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Jorge Ramírez Pardo
Similitudes y tronco común con apariencia de divergencias.
La ciudad “con gallardía”, pintada de amarillo perredista, empujó a Ricardo Gallardo, con antecedentes favorables como ex munícipe de Soledad a la presidencia municipal de San Luis Potosí, y dio al actual munícipe Xavier Nava el espaldarazo para su inicio en la política como diputado federal.
Es común en ambos el chapulineo o brincoteo con ausencia de marca política propia, pero también el compromiso pactado de esconder las irregularidades de sus respectivos antecesores, la especulación selectiva con bienes raíces y el notable descuido de las calles.
Baches para las artes
En oferta artística, sin embargo, el xavierismo está por debajo de la gallardía. Durante varias administraciones y al menos cinco lustros, era notable el lucimiento de las acciones municipales en favor de la promoción y difusión artística, en contraste con la opacidad del enorme aparato burocrático y presupuestal de la Secretaría de Cultura.
Hoy parecen lo mismo. Escasa y desatinada comunicación con la ciudadanía. En la excepción se encuentra el trabajo de sesiones infantiles de cuento y poesía, animados por Refugio de la Torre, miércoles y viernes por la tarde, bajo la denominación de El Merequetengue.
El antiguo Palacio municipal, frente a la Plaza de Armas –hoy Centro Cultural Municipal a cargo de Cecilia Padrón-, antes con ejercicio continuo de eventos y exposiciones, palidece. Conservan los atractivos altares de muertos y de Dolores en Semana Santa –cada uno, una vez al año-, como parte de un recorrido ya tradicional en varios inmuebles del Centro histórico. Persisten, fuera del recinto los viernes por la tarde, los bailes de salón, con la fuerza que le dan los participantes.
El predominio son eventos inconexos, algunos procedentes de fuera e ideados para otros contextos, o corazonadas. Escasean actividades continuas y articuladas.
En la arquería que precede el edificio del Centro Cultural, a la derecha de la puerta principal hay mamparas de toda suerte de ofertas artísticas y algunas académicas. También un puesto de información, pero no elementos que oriente genuinamente o jerarquicen la copiosa oferta y singularicen a cada evento. Por tradición la información hace énfasis en el turismo o para público foráneo que, en la oferta artística, toma lo que esté a la pasada. Con el beneficio intrínseco de que el edificio mismo, como le sucede a otros inmuebles del centro, tienen atractivo histórico y calidad arquitectónica.
A la izquierda de la entrada principal hay, actualmente, un cartel con la programación de febrero en el recinto cultural. Por cierto, ese cartel bloquea la antigua entrada de acceso a la primera galería que recibía al visitante con la puerta abierta y una imagen pregnante e información básica de la exposición en turno. Imán sugestivo para su ingreso gratuito.
Pero, la de por sí existente barrera emocional –“esto no te pertenece”- y real persiste. Hoy se debe ingresar por la puerta principal que en la tarde del martes pasado tenía abierta una sola hoja, vigilada por policías y penumbra al fondo. Era difícil percatarse que estaba en activo la galería que antes tenía su propia puerta de ingreso.
Además, en el cartel citado, con multiofertas -para dar un ejemplo de imprecisiones-, la muestra pictórica: Imperceptible. Limbo, un estado indefinido, de Gamaliel Tristán, programada para sólo dos semanas, tiene 10 centímetros cuadrados de información en tipografía; en contraste, hay un anuncio del documental alemán Pina de Win Wenderes, con espacio cuádruple y cartel para proyección una sola vez, y una decena más de eventos programados.
Otros pendientes
Luego de consultar media docena de sitios dedicados al Centro Cultural, en ninguno se encuentra información precisa de horarios y oferta. Tampoco hay referencia a los anteriores recorridos guiados que permitían visitar el salón de cabildo, antes biblioteca, y otras piezas ornamentales incorporadas al edificio cuando fue Palacio obispal.
Es deseable el evento retorno de eventos literarios como los promovidos por David Ortiz Celestino, uno de ellos con la presencia del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, o diálogos con el público como el de Sixto Valencia, dibujante y coautor de contenidos de la historieta Memín Pinguín.