Alberto Coyote tampoco fue la medicina para los males del Guadalajara y el Rebaño entró en estado de putrefacción al caer anoche en casa 1-0 con el equipo de Lobos BUAP.
Ante poco más de 23 mil aficionados que respondieron al dos por uno en la taquilla, Coyote no supo responder a la dificultad de quedarse con un hombre menos cuando el juego estaba 0-0 y terminó perdiendo el duelo que deja al Guadalajara con 15 puntos en la parte baja de la tabla y con un pie y medio fuera de la disputa por un lugar en la Liguilla, pues Chivas ha caído en cinco de sus últimos seis partidos en el torneo.
El nuevo técnico decidió sacudir la alineación del Rebaño. Así, el ex capitán rojiblanco mandó a Raúl Gudiño a la banca para poner de titular a Miguel Jiménez, mientras que en la zaga puso a Carlos Villanueva en lugar de Josecarlos Van Rankin. Jesús Molina regresó tras su suspensión y fue acompañado en la contención por Miguel Basulto, mientras que Alejandro Mayorga jugó de inicio en la lateral izquierda.
Chivas fue amo y señor en el primer tiempo, presionando a un rival que le regalaba la pelota en la salida y que le permitía llegar con claridad a su área.
Pero ni Alan Pulido, ni Eduardo “Chofis” López, ni Alexis Vega supieron concretar cuando las circunstancias eran favorables.
En el último minuto del primer tiempo Vega se fue expulsado, cuando el árbitro Óscar Macías acudió al VAR para revisar una dura entrada sobre Joaquín Velázquez. Nadie lo sabía en ese momento, pero Chivas acababa de firmar su acta de defunción.
Sin idea
En el complemento, Guadalajara no supo resolver el juego con uno menos ante uno de los planteles más cortos del futbol mexicano.
Adelante no generaba peligro y el rival poco a poco le empezó a llegar al área y cada vez con más sensación de poder lograr un gol.
Sin espíritu, sin estrategia, sin claridad, el Rebaño estaba a merced de una circunstancia ante un equipo que tampoco acosó a su rival diezmado.
Y dicha circunstancia llegó a nueve minutos del final. Michaell Chirinos metió de cabeza el gol del triunfo visitante ante la displicencia en la marca de Hedgar Marín e Hiram Mier, sellando así un nuevo fracaso rojiblanco.