A 100 días del comienzo de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador hay claroscuros para la economía nacional.
Las expectativas de crecimiento van a la baja, la actividad económica muestra desaceleración, la inversión privada profundiza su decadencia y algunas agencias calificadoras han cambiado a negativa la perspectiva de la calificación crediticia del país y de varias empresas públicas y privadas.
En contraste, algunas variables con tendencia positiva son la inflación, la confianza del consumidor, el paquete económico 2019, el tipo de cambio que ha recuperado parte de lo perdido en 2018 y el mercado accionario, aunque no muestra grandes avances, está prácticamente en el mismo nivel de cierre de año, en un entorno marcado por una alta incertidumbre sobre las políticas públicas, el principal riesgo para el país.
Analistas del mercado coincidieron en que acciones como la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México provocaron desconfianza en el gobierno y pese a políticas para combatir la corrupción, hay una alta probabilidad de que se presente una salida de capitales.
“En los primeros 100 días de administración hemos visto que la incertidumbre se ha incrementado, pero por el lado favorable sí se han llevado a cabo medidas para disminuir la corrupción; en conjunto, pareciera que está pesando más la desconfianza sobre México y la incertidumbre, pues se habla de la posibilidad de que sea recortada la calificación crediticia, lo que ocasionaría salida de capitales”, dijo la directora de análisis económico-financiero de Banco Base, Gabriela Siller.
De acuerdo con las cifras publicadas por el Inegi, en diciembre de 2018, primer mes de la administración de López Obrador, el Indicador Global de la Actividad Económica —una especie de producto interno bruto mensual— registró una caída de 0.4 por ciento respecto a noviembre, la más alta en ocho meses.
El Banco de México (Banxico) señaló en su último informe trimestral de inflación que en el cuarto trimestre del año pasado la economía mostró una importante desaceleración y se espera que se prolongue en los primeros meses de 2019, derivado de una moderación de la demanda interna, ya que el consumo privado mostró un desempeño más débil en bienes de origen nacional.
El Banxico redujo sus expectativas de crecimiento para la economía nacional en 2019 a un rango entre 1.1 y 2.1 por ciento.
El Fondo Monetario Internacional hizo lo mismo para dejarla en 2.1 por ciento, debido a una menor inversión privada, mientras que el Banco Mundial ajustó su pronóstico a 2 por ciento al igual que la OCDE disminuyó sus proyecciones de 2.5 a 2 por ciento.
A esto se suman los ajustes que han hecho las calificadoras a la nota y perspectiva de México, Pemex, CFE y empresas como América Móvil, Coca-Cola Femsa, el Puerto de Liverpool, siete aseguradoras, así como a 77 instituciones financieras.
Del lado positivo, la inflación ha regresado al intervalo establecido por el Banxico (3 por ciento, más/menos 1 por ciento), al ubicarse en febrero en 3.94 por ciento y las previsiones del banco central apuntan a que alcance la meta de 3 por ciento en el primer semestre de 2020.
La confianza del consumidor presentó en febrero el nivel más alto desde abril de 2001, que es la primera cifra que se tiene registrada.
En tanto, el tipo de cambio aún muestra una apreciación, tras las pérdidas registradas en 2018, al ubicarse en niveles de 19.60 pesos por dólar, luego de que en noviembre pasado alcanzó un máximo de 20.63 pesos.
El principal indicador de la Bolsa Mexicana de Valores, el S&P/BMV IPC está alrededor de los 41 mil 600 puntos, prácticamente el mismo nivel del cierre de 2018, por lo que en el año no acumula pérdidas.
El director de análisis y estrategia bursátil de Monex Casa de Bolsa, Carlos González, dijo que si bien el tema del aeropuerto definitivamente afectó la confianza de los inversionistas y no se ha podido mejorar, algo muy afortunado fue el Presupuesto 2019 por considerar variables realistas; sin embargo, sigue habiendo dudas, como la poca probabilidad de que se logre el superávit primario de 1 por ciento del PIB.
“Primero por la expectativa de crecimiento que pinta que será en el rango bajo o por debajo de los estimados de Hacienda y la otra es que no se ven factores que puedan apoyar la inversión, porque en el sector público los pocos recursos que se pueden destinar a inversiones se dedican más a programas asistencialista”.
Con información de Milenio.