Los españoles acuden a votar este domingo por cuarta vez en cuatro años, en un ambiente crispado por el bloqueo político crónico y una crisis catalana que ha alimentado a la extrema derecha de Vox.
Seis meses después de las legislativas de abril, que ganó sin mayoría absoluta, el presidente del gobierno, el socialista Pedro Sánchez, volvió a pedir la confianza de los 37 millones de electores para poner fin a cuatro años de inestabilidad.
Tras votar en Pozuelo, en Madrid, Sánchez animó “a todos los ciudadanos a votar (para) que a partir del día de mañana podamos tener la estabilidad necesaria para poder formar gobierno y poder poner a España en marcha”.
Sin embargo, los sondeos apuntan a que volverá a ganar pero lejos de una mayoría absoluta en el Parlamento, necesitando de los apoyos de otros partidos para ser investido y luego sacar adelante las leyes.
A las 13 horas, la participación era de 37.93 por ciento, 3.5 puntos menos que en las elecciones de abril (41.49 por ciento), según cifras oficiales.
En total, han votado hasta las 14 horas 12,6 millones de españoles, casi 2 millones menos que el 28 de abril de 2019. Una cifra ligeramente superior a la registrada en las elecciones de diciembre de 2015 (37%) y también la alcanzada en 2016 (36,9%), comicios en los que se registró la cifra más alta de abstención en la historia de la democracia española.
El secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, y la subsecretaria del Ministerio del Interior, Isabel Goicoechea, han destacado la “normalidad” de la jornada que se están desarrollando sin incidencias.
En esta jornada electoral, que discurrirá hasta el cierre de los colegios a las 19 horas , el conservador Partido Popular (PP) espera recuperarse del descalabro de abril (66 escaños, su peor resultado), y la gran sorpresa sería la extrema derecha de Vox, que podría erigirse como tercer grupo parlamentario, duplicando los 24 asientos actuales.
Los candidatos de los principales partidos han acudido a votar esta mañana y han coincidido en pedir un voto masivo para facilitar el desbloqueo político y la formación de gobierno.
En un ambiente de fragmentación y polarización creciente, las encuestas no le dan mayoría ni a las derechas (PP, Ciudadanos y Vox) ni a las izquierdas (PSOE, Podemos y su escisión Más País), y sus líderes no han aclarado cómo piensan resolver el bloqueo.
“He votado a la derecha, porque las cosas más importantes son la unidad de España y (garantizar) las pensiones”, indicó a la Rafael García, de 84 años, en el barrio de Hortaleza, en Madrid, donde las ventanas se adornan con banderas españolas.
El factor Cataluña
Una de las dominantes de la campaña fue la situación en Cataluña, donde sigue vivo el pulso del separatismo contra el Estado, y donde los comicios se desarrollan bajo fuerte vigilancia policial.
En Cataluña la participación se sitúa por encima de la media nacional. El 40,91% de los catalanes han votado antes de las 14.00 horas, frente al 43,52% del pasado 28-A, cuando se registraba la tercera cifra más elevada en unas generales.
La temperatura se disparó con la condena en octubre de nueve líderes independentistas a penas de prisión de entre 9 y 13 años de cárcel, por su papel en el fracasado intento de secesión de 2017. La sentencia dio paso a una semana de disturbios en Cataluña.
“Me planteé no votar, otra vez, ¡qué pesadilla!, pero luego me habría disgustado si gana la derecha con la ultraderecha”, dijo Mari Carmen López, 25 años, luego de dar su voto en el barrio barcelonés de Sant Andreu a Podemos, pese a estar “decepcionada” porque la formación no logró tras los comicios de abril un acuerdo para gobernar con el PSOE, abocando al país a estos nuevas legislativas.
El principal beneficiado de la crisis catalana parece ser Vox, cuyo líder, Santiago Abascal, propugna “soluciones drásticas”: suspender la autonomía catalana, ilegalizar a los partidos soberanistas, y detener al presidente de la región, Quim Torra.
Al mismo tiempo, Abascal hizo una virulenta campaña contra la inmigración ilegal, a la que vincula con un supuesto aumento de la delincuencia. Sánchez no dejó de acusar a PP y a Ciudadanos de tener un discurso “colonizado” por Vox, gracias al cual gobiernan en algunas regiones y ciudades, como Madrid.
Poco crecimiento económico
Durante la campaña, Sánchez cumplió una de sus promesas realizadas al poco de llegar al poder en junio de 2018: exhumar los restos del dictador Francisco Franco del mausoleo donde descansaba desde su fallecimiento en 1975.
Poco se habló en cambio de economía, pese a los recientes indicadores que apuntan a una ralentización en la cuarta potencia del euro.
Por ejemplo, la Comisión Europea recortó esta semana cuatro décimas las previsiones de crecimiento para 2019 y 2020, a 1.9 por ciento y 1.5 por ciento.
El crecimiento del PIB español seguirá no obstante por encima de la media de la Eurozona, aunque el analista Holger Schmieding, del banco alemán Berenberg, advierte de que esa ventaja “va camino de reducirse en los próximos trimestres, a menos que un nuevo gobierno consiga al fin desactivar el problema catalán y retomar las reformas favorables al crecimiento”, algo “improbable” por ahora.
Los candidatos a la presidencia son: Pedro Sánchez (Partido Socialista Obrero Español, PSOE), Pablo Casado (Partido Popular, PP), Albert Rivera (Ciudadanos), Pablo Iglesias (Unidas Podemos, extrema izquierda), Íñigo Errejón (Más País) y el líder del ultraderechista Vox, Santiago Abascal.
Con información de AP