Vladivostok, el principal puerto ruso en el Pacífico, recibió hoy al líder norcoreano, Kim Jong Un, en medio de fuertes medidas de seguridad y una gran expectación mediática, pero también de la indiferencia de los ciudadanos.
Poco más de un centenar de personas, sin contar el enjambre de periodistas, se congregaron en las inmediaciones de la plaza de la estación ferroviaria de la ciudad, presidida, como no, por una enorme estatua de Lenin, el fundador de la URSS, para presenciar la llegada de Kim en su primera visita a Rusia.
El tren acorazado del líder norcoreano hizo su entrada hacia las 18.00 hora local (08.00 GMT), donde horas antes ya se había instalado una alfombra roja.
El convoy en que se desplaza Kim suscita gran interés por la falta de información que hay sobre él.
Según Konstantín Pulikovski, que acompañó en 2001 al Kim Jong Il, el padre del actual líder norcoreano y segundo mandatario de la dinastía comunista creada por Kim Il Sung, en un periplo ferroviario de tres semanas por Rusia, el tren es de fabricación soviética y, según otras versiones, sus vagones fueron modernizados en Japón.
El líder norcoreano, de gabardina y sombrero oscuro, salió de la sala de protocolo de la estación rodeado de asistentes y miembros de su servicio de seguridad, y pese al mal tiempo -viento y alguno que otro goterón- se le veía sonriente.
Tras escuchar los himnos patrios de Corea del Norte y Rusia, pasó revista, recibió honores militares, saludó a un grupo de autoridades y montó en su limusina. Abandonó la plaza junto con más de una decena de vehículos con los miembros de su comitiva.
Su partida fue recibida con alivio por los automovilistas atrapados en atascos debido al cierre de las calles aledañas a la estación.
Kim y su cortejo se dirigieron a la isla Russki, unida a Vladivostok por un gran puente colgante con el vano de mayor longitud en el mundo, donde este jueves se reunirá con presidente ruso, Vladimir Putin, en lo que será la primera cumbre entre los dos mandatarios.
Según el Kremlin, en la reunión Putin y Kim abordaron las vías para acometer la desnuclearización de la península de Corea y problemas de seguridad nacional, y repasarán asuntos relativos a la agenda bilateral.
La elección del lugar de la cita fue dictada por consideraciones de seguridad, las mismas que convirtieron en 2012 la isla Russki en la sede de la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).
Durante la estancia de Kim en Vladivostok, las autoridades prohibieron la navegación de embarcaciones menores en las aguas junto a Russki.
El líder del régimen de Pyonyang, nada más cruzar la frontera norcoreano-rusa, se mostró contento de estar en Rusia y adelantó que esta no sería su última visita.
Su primera parada en territorio ruso fue en la localidad fronteriza de Jasán, donde recibió un ramo de flores y le fue ofrecida la tradicional hogaza de pan con sal, que simboliza la hospitalidad, según imágenes difundidas por la cadena de televisión rusa Rossiya, a la que Kim declaró que había llegado a Rusia “con un cálido sentimiento”.
“Espero que esta visita sea exitosa y útil, y que durante las conversaciones con el presidente Vladimir Putin pueda abordar los temas vinculados a la solución de los problemas en la península coreana y el desarrollo de nuestras relaciones”, dijo.
El gobernador de la región de Primorie, Oleg Kozhemiako, se encargó de aclarar que el pan y la sal son una ofrenda simbólica, al revelar el menú con el que será agasajado el huésped norcoreano: ‘borsch’ -sopa de remolacha-, caviar y ‘pelmeni’ siberianos, pasta rellena con carne o pescado con cierta semejanza a los ravioli.
Con información de Excélsior.