Jorge Ramírez Pardo
Al iniciar una columna de opinión, como esta en Potosí Noticias, en torno a lo que se denomina Cultura, lo primero que debemos definir o re-definir es el propio término “cultura”.
Hace seis lustros en un encuentro nacional sobre “El sentido de la cultura en las universidades públicas”, el antropólogo yucateco Fernando Cámara Barbachano se refirió a la CULTURA con mayúscula y a la cultura con minúscula. Esto sucedió en la sede central de la Universidad Veracruzana, en Xalapa.
Dijo Barbachano que la cultura mayúscula es la eurocéntrica de expresiones “excelsas”, denominada así por oficiosa y compleja, dada a surgir y certificarse en entornos cortesanos y del clero purpurado.
La auto-asumida como cultura Mayúscula, decía, mira hacia abajo y discrimina a las expresiones diversas a ella, no eurocéntricas y populares.
Dicho esto, la Cultura vista así y con sentido fatalista o de destino manifiesto, pareciera un ejercicio aspiracional a transitar de la minúscula a la Cultura mayor; eso “si puedes” o “si te dejo” según sucede con la certificación de los administradores de los bienes inmuebles y los recursos culturales para “impulsar” el medio equivalente a impulsar-se el aparato estorbante o burocracia excedida.
Nada más alejado a una visión desde y para el ser socio/colectivo de México y en San Luis Potosí.
Algo similar se aplica al otorgamiento de becas “a modo” para la creatividad o reflexión sobre artes. Las obtienes “si eres mi alumno”, de preferencia nacido o forjado en CDMX o de provincia si me trataron bien en una estancia anfitrionada con exquisitez; o si produces expresiones arte/artesanales edulcoradas u oficiosas que no lastimen el des-orden predominante.
LAS RAÍCES IDIOMÁTICAS Y PRIMIGENIAS
Otra visión muy ancha del término Cultura, cercana a su etimológico “cultivar”, es la que aportó entonces el escritor y conversador chiapaneco Eraclio Zepeda; quien atribuía el significado de Cultura a “toda hechura humana que el hombre agrega a la naturaleza”.
Sin embargo, en la práctica, se denomina cultura tan sólo a lo artístico y a lo artesanal, a ciertos legados arquitectónicos, si no muy trastocados, mejor. Hay sección de “Cultura” en algunos medios de comunicación y una Secretaría de Cultura federal y local en algunos estados, incluido San Luis Potosí. Entidades/entelequias o imaginerías omisas en cuanto asumir y aspirar a incidir en el ancho significado de “todo lo que el hombre agregó a la naturaleza” -el fenómeno político, económico, educativo, social-; es cobertura de microestructuras endógenas, sólo por excepciones de creadores sobre-salientes, inmersos o en el borde de lo super-estructural.
BOTÓN PARA EL MUESTRARIO
De regreso a la tarea de reportero, fui al denominado Museo de Arte Contemporáneo (MAC); ya identificado en otro momento y espacio como un sitio que “ni es museo, porque carece de acervo propio; y no es de arte contemporáneo porque la mayoría de piezas exhibidas y los autores que ahí exponen exhiben arte de factura reciente, pero lejos de la identidad de “arte contemporáneo.” Prometo en otra entrega desmenuzar esta afirmación.
Me topé con la exposición de Rubén Orozco, “Identidades”, artesanía elevada a arte; eso sí, con una museografía espléndida como para exhibición de novedades automotrices o pasarelas de avant garde fashion. El autor hace maquetas cromáticas escultóricas y esculturas de torsos de personajes taquilleros, esos que las secciones de sociales denominan “famosos”. La mejor lograda y fuera de taquilla, es la del muralista mexicano José Clemente Orozco, acompañada esta de un video que muestra el proceso de su forja.
El tono predominante “hiper-realista”, moda publicitaria ya anacrónica, es identificado en un escrito choro-mareador de tono académico.
Pero…, ahí no terminan los hallazgos distópicos de la visita. Van algunas “perlas” como hubiera denominado Nikito Nipongo:
- En dos horas de estancia en el sitio, fui el único visitante.
- Las artesanías expuestas –o maqueta para souvenir quitch– se han exhibido más de dos meses en el MAC y le cuelgan dos más. Las ferias artesanales en la Alameda, procedentes de Oaxaca o la meseta tarasca, perduran cuando mucho quince días, cautivan más y no tienen boato.
- Esa galería, denominada museo, presume en los créditos, un consejo directivo, encabezado por el gobernador Juan Manuel Carreras y tiene como museógrafo a Gerardo García, el director (interino siempre) menos deslucido que ha tenido el Teatro de La Paz durante la anterior y la actual administración estatal. Si hubiera interinos y una sola coordinación estatal de museos –actualmente desolados de público- nos iría mejor.
- La perla mayor, se la lleva la obesidad burocrática, veinte empleados –exhibidos en los créditos de la exposición- para una galería vacía y exhibidora de artesanías grandotas; nada qué ver con lo que se entiende por Arte Contemporáneo, confrontador, perturbador, experimental infatigado y, con frecuencia, de dimensiones tales que requieren de enormes recintos y/o espacios externos.
- Cabe señalar que su tiendita para venta de catálogos, postales y souvenirs, pequeña y “mona”, tiene asignados seis empleados, para ningún cliente, mientras este escribano estuvo por ahí.
- Por contraste, una galería independiente en la ciudad, Casa Arte, en avenida Venustiano Carranza, tiene como talentos expositores de base un colectivo de artistas locales experimentadores y en proceso de renovar de continuo sus propuestas artísticas, imparte talleres, renueva exposiciones mensualmente, atrae artistas foráneos y, además de sus dueños (dos personas) sin permanencia constante, es manejada por dos empleados con sueldos menores que cualquiera de los veinte burócratas de la galería MAC.
- Hace veinte años, durante la presidencia de Ernesto Zedillo, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, redujo su burocracia al 40 por ciento y mejoró sustancialmente su eficiencia.}
Aquí nos encontramos el próximo viernes y los subsiguientes en Galería de Diversos.
