El papa Francisco defendió esta Navidad el amor «incondicional» y «gratuito» por el prójimo, incluso ante las peores conductas como condición esencial para cambiar el mundo y lograr la paz.
«La Navidad nos recuerda que Dios sigue amando a cada hombre, incluso al peor», afirmó el papa argentino ante los miles de fieles reunidos en la basílica de San Pedro para la misa de Gallo que conmemora el nacimiento de Jesús.
«Su amor es incondicional» incluso si «tienes ideas equivocadas y que hayas hecho de las tuyas», explicó el papa. «Aún en nuestros pecados continúa amándonos. Su amor no cambia, no es quisquilloso; es fiel, es paciente», insistió.
La misa de la noche de Navidad conmemora el nacimiento de Jesús en Belén según la tradición cristiana.
Aunque ningún texto del Nuevo Testamento indica el día y la hora del nacimiento, su conmemoración el 25 de diciembre fue elegida en el siglo IV, lo que permitió que la circuncisión de Jesús coincidiera con el 1 de enero.
Desde la Ciudad del Vaticano, Francisco también pidió a los católicos que sigan su ejemplo y no olviden el sentimiento de «gratitud», el «saber agradecer», porque «es la mejor manera de cambiar el mundo».
En territorio palestino, cristianos llegados del mundo entero se congregaron este martes en la iglesia de la Natividad de Belén, donde según la tradición cristiana nació Jesús, para dar inicio a las celebraciones de Navidad.
En un ambiente tranquilo y festivo, palestinos y extranjeros asistieron primero a un desfile de los boy scouts palestinos en la Plaza del Pesebre, ante la basílica en el centro de esta pequeña ciudad, situada en Cisjordania, territorio palestino ocupado por Israel desde hace más de 50 años.
Provenientes de Italia, Estados Unidos, Tanzania y de muchos otros países, los fieles esperaron pacientemente para poder entrar a la iglesia para visitar la Gruta donde según la tradición nació Jesús. Ola, proveniente de Nigeria, se declaró feliz de estar en la ciudad santa en un día «tan especial».
Durante todo el día sonaron villancicos en árabe. Desfilaron los boy scouts palestinos, y a las 17H00 locales (15h00 GMT) se cerraron las puertas de la basílica.
Andrea, una chica portuguesa y dos amigas húngaras, miraban en el celular sus fotos tomadas en el interior. «¡Esperamos dos horas para solamente un minuto en el interior, es frustrante!», se lamentó Andrea.
A la gruta donde se cree que nació Jesús se accede mediante una angosta escalera, situada tras el altar de la iglesia.
Ante el abeto de 15 metros de altura que domina la plaza, una veintena de neozelandeses cantaron con vigor y en coro villancicos, atrayendo varias miradas y sonrisas de curiosos y de otros peregrinos.
Pierbattista Pizzaballa, administrador apostólico del patriarcado latino de Jerusalén, llegó al final de la mañana a Belén.
«Vemos muchos problemas económicos, una tasa de desempleo elevada y otros problemas (…), pero Navidad es para nosotros el momento en el que celebramos la esperanza», declaró Pizzaballa al entrar en la ciudad.
«En la Navidad, el mundo entero nos mira, mira hacia Belén», comentó.
Este año, los fieles pudieron contemplar además una pequeña reliquia que acaba de retornar a Belén desde el Vaticano: un fragmento de lo que se cree fue el pesebre de Jesús que no estaba en Tierra Santa desde hacía más de 1.300 años.
«Es importante porque es una parte de la estructura de madera del pesebre original de Belén. Esta estructura de madera salió de Tierra Santa en torno al año 640», según el Custodio de Tierra Santa, Francesco Patton.
Al caer la nota, la zona literalmente hervía de visitantes. «La basílica [de la Natividad] es formidable y torna en algo real todo lo que hemos aprendido con la Biblia», dijo una estadounidense que se identificó apenas como Laneda.
«Todo está cargado de sentido aquí», añadió.
En Belén hay miles de extranjeros pero pocos cristianos de la Franja de Gaza, ya que Israel ha otorgado escasos permisos de viaje.
Cualquier palestino que desee salir de Gaza hacia Cisjordania, ambos territorios palestinos, debe atravesar Israel y obtener previamente un permiso expedido por las autoridades israelíes.
Alrededor de 300 personas fueron autorizadas a salir de la Franja de Gaza para la ocasión sobre un total de 950 que solicitaron permiso, según Wadi Abu Nasar, portavoz de las Iglesias de Tierra Santa.
Pero la Navidad, dice este cristiano, debe seguir siendo un tiempo de esperanza. «La Tierra Santa no es sólo el lugar de nacimiento y crucifixión (de Jesús), también es el lugar de la resurrección», explicó a la AFP.
La fiesta de la Navidad se ha visto a menudo enturbiada en Belén debido al conflicto israelo-palestino.
En 2017, la decisión estadounidense de reconocer Jerusalén como capital de Israel provocó manifestaciones casi diarias en los Territorios palestinos y también en Belén, ciudad tradicionalmente unida a Jerusalén, situada a apenas 10 km, pero separada de ella por un muro construido por Israel hace 15 años.
En 2015, una ola de violencia anti-israelí alteró las fiestas de fin de año. En tres meses, 150 personas, mayoritariamente palestinos, murieron en Israel y en los Territorios.
En 2019, Belén está recibiendo un número importante de turistas debido a la relativa calma actual. La ministra de Turismo palestina, Rula Mayaa, señaló en estos días que 3,5 millones de personas han visitado la localidad durante este año.
En tanto, en su tradicional mensaje por la Navidad, la reina Isabel II reconoció que el año 2019 «pudo parecer bastante movido», en una aparente referencia a las marchas y contramarchas por el Brexit y escándalos que envolvieron a integrantes de la familia real.