Ante la presunción gubernamental de que la mayoría de los pueblos involucrados están de acuerdo con el Tren Maya, el defensor del territorio Pedro Uc desgrana los argumentos en contra: a las comunidades no se les dio información sino propaganda, pues no existe un proyecto terminado que permita establecer las ventajas y las afectaciones.
Además, dice el acérrimo opositor a los megaproyectos en la península, se trata de otro plan ajeno a los intereses y necesidades de la población local, en beneficio de los grandes empresarios, es decir, la nueva “Casta Divina”.
En la Península de Yucatán el Tren Maya ya penetró el imaginario colectivo: sus vagones corren en la voz de la gente y sus promesas de desarrollo viajan en los discursos de los funcionarios; el problema, explica el indígena maya Pedro Uc, es que este megaproyecto no tiene respaldo en ningún documento acabado, y ello plantea efectos prácticos, pues “¿cómo te amparas contra algo que no existe?”.
Desde el arranque del megaproyecto, afirma, hubo una “enorme confusión” en torno a la información que circuló, y añade: “No creo que sea casual. Creo que hay una estrategia del mismo gobierno de confundir a la gente: un día dice una cosa, otro día la niega, otro día dice otra cosa… y esta confusión que priva sobre los pueblos ni siquiera nos ha permitido saber, bien a bien, hacia dónde se dirige esto.
“Yo no conozco un proyecto acabado sobre el tren, porque creo que no lo hay, y si lo hay no sé dónde lo tengan puesto (…) Creo que es un proyecto que está visto como un negocio, como cualquier otro negocio de las grandes empresas. No logramos ver otra cosa, porque objetivamente no hay. Y creo que es parte de la estrategia, el no mostrar”, opina el fundador de la Asamblea Múuch’ Xíinbal.
Esta agrupación nació en enero de 2018 para resistir –con amparos, entre otros recursos– contra los megaproyectos y el acaparamiento de tierras en la península, y a base de ir a las comunidades para informar a la gente, “porque si bien es cierto que hay pobres en los pueblos, la pobreza económica no es lo peor: la pobreza mayor que existe en los pueblos es la falta de información”, opina.
Uc rechaza que sea un “activista”, pero la acción social moldeó su vida: hace tres décadas la Iglesia católica lo expulsó por su trabajo con los pueblos indígenas de la península, influido por la Teología de la Liberación. Y hace cuatro años la escuela de Ticul en la que trabajaba lo corrió después de que cerrara el recinto y llevara los alumnos a una manifestación por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
El miércoles 4 recibió al reportero en su casa, en el municipio yucateco de Buctzotz; 12 días después recibió por Whatsapp el siguiente mensaje:
“Ya nos tienes hasta la madre, vete a la verga en 48 horas o te matamos ati y a tu vieja junto con los cerdos de tus honorarios hijos (…) ya vas a dejar de mamar o tu gente se muere, estás afectando a mucha gente local con tus mamadas y tu defensa del territorio, es solo inventó para agarrar Baro por nada. 48 horas” (sic).
(Fragmento del reportaje especial publicado en Proceso 2251, ya en circulación)