Felipe Morales
La euforia y la alegría tiene eco, el ascenso del Atlético San Luis a la Primera División merced al bicampeonato, siguen causando furor y lluvia de inquietudes e ideas.
Una de esas ideas es que, en justicia deportiva, el estadio construido por Jacobo Payán Latuff, y que desde 1996 se le conoce como Estadio “Alfonso Lastras” cambie de nombre precisamente al de “Jacobo Payán Latuff”.
El futbol profesional en San Luis Potosí se desarrolló en el coloso de Alamitos y de ahí pasó a otro Coloso, el de la colonia Valle Dorado.
Se percibe fácil pero no fue así, el Estadio “Plan de San Luis” el coloso de Alamitos fue sede de los equipos profesionales Santos de San Luis primero y Cachorros del Atlético Potosino después, y llegando a compartirlo allá por 1975, cuando ambos militaron en la primera división.
Ya desde entonces el empresario Jacobo Payán formaba parte de las directivas, luchando por dotarle a San Luis Potosí de un equipo en el máximo circuito.
Los Auriazules, se denominó al equipo totalmente presidido por don Jacobo Payán, contratando a entrenadores como Vicente “El Loco” Casillas y jugadores de la talla de Rildo Procopio, Vital de Sousa, el mismísimo Carlos “Plumer” Pavón y otros.
Pero el sueño iba más allá, un estadio nuevo para San Luis, un estadio de futbol, específicamente para el futbol, ya que el “Plan” era olímpico y las jugadas lejos de la tribuna.
En frecuentes reuniones con reporteros, don Jacobo que ya tenía la maqueta del proyecto de Francisco Alfaro, arquitecto de la obra, mencionaba que pronto se haría realidad el estadio donde se estaría cerca de la jugada; “donde el sudor del jugador le salpique al aficionado, donde se le pueda mentar la madre al portero rival, donde el pueblo vaya y se desahogue y haya fiesta al final de cada partido”.
El inmueble, ubicado en un terreno donde después se erigió la colonia Valle Dorado, era un intento de estadio de la Universidad que, al quedar sólo el inmenso montículo de tierra, fue utilizado para eventos de automovilismo en la modalidad de auto cross y llamado “El hoyo universitario”.
El complejo de tierra fue tomando forma y frecuentemente don Jacobo guiaba visitas para mostrar los avances, “Miren, ya está trazada la cancha” decía ilusionado.
Para desahogar el ansia de hacer futbol, presidia aquel equipo de tercera división que jugaba en una cancha aledaña, casi pegada al monumental montículo y a la que le colocó gradas para unas doscientas personas.
Se jugaba a media semana y con mucha frecuencia se escuchaba a los aficionados “don Jacobo va a regalar la cerveza” y en efecto, lo hacía, o, si el equipo anotaba un gol por el “puro gusto” y repentinamente todo mundo sostenía el espumoso vaso.
Y se pudo entrar al Estadio, aun en obra negra con pocas gradas, mucha tierra se lograron las temporadas del primer Atlético San Luis, de segunda división con los inolvidables Malek, “La Rana” Reyes el portero y … y la obra de construcción del inmueble que avanzaba, lento pero avanzaba con inversión de nadie más que de Jacobo Payán Latuff.
Y tuvo nombre, el Estadio se llamó “Alfonso Lastras Ramírez”, alguna vez en una de esas reuniones con reporteros don Jacobo dijo, el estadio se llama así porque Alfonso Lastras es mi amigo, así de tajante, como cuando antes de la llegada de la actual directiva dijo: “Es mi estadio y si quiero le pongo candado”, algo harto de no encontrar una sociedad seria y directivos que trabajaran con compromiso.
El estadio fue sede de los Reales, de los Gladiadores de Televisa, del San Luis FC de los Chargoy que… sí, los empresarios que sin más ni más se llevaron al equipo a Chiapas.
Por esa trayectoria, por ese aporte, es que el día de hoy surge la noticia de la petición de aficionados y ex futbolistas para que a partir de la nueva temporada del Atlético de San Luis el coloso de Valle Dorado sea el Estadio “Jacobo Payán Latuff”.