[Javier Padrón]
Por el desastre económico que está causando la pandemia del COVID-19, se da como un hecho que la ansiada vía alterna a la Zona Industrial será cancelada.
No habrá recursos para ejecutar este proyecto que se consideraba estratégico y cualquier apoyo prometido por el Presidente AMLO quedaría en el olvido.
El anuncio del 6 de marzo en la mañanera en el cuartel militar de la calzada de Guadalupe, “ayudaremos en todo a San Luis”, interpretado como la luz verde se apagó por el virus.
Las cúpulas empresariales tendrán más motivos para odiar a AMLO aunque él no tenga la culpa; ante las prioridades nacionales por la pandemia y sus efectos económicos y sociales prolongados, el tramo carretero resulta insignificante.
Los proyectos públicos que se podrán salvar son la modernización del aeropuerto de Tamuín y de la carretera Ciudad Valles-Tamazunchale porque ya estaban aprobados, presupuestados y en proceso, sobre todo el primero.
El otro proyecto que se mantendría es de la iniciativa privada, de Vicente Rangel Mancilla, es la concesión para construir y operar el Libramiento Oriente de Ventura al entronque con El Peyote, a menos que también exija un rescate carretero como los de antaño que sangraron el erario federal.
Como no se ha dado la ocasión por obvias razones, el gobernador Carreras se guarda el aviso de que la vía alterna no va, no necesita esperar a que el gobierno federal se lo comunique oficialmente, ya asimiló los hechos, lo que le resta de su sexenio no le alcanzará para poner la primera piedra.
No tiene caso alimentar una idea que difícilmente se realizaría en el corto y mediano plazo, a menos que un milagro desmienta a esta escéptica mesa; en el siguiente año vienen elecciones, el rescate del sistema de salud y los apoyos sociales estarán en el centro de la agenda pública, y el empresariado tendrá que esperar a que concluya el sexenio de AMLO, si es que no lo tumban antes, para impulsar la vía alterna.
La figura de la asociación público-privada que se planteó como la última opción para financiarla, había medio convencido a AMLO porque le dieron muy malas referencias de cómo se maneja la obra pública en la tierra del doctor Nava, temía que se dieran los clásicos moches, sobreprecios, material de baja calidad, retrasos, asignaciones directas, favoritismos a ciertos constructores…
El gobernador Carreras le puso todo su empeño, emprendió un intenso cabildeo y visitas al secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, y sus principales colaboradores, la obra iba a ser uno de sus legados, el proyecto parecía avanzar, había optimismo en las élites económicas; a don Javier, si somos sinceros, nunca se le vio entusiasmado, a lo mejor aprendió a interpretar las señales de AMLO, el proyecto nunca se autorizó ni en borrador, a Carreras solo le daban por su lado.
Una salida digna que podría confirmar el espíritu emprendedor de nuestra clase empresarial, es que le meta capitales propios y construya la vía como tramo de cuota, negocio muy bien dominado por Vicente Rangel.
Hay muchas razones para ser pesimistas con la pandemia y la cancelación de proyectos, perdimos el futuro promisorio, la buena noticia es que la Sierra de San Miguelito no será afectada, no será partida en dos por la vía alterna, ni fraccionada, el negocio inmobiliario de Carlos López, en la Cañada del Lobo, va entrar en un reposo indefinido, el coronavirus no solo nos ha traído males.