Jorge Ramírez Pardo
¿Podemos ver cine mexicano los mexicanos?
La respuesta a la pregunta que encabeza este escrito no puede ser un monosílabo. Porque, en afirmativo o negativo, requiere una explicación.
Cuándo (casi) NO podemos ver cine mexicano los mexicanos
Una de las más sólidas películas del cine mexicano de las últimas décadas, Cabeza de Vaca de Nicolás Echevarría, tuvo todo diversas dificultades económicas y logísticas para su realización; pudo concluir luego de 8 años de trabajo y, mucho, gracias a la visión de la productora Bertha Navarro, quien consiguió financiamiento internacional para hacerla posible. Bertha es, por cierto, la productora e impulsora de Guillermo del Toro desde sus inicios.
Cabeza de Vaca, por así convenir a la exhibición de superproducciones extranjeras, fue programada para su estreno en la semana menos concurrida en las salas mexicanas, la denominada semana santa. Por lo mismo, tuvo tan sólo esa semana de exhibición y fue declarada como NO del gusto del público.
Este es un ejemplo, de la suerte que corre la exhibición del cine mexicano.
Lo cierto es también, que una película mexicana realizada con esmero y certificada internacionalmente por festivales tan prestigiados como Cannes, Berlín, Venecia, Toronto, Guadalajara, la Habana y Morelia, puede ser en los números cuantificada como fracaso en taquilla y NO del gusto del público mexicano.
¿Puede haber una valoración justa si la película nacional se estrena con 2, 3, 10 o, muy favorecida, 100 copias e igual número de salas, cuando una película hollywoodense sobre/ofertada apantalladora (habitualmente conjugación de violencia/glamour/estrellas-héroes/consumo de palomitas y aguas azucaradas y exceso de decibeles) con 500 copias, fechas y salas preferentes?
El desequilibrio es evidente y hay una ley que pudiera equilibrar, pero no reglamentos ni una decidida defensa y condiciones de los espacios y para exhibición en sana competencia.
De similar manera como sucedió hace unas semanas con el fideicomiso Fonca (Fondo Nacional para la Cultura y las Artes), sucede ahora con el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine, Fidecine. Los favorecidos salen a rasgarse vestiduras y defender la posibilidad de ser despojados unos pocos de muchos privilegios. El asunto de la exhibición queda, en buena medida, a la deriva.
Cuándo (a veces) SÍ podemos ver cine mexicano los mexicanos
Es generoso de su parte que Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro, salgan a defender e incluso consigan la congelación de la presunta desaparición de Fidecine.
La bancada de Morena lo sugirió y Delgado se reunió con algunos representantes de los realizadores fílmicos.
El portal web Café caníbal, de los comentaristas Mao y Rock, tituló una de sus emisiones “Los datos que no dicen los cineastas”. Ello confirma lo dicho más arriba en este texto:
- Los reintegros por comercialización, para la mayoría de los beneficiarios del Fidecine, son letra muerta porque los filmes tienen poco éxito en taquilla
- La película “La guerra de Manuela Yankovich” de Diana Cardoso, recibió 10 millones de apoyo en 2011. La película se estrenó 3 años después en dos salas. Fue vista por 769 personas. De 22 405 pesos obtenidos por su exhibición regresó 7 mil al Fidecine
- “El baile de San Juan de Francisco Atié, filmada en 2010. Recibió 7 millones y, hasta el momento, ha reintegrado 176 pesos.
- “Nueve meses nueve días” de Óscar Ramírez, filmada en 2009. Recibió 3 millones y regresó 5 pesos.
- 127 filmes de Fidecine y 173 de Foprocine no reintegraron dinero por concepto de comercialización
- Sólo hay demanda a 11 películas por incumplimiento en sus contratