[Javier Padrón]
La pandemia no ha impedido el levantamiento de encuestas de intención del voto para el 2021. Algunas están hechas sobre las rodillas, en las que es obvio que se cobra a los que figuran en los primeros lugares y hay otras que aparentan una metodología sólida.
La más reciente es la de Demoscopia Digital, aplicada ¡a través de WhatsApp! en las catorce entidades donde habrá elecciones, y para el caso potosino el partido Morena está a la cabeza (24.70%), seguido del PAN (22.10%), PRI (10.80%) y PRD (2.76%); los indecisos no son pocos (34.49%).
En dos careos entre aspirantes, el puntero es el secretario de Educación, Esteban Moctezuma Barragán, en el primero con 21.30% de la intención del voto supera al edil capitalino Xavier Nava, con 15.30%, y al priista Joel Ramírez Díaz, titular de la SEGE, con 10.20%.
En el segundo careo, Moctezuma logra el 19.40% frente al panista Octavio Pedroza Gaitán, con 12.15% y repite Ramírez, con el 10.15%, ¿no encontraron a otro priista?
Por donde quiera que se le vea, la eventual candidatura de Esteban Moctezuma sería una práctica del pasado priista que contradice el espíritu de renovación que presume la 4T.
¿Cómo sería posible que en el siglo XXI tuviéramos a un gobernador de origen chilango que nunca ha residido en la entidad? ¿Solo porque tiene sangre potosina o por decisión de AMLO?
Ya se sabe que la Constitución local reconoce como potosinos a “los nacidos fuera del territorio del Estado, siempre que sean hijos de padre o madre potosinos”, como es el caso de Moctezuma, pero para ser candidato a gobernador tendría que cumplir con el requisito de residencia no menor de cinco años contados a partir de la adquisición de calidad de vecino, requisito que difícilmente cumplirá, solo que se tuerza la ley con interpretaciones al contentillo del interesado y se le pida una residencia menor, como si fuera potosino por nacimiento que regresa al terruño en plan redentor.
Su candidatura nacería con la mancha de un conflicto legal y si se le descarta, no solamente por los requisitos sino porque no parece interesado, Morena y sus aliados tendrán que buscar un candidato competitivo desde ahora como “plan B”, porque el PAN tiene muchas posibilidades de recuperar la gubernatura.
No necesariamente con Nava porque la relación ahora está rota y los grupos dominantes locales se inclinan por un candidato propio como podría ser Pedroza Gaitán, ya con suficiente experiencia y madurez. En otras encuestas está arriba de Nava.
Por pragmatismo y rentabilidad política, la dirigencia nacional impondría a Nava que, ante la exclusión por la dirigencia de Juan Francisco Aguilar y el diputado federal Xavier Azuara, ya tiene en la mira otras opciones partidistas, aunque sin estructura ni fuerza suficientes para ganar.
Por Nava como candidato externo abogarían los gobernadores panistas como Javier Corral (Chihuahua), Francisco Domínguez (Querétaro) y Francisco García Cabeza de Vaca (Tamaulipas), Miguel Márquez (Guanajuato) y el grupo del excandidato presidencial Ricardo Anaya, entre otros.
La duda mayor está del lado de Morena, no recibirá una votación masiva con cualquiera, no puede poner a un candidato con una tómbola o encuesta cuchareada.