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Opinión

Galería de diversos | Mexicanas en las artes plásticas

Jorge Ramírez Pardo

Por ellas en su día

El siglo XX fue para México el de la entrada plena a las artes, vía la modernidad.

Si dejamos atrás el grandioso legado de arte anónimo olmeca, maya, tolteca, teotihuacano, montealbano, mexica, los siglos de colonia estuvieron colonizados en el arte por la expresión barroca de predominancia religiosa con visión oscurantista y, previo a la Revolución mexicana, la enseñanza del arte en la estaba condicionado a dictados de la academia de San Fernando en Madrid y su émula la de San Carlos en la ciudad de México donde condición para enseñar artes era ser de origen peninsular.

En el arte monumental mexicano pre colonial arquitectónico, escultórico y muralístico no hay autores; tampoco en su joyería, cerámica y tejidos. En el arte colonial no hay mujeres –excepto en literatura con la presencia arrolladora de Sor Juana Inés de la Cruz-.

Personajes como el potosino Germán Gedovius (1867-1937) formado en Alemania, y el paisajista del Valle de México José María Velasco (1840-1912), romperán la hegemonía de la hispandad docente; de la religiosidad y el retrato como temas exclusivos para el arte hecho en México, para transitar hacia el arte propiamente mexicano, de sello más distintivo en sus discípulos: Gerardo Murillo (Dr. Atl, 1875-1964), José Clemente Orozco (1883-1949), Diego Rivera (1886-1957), Saturnino Herrán (1887-1918), David Alfaro Siqueiros (1896-1974), Rufino Tamayo (1899-1991), entre los más destacados.

En esta generación sí hay mujeres y destacan pintoras esposas de pintores, quienes, además, ejercen un papel fundamental como soportes emocionales/intelectuales de sus parejas.

Hace algunos años, se publicó en un diario potosino un serial denominado “La que hubiera amado tanto”, referido a grandes creativas de las artes plásticas, durante el período post revolucionario mexicano; quienes en vida cedieron el primer plano a sus maridos artistas porque así lo decidieron o porque era una imposición de los tiempos y no de su opción como pareja.

Angelina Beloff nacida rusa (1879-1969), fue la primera esposa de Diego Rivera, durante la estancia de este en Europa; con él procreó al niño Diego Miguel Ángel Diego (1917), quien falleció a los catorce meses de edad. Mientras estuvo a con Diego, tuvo poco brillo y reconocimiento artístico, Nunca se volvió a casar; consigue relieve como creativa y maestra en México, donde vivió sus últimos 37 años e hizo sus mejores creaciones.

Isablel Villaseñor durante el rodaje de la película “¡Que viva México!” (1932) de Sergei Einsestein

Isabel Villaseñor (1909-1953). Primero alumna y luego esposa del pintor Gabriel Fernández Ledezma (1900-1983), realizó una narrativa visual en xilografía (grabados realizados a partir de talla en madera), continuación de las propuestas en esa técnica realizadas por José Guadalupe Posada (1852-1913). Fue seleccionada, a la edad de 20 años, por el cinematografista soviético Sergei Einsestein (1898-1948) para hacer el papel de esposa de un campesino que trabaja en una hacienda durante momentos y conflictos que detonarían la Revolución Mexicana. Como artista plástica experimentó una técnica inusual de pintar al óleo sobre vidrio.

Antonieta Rivas Mercado (1900-1931). Una película “Antonieta” de Carlos Saura (SLP y DF, 1982), dos biografías “Antonieta” (1991) de Fabrinne Bradu y “A la sombra del ángel”(1995) de su nuera Kathryn Blair, a quien no conoció (1995) y una magna exposición en el Palacio de Bellas Artes, no logran reivindicar la valía ni desentañar los misterios que acompañan a esta mujer libérrima, proactiva y mecenas al margen de un breve matrimonio que la frenó y conminó a una suerte de exilio temporal con el marido mientras este administraba bienes de la familia de Francisco y Madero.

