cosa que no alcanzamos, y que está ahí al alcance del salto que no damos.”

“La idiotez de decir: dispongo de poco tiempo. Cuando es el tiempo el que dispone poco o mucho de ti.”

“Y no te olvides; sólo una cosa es necesaria: todo.”

“Todo dura siempre un poco más de lo que debería.”

Finalmente, están las frases que Cortázar dedicó a otra de sus grandes pasiones: la música de jazz. Y es que el argentino gastó muchas de sus letras dando vueltas a la síncopa y al pentagrama, desde luego en Rayuela, pero también en cuentos como ‘El perseguidor’ o en los breves ensayos que conforman los dos volúmenes de Último round.

Sobre jazz

“Descubrí la música en Buenos Aires a la edad de diez años, más o menos, en 1924. Yo no podía entender las palabras, pero alguien cantaba en inglés y era algo mágico para mí. Tendría catorce años cuando oí a Jelly Roll Morton y luego a Red Nichols. Pero al oír al Louis Amstrong, noté la diferencia.”

“El jazz me enseñó cierta sensibilidad del swing, de ritmo en mi estilo de escribir. Para mí las frases tienen un swing como lo tienen los finales de mis cuentos.”

“[El jazz es] como un árbol que abre sus ramas a derecha, a izquierda, hacia arriba, hacia abajo, permitiendo todos los estilos, ofreciendo todas las posibilidades.”

“Siempre que hablo de jazz, me sale una voz pareja.”

 

 

 

 

 

Con información de Milenio.

 

 

 

 

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