Felipe Morales
Este martes en la ciudad de Monterrey dejó de existir el áribitro de futbol del llano, Juan Hernández de 62 años, a consecuencia del golpe que le propinó en la cabeza al caer impulsado por el empujón que le propinó el jugador Jonathan Alejandro N. de 23 años.
La agresión sucedió luego que el futbolista le reclamára una decisión al silbante durante un partido disputado en la Colonia León XIII en Guadalupe, Nuevo León; a causa del impacto el silbante perdió el conocimiento y fue trasladado a una clínica en San Nicolás de los Garza donde falleció.
El agresor fue detenido pero más tarde obtuvo su libertad.
Esta acción fue reprobada por el medio arbitral y en San Luis Potosí por el grupo “Árbitros de Futbol en San Luis Potosí”.
La integridad de un árbitro está en riesgo en cada partido que sancionan, en las diferentes ligas que existen en la capital potosina, en cada jornada aparece en las cédulas o reportes una anotación sobre agresiones.
Desde ofensas, empellones, golpes al rostro o patadas, incluso persecuciones “son pan de cada día” para los árbitros de las ligas Tangamanga, Central, Municipal, Zona Industrial, Azteca, Potosina etc.
Son personajes que no cuentan con las mínimas garantías para realizar sus funciones; en ocasiones tienen la fortuna de ser conocidos de los integrantes de los equipos y ello los protege parcialmente, otros son conocidos por su carácter irasible o su forma de imponerse y ello también les defiende un poco.
Finalmente jugadores enervados por lo que consideran una mal marcación pierden los estribos y son capaces de asumir conductas peligrosas.
Las Ligas desde luego castigan a los agresores con suspensiones de una, varias semanas o expulsándolos en definitiva de sus organizaciones, pero cuando ya se ha agredido de menor o mayor forma al “nazareno”.
