Creado para sorprender al mundo hace 60 años, el enorme Átomo se ha convertido en el símbolo y potente atractivo turístico de Bruselas, la capital de Bélgica y principal sede administrativa de la Unión Europea.
La imponente estructura metálica de 102 metros de altura levantada en 1958, fue construida expresamente para la Exposición Universal de Bruselas, la primera cita de gran envergadura después del fin de la Segunda Guerra Mundial.
En un principio estaba destinado a permanecer en pie sólo seis meses, pero su carácter único y su significado hicieron que se preservara. La intención de su creador fue la de reflejar las aspiraciones de la época como el humanismo, la paz y una mejor vida gracias al progreso científico y tecnológico.
Está compuesto por nueve esferas de acero de 18 metros de diámetro, que simbolizan las provincias belgas. Cada esfera está destinada a una actividad concreta y están conectadas entre sí por galerías con escaleras mecánicas.
Su diseño corrió a cargo del ingeniero André Waterkeyn, quien puso en pie el enorme monumento de acero y aluminio apoyado en tres grandes torres que actúan como pilares, desde las que parten las escaleras que conectan las esferas y que permiten la salida de los visitantes por la parte inferior.
Las esferas del Átomo, que tardó tres años en construirse con el apoyo de 15 mil trabajadores, están recubiertas de una capa de aluminio reflectal, que al captar la luz del sol brillan con especial fuerza y tienen 20 metros de diámetro.
El diseño original contemplaba el átomo sin soportes, pero estos tuvieron que añadirse a seis esferas para resistir los fuertes vientos de Bélgica.
De las cuatro esferas superiores solamente se puede visitar la más alta, pues es la única que cuenta con soporte vertical. En ella hay un restaurante con mirador al que se accede en ascensor.
Entre 2004 y 2006 sufrió una importante renovación dirigida por Christine Conix que le costó al Estado 27 millones de euros.
Durante la intervención, las esferas de aluminio fueron reemplazadas por otras en acero inoxidable y un restaurante panorámico se instaló en la esfera más alta, donde grandes ventanas ofrecen al visitante una vista de la capital belga.
Plantas, maquetas, pancartas y objetos de época cuentan la historia del proyecto y de su construcción, y recuerdan los pabellones más emblemáticos de la Expo 58 en una muestra permanente.
También hay exposiciones temporales; actualmente y hasta el 5 de mayo de 2019 se puede ver la exposición ID-Innovative Display, que sumerge al visitante en una sorprendente experiencia sonora y visual. Con ella se festeja el 60 aniversario de su construcción.
Con más de un millón de visitantes, en 2018 cumplió sus primeros 60 años de vida y se consolidó como la principal atracción turística y símbolo internacional de Bruselas y de Bélgica.
Con información de El Financiero.