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Creativas mexicanistas se hacen visibles I: María Izquierdo

Jorge Ramírez Pardo

Durante los cuatro lustros que van de 1920 a 1940 en México:
• El exilio en México a causa del período de entreguerras mundiales y la Guerra civil española, atraerá al país a destacados creativos europeos para su residencia temporal o definitiva.
• Ha terminado la primera y más cruenta etapa de la Revolución mexicana.
• En 1922, con el surgimiento del Muralismo mexicano y la mexicanidad en el arte nacional. José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros brillaran alto y lejos como una triada tan consistente al punto de…
• Opacan a otros destacados artistas visuales de su tiempo y… esto a su vez a…
• Pintoras y fotógrafas, desdibujadas al doble tan sólo por ser mujeres…
A algunas de ellas se referirá Potosí Noticias, a partir de esta entrega, en un serial de textos, ilustrado con sus imágenes narrativas de mujeres; con frecuencia, ellas mismas autorretratadas.

María Izquierdo (1902-1955)

Artista, nacida en San Juan de los Lagos, Jalisco. Cuando era muy joven, se casó con un militar. Con dos hijos pequeños, se separó de su marido y se mudó a la ciudad de México, en un momento cuando era osado para una mujer divorciada vivir sola y ser pintora.

Ingresó en 1928, a la Academia de San Carlos. Ahí, tomó clase de pintura con el potosino Germán Gedovius.

Fue también alumna y se involucró sentimentalmente con Rufino; durante cuatro años fueron pareja y compartieron estudio. Las obras producidas, entonces, por ambos muestran correspondencias e influencias mutuas.

Sus primeras pinturas

Entre 1927 a 1930, pinta retratos de sus seres queridos y amigos; naturalezas muertas y paisajes. Esa etapa proyecta el entorno que la envolvió durante su infancia rural.

Izquierdo utilizó colores brillantes y fuertes, que forman atmósferas sombrías en tonalidades ocres y terrosas.​ Algunos críticos de arte, la identifican como pintora primitivistas. Pero ello, sólo corresponde a su primera etapa. Sus pinturas van desde el primitivismo a las vanguardias de su tiempo, particularmente el surrealismo; sin abandonar su particular gama de colores; siempre con una narrativa impregnada de arte popular indio y mestizo.

Su obra, proyecta melancolía, soledad, tristeza, y la condición de la mujer. Hay cuadros tremendistas, interrogativo/angustiantes. Excepto, algunas veces, cuando hay niños, juguetes, animales y frutas.

Izquierdo afirmó alguna vez, “poseo una verdadera pasión por el color; es lo que más siento y lo que más me emociona de todas las cosas que existen”.

Mujer de militancias y discrepancias, María formó parte de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, y de un grupo antifascista; también contribuyó a la causa de la expropiación petrolera realizando una subasta de arte mexicano.

En una conferencia, “La mujer y el arte”, analizó el papel de las mujeres en dicho contexto. ​ Se refirió a los límites y las condiciones de opresión en la que viven las mujeres. También denunció que muchas mujeres atacaban el trabajo de las mujeres artistas por desconocimiento.

Alacena, 1947

Izquierdo realizó unos cuadros de pequeñas alacenas; piezas innovadoras y llenas de humor. Plasmó espacios ilusorios y de complejas combinaciones de color. Sobre tres repisas de madera, la pintora presenta objetos de arte popular, en vidrio soplado y prensado, una crucecita de madera, un frutero y tres figuras de animales. Los objetos de esta alacena revelan una cultura mestiza, tan europea como americana.

María acostumbraba decorar su casa con alacenas similares, y muchos de los objetos de esta obra aparecen en las fotografías de su estudio.

La adopción de formas del arte popular de Izquierdo correspondía a su pertenencia a la mexicanidad en la pintura de su tiempo, pero la pintora lo relacionó también con un sentido puramente estético. “Las emociones que despiertan los objetos, decía, me sugieren el cuadro y el título”.

Mi tía, un amiguito y yo, 1942

Mi tía, mi amiguito y yo recuenta juguetonamente la popular práctica de posar para un retrato en un estudio fotográfico. Una mujer vestida a la moda porfiriana y dos niños pequeños posan rígidamente frente a un telón de fondo decorado con árboles y una fuente. La niña de vestido amarillo es un autorretrato de la propia pintora, y se toma del brazo con un jovencito inmaculadamente vestido de blanco, zapatos de un rojo brillante y un cinturón que les hace juego.

Este cuadro no parece basarse en una fotografía en particular. No existe ninguna fotografía que documente a la tía o al amiguito, ni la familia de Izquierdo tiene certeza en cuanto a sus identidades. Evoca el misterioso anonimato que emanan las viejas fotografías para el coleccionista y el espectador.

Surrealista con matices propios

En 1936, inicia su incursión en el surrealismo; contribuyó a ello, su amistad con el poeta francés Antonin Artaud (1896-1948), residente en México en ese tiempo, durante el cual convive con los Tarahumaras, para encontrar la antigua cultura solar y experimentar con el peyote.

La fuerza narrativa de su obra, el rigor y originalidad en su abordaje temático, el cromatismo tan suyo, su empatía la mexicanidad de raíces populares, le dan un sello de singularidad ya enunciado; pero, y esto hay que subrayarlo, no hacía concesiones decorativistas ni patriotería tricolor; tendencia esta recurrente en artistas de su generación.

Alegoría del trabajo, 1936

Esta pintura, es ejemplo de esoterismo, inspirado por Antonin Artaud, quien percibió al paisaje mexicano como una poderosa, incluso amenazante zona llena de fuego.

Ello vino a afianzar trabajos de Izquierdo que ya evocaban – desde principios de los treintas- un misterioso ambiente rural con desnudos entre ruinas.

Alegoría del trabajo muestra interacción entre una mujer, cuerpos cósmicos y rayos de fuego de color naranja dorado. La mujer desnuda y desesperada se inclina y se cubre el rostro con las manos, en un amplio paisaje de colinas rojas y doradas. Sobre ella se eleva una figura que semeja una deidad, con un amenazante par de piernas masculinas que surgen del cielo nublado, fusionado con una esfera dorada cubierta con símbolos lunares y estelares. La mujer encogida y la amenazante presencia masculina, con una fuerte connotación sexual, podrían indicar que se trata de una alegoría o representación simbólica acerca de la explotación femenina.

Existencia relativamente breve

En 1945, Izquierdo fue contratada para realizar un mural. Cuando ya tenía avanzados bocetos y a punto de iniciarlo, le fue cancelado. Según trascendió, Siqueiros, Orozco y Rivera solicitaron la suspensión, “porque una mujer no tenía las cualidades necesarias para realizar trabajo mural”. Izquierdo denunció públicamente lo que había ocurrido, sin embargo, no tuvo apoyo de críticos ni de artistas.​

Pesé a todo, María tuvo reconocimiento en vida. Su obra se proyectó hacia México y el extranjero, gracias a los buenos oficios de Inés Amor y su Galerís de Arte mexicano.

Además, fue la primera mexicana en exponer en el Art Center de Nueva York.

María Izquierdo murió de una embolia en 1955. Posteriormente, en reconocimiento a su obra pictórica, la Unión Astronómica Internacional (UAI) bautizó un cráter de Mercurio con su nombre.

Nota: para la descripción de algunas obras, se tomaron elementos contenidos en las cédula de esas pinturas perteneciente a la colección  André Blastein, propiedad de la UNAM.

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