Antonieta fundó el Teatro Ulises y formó el patronato para la Orquesta Sinfónica de México bajo la dirección de Carlos Chávez. Además, se convirtió en mecenas de personajes como Andrés Henestrosa, Xavier Villaurrutia, Manuel Rodríguez Lozano, Salvador Novo, Gilberto Owen, Celestino Gorostiza, Jaime Torres Bodet y Jorge Cuesta (integrantes del colectivo literario conocido como Los Contemporáneos); también apoyó a destacados pintores como Roberto Montenegro, Julio Castellanos y Manuel Rodríguez Lozano; a dramaturgos y actores como Clementina Otero, María Teresa Montoya, Julio Jiménez Rueda.

Acompañó y, parcialmente, auspició la campaña de José Vasconcelos como candidato a la presidencia de México. Luego lo acompañó al exilio.

Frida Kahlo (1907-1954). En vida adquirió un cierto relieve, en parte destacado por los fotógrafos Tina Modotti y Manuel Álvarez Bravo y su proximidad a mentor intelectual del surrealismo André Bretón y el pensador y luchador soviético Leon Troski, pero, siempre al lado de Diego Rivera. Con triunfos y sinsabores, fue la compañera fundamental de Diego. Su mayor reconocimiento y el fenómeno vigente desde hace 6 lustros de la “fridomanía”, inicia más de 20 años después de su muerte.

Tina Modotti, nacida italiana (1896-1942) en condiciones paupérrimas, emigra a los 17 años con su familia a Estados Unidos, tiene un paso efímero con el cine. A los 19 años se casa con el poeta Roubaix de L’Abrie Richey, quien muere prematuramente. Él sin embargo, le aproxima en 1921 a México y a Edward Weston,luego su compañero de vida y mentor fotográfico. Con Weston regresa a México donde se establece y adquiere dos haberes relevantes: su desarrollo como fotógrafa y su condición de militante política. En 1928 conoce al dirigente estudiantil cubano Julio Antonio Mella y en enero del año siguiente, mientras ambos pasean por la Alameda de la ciudad de México él es asesinado. Eso determina la expulsión de Tina de México y su involucramiento definitivo en el comunismo internacional a costa de abandonar su consolidada trayectoria como fotógrafa.

Remedio Varo, nacida hispana (1908-1963) y Leonora Carrington, nacida inglesa (1917-2011). Ellas dos, consideradas entra las máximas exponentes del surrealismo en las artes plásticas, junto con tina Modotti, transitaron por la Guerra Civil Española del lado de los republicanos y adoptaron la nacionalidad mexicana.

No se entendería a plenitud la transcendencia de David Alfaro Siqueiros sin Angélica Arenal a su lado o la de Rufino Tamayo sin Olga, aunque, incluso, se asumiera como Olga Tamayo, sin apellido propio.

Ella, la que llenó de música mi alma

Sin duda, ser mujer en el arte, como serlo en cualquier contexto, por siglos y confines, ha sido una condición en desventaja; soportado culturalmente desde la familia, las creencias, la narrativa y el cine.

Unas cuantas artistas aquí mostradas, todas inscritas y actrices fundamentales de un movimiento y momento renacimental para las artes en México, surgido como eco de la revolución y consolidado por exilios libertarios como el español republicano; muestran aspectos comunes y matices diversos en ellas:

• Para todas, el arte fue un ejercicio liberador en sí mismo
• Algunas trascendieron en su momento, la mayoría a destiempo o después de fallecidas
• Fueron libres a pesar de su contrato matrimonial o porque se impusieron a las desventajas de las costumbres o porque renunciaron a él
• Participaron en militancias políticas antifascistas

Cuando la historia y las religiones por siglos han justificado y afianzado la desigualdad, los caminos para la liberación son diversos. Ideal es que se inscriban y sean nodales en cambios estructurales, mucho más allá que la numérica cuota de género.

Las artes ejercidas a profundidad, más allá de lo decorativo también atávico, son un camino para la libertad en equidad.

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1 comentario

rodrigo solo 6 marzo, 2020 at 5:42 pm

Jorge Ramírez Pardo es, sin duda, quien habrá de convertirse, por enorme méritos, en la más concreta inteligencia que registré la experiencia artístico-cultural de San Luis Potosí…¡Bravo, Maestro!

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