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Jorge Ramírez Pardo

Esculturas encorsetadas

Dicho por su anfitrión/guía, a mitad de la administración del ex gobernador Fernando Silva Nieto (1997-2003), el escultor mexicano Federico Silva, fue paseado por el Centro Histórico de la capital potosina, para que escogiera sitio donde ubicar las esculturas que prestaría en comodato durante algunos años para exhibirlas en el recinto que llevaría su nombre.

El escultor Silva eligió la antigua Escuela Modelo, pieza arquitectónica singular de buena forja, para entonces con un siglo de antigüedad. Este inmueble emblemático fue diseñado por el ingeniero y arquitecto Antonio M. Anza en 1904, y la construcción corrió a cargo del ingeniero Octaviano Carrera de 1905 a 1907 (edificador del conjunto Arcos Ipiña frente a la plaza Fundadores).

Escultura de Federico Silva en la Universidad de las Américas

El malinchismo o afán de ponderar lo ajeno y menospreciar lo propio, sin  menoscabo de matices de ignorancia y escasa visión, llevó a varios desaciertos encadenados.

  • Se eligió para museo un edificio no preparado para contener esculturas monumentales de tal tonelaje, que obligó a reforzar el inmueble con una estructura con viguetas de acero y se afectó la cimentación y estructura de los edificios colindantes, incluida la iglesia de San Juan de Dios.
  • Se encerró en el edificio a esculturas, la mayoría ideadas y elaboradas en su versión inicial para ser exhibidas en espacios abiertos, con isóptica o línea visual amplia, con frecuencia en diálogo con zonas arboladas y/o jardinadas, según lucen esculturas del mismo Federico Silva en jardines y calles peatonales del campus Cholula/Puebla de la Universidad de las Américas; otra monumental en una plaza pública de Ciudad Lázaro Cárdenas, Michoacán y el enorme Quetzalcóatl de piedra volcánica junto al espacio escultórico de la UNAM en el Pedregal de San Ángel al sur de la ciudad de México.
  • Cuando se inauguró el sitio, se encomendó la remodelación del edificio a un sobrino del gobernador saliente Silva, con los consabidos reclamos de falta de licitación y opacidad en la rendición de cuentas.
  • En esos días había esculturas, también prestadas, de Juan Soriano, exhibidas en el exterior del Museo Federico Silva. Resultado, las esculturas del exterior de Soriano, en un jardín con explanada y corredores, tenían mejor museografía por su carácter monumental y temática figurativa, que las abstracciones encorsetadas/archivadas bajo techo y carentes de espacio y oxígeno. Para ver las primeras había que pagar la entrada y las más comprensibles y de mejor tiro visual y museografía se podía apreciar sin costo.
  • También de salida de la administración Silva, se nombró directora del sitio a Regina Boelsterly, por ser amiga de la esposa del gobernante a punto de retiro y tener un hermano crítico de arte en la Ciudad de México. Como si el talento se pudiera ejercer por ósmosis.
  • Hubo la pretensión de denominar al sitio “museo internacional” y presumirle como único en América Latina en su tipo. El tiempo y barrer ignorancias ha dado una dimensión más real al sitio. Queda pendiente la posibilidad ya sugerida por conocedores del tema para que esas esculturas de gran formato, opacadas bajo techo y desconocidas para la mayoría de la población local, pasen a los jardines del antiguo casco de La Tenería dentro del Parque Tangamanga I y puedan ser apreciadas al aire libre por el sinnúmero de paseantes en ese lugar. Desde luego, con los consabidos ejercicios de educación artística.
  • Cuando se inauguró el multicitado museo, se cobraba la entrada al mismo todos días. Las indicaciones e insistencia de conocedores, llevaron a la rectificación. Actualmente la entrada es gratuita los domingos, pero en ese y otros recintos de la Secretaría de Cultura (Secul), como la galería denominada Museo (¿?) de Arte Contemporáneo, el domingo de entrada libre sólo abren medio día.

Escultura de Juan Soriano en exteriores

De lo mejor entre medianías

Bajo la dirección de Enrique Villa, de entre 10 museos en la ciudad, este el de escultura, está por encima de la media, en tanto que lo conduce una persona laboriosa y con perfil adecuado para el cargo. No es el caso de la mayoría, además, con exceso de personal.

Sin embargo, dentro de lo profusa/confusa, no jerarquizada oferta de la Secul, padece lo mismo que el todo artístico/cultural gubernamental en su conjunto; esto es, una distancia en promoción y comunicación con su público real y potencial, medianamente justificada por visitas escolares y algunas actividades interactivas o excepcionales. No deja de sorprender que en este museo la oferta más reiterada sea de función de cine para niños.

También como en el todo del abultado y sobre/asalariado andamiaje de Secul, es asignatura pendiente la formación de públicos y un diálogo con los habitantes del entorno que vaya más allá de exhibir en su frente una escultura de Silva y una o más de la exposición temporal vigente.

En otro momento, se ha tenido la atingencia de traer a este museo escultórico, una exposición de formatos pequeños y ejercicios experimentales del propio Silva que le da nombre; también hubo una muestra procedente de Guadalajara dedicada a maquetas escultóricas del mandón (o máximo exponente nacional) de la escultura monumental mexicana, el germano/mexicano Mathías Goeritz, presencia de esculturas del zacatecano prolífico y multifacético Manuel Felguérez, sumadas a la ya citada muestra fuera del museo de Juan Soriano. En Soriano, Leonora Carrington y José Luis Cuevas, es sorprendente su ingreso tardío a la escultura de gran formato, correlativo a su tino en ejecución.

La duda perenne

Cuando ya tenemos museo de escultura del hidalguense Federico Silva que inició con piezas prestadas y tenemos dos museos dedicados a la anglo/mexicana defeña Leonora Carrington (en la capital potosina y en Xilitla), con piezas prestadas durante un período de 10 años, de los cuales han transcurrido dos (mientras las reflexiones y muestras retrospectivas importantes  de la Carrington se hacen en la Ciudad de México y otros países), renace las preguntas:

  • ¿Para qué queremos tantos museos semivacíos y en horarios restringidos, con exceso de personal que trabajan medios tiempos o menos y cobra jornada completa (ejemplo excelso de ello es la Casa Manuel J Othón), sin interacción entre ellos, y mucho menos con su público circundante?
  • ¿Cuándo se atenderá al potosino Germán Gedovius, de transcendencia internacional y contribuyente a forja de Diego Rivera, uno de los precursores del muralismo mexicano; además, contemporáneo de los vecinos Saturnino Herrán de Aguascalientes y Julio Ruelas zacatecano?

Gedovius aún no merece siquiera un buen catálogo. Para muchos potosinos hasta hace poco y por falta de referentes, Gedovius era nombre de una calle y una galería durante varias décadas tipificada como la mejor equipada de la ciudad (al interior del Teatro de La Paz). Hoy Germán sólo da nombre a una calle segundona.

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