Javier Padrón
Germán Larrea Mota Velasco es uno de los hombres más ricos del país, el segundo en el top ten de la revista Forbes, cabeza del Grupo México, una de sus minas, la ubicada en Pasta de Conchos, Coahuila, fue la tumba de 65 trabajadores en el 2006, en los años infaustos del foxismo.
Hace una década cerró su planta de cobre en Morales que durante años fue fuente de contaminación de plomo: problemas de crecimiento en infantes, alergias y más, el especialista que documentó este tema fue el doctor Fernando Díaz Barriga de la UASLP.
El Grupo México se resistió, alegaba derechos de antigüedad para que la planta siguiera trabajando rodeada de fraccionamientos, torció el brazo quizá por la baja rentabilidad y no para detener la contaminación, vio un nuevo negocio muy jugoso.
La zona es ahora un proyecto comercial y residencial en proceso, con un tren interurbano incluido, sobre 470 hectáreas; la remediación es un tabú y la inversión es de 12 mil millones de pesos, aunque Larrea vende el metro cuadrado a la mitad del precio que maneja el Chato López en el otro extremo de la zona dorada.
A pesar de su conocido antipejismo, Larrea recién obtuvo del gobierno federal —el de la 4T, faltaba más—, la extensión de operaciones por 50 años para su Refinería Electrolítica de Zinc, Cadmio (más conocida como la planta de Zinc), cuya zona de amortiguamiento es un paisaje de cientos de residencias de clase media alta, el lucro del magnate es superior a la salud y seguridad de miles de potosinos, él llegó primero volverá a decir ante los tribunales con sus abogados potosinos de renombre y exgobernadores como cabilderos.
Y no pasa nada. El gobernador Carreras y el alcalde Nava no muestran preocupación alguna por los riesgos a los que está expuesta la población, sí AMLO ya le dio el visto bueno a través de la SEMARNAT, su función es la de servir de facilitadores, como lo son del Chato López en los planes fantásticos que tiene para San Juan de Guadalupe.
El censo del bienestar
El motor del gobierno de AMLO, la política social, esa que los neoliberales llaman “populista”, en la entidad potosina no comienza con buenos augurios, el delegado Gabino Morales está en la lista nacional de los más atrasados en el levantamiento del censo (para el desinteresado otorgamiento de becas, pensiones y otros apoyos que no tienen ningún fin electoral, les creemos), es opaco, no aporta datos del avance ni precisa fecha para su conclusión, de acuerdo a una nota de El Universal del 25 de enero.
El censo en Soledad de los Ranchos lo coordina Jorge Arreola, fue una joven promesa del PRI y terminó expulsado, en Morena ha vuelto a agarrar aire; en San Luis está a cargo del irreconocible Leonel Serrato, ahora se conduce con más corrección que cuando era un simple fedatario; ambos, como los demás delegados regionales, son corresponsables de las malas cuentas que le presenta Gabino a la secretaria del Bienestar, María Luisa Albores González, mujer honesta, sensible y capaz, tal vez está impedida para apretar tuercas o atreverse a mover al delegado que tiene hasta ahora todo el respaldo de AMLO.
Si las denuncias de militantes de Morena contra Gabino son tratadas como parte de una guerra sucia alentada desde fuera por grupos de poder del prinavismo, las observaciones por el retraso y deficiencias con el que levanta el censo del bienestar son meras grillas, los datos duros no son el fuerte de Morena a la hora de debatir y tomar decisiones.
El discurso de AMLO en Cedral que refrendó a Gabino como el primer siervo del estado está en el aire, el cargo se lo disputa el mismo Leonel que tiene su lugarcito en la “mafia del poder” local; también Jean Castilla Jonguitud, el nieto del maestro Jonguitud; José Antonio Lorca Valle, el sobrino político del gobernador Carreras, puros políticos de nueva generación que se creen mejor preparados y con más derechos que el joven Gabino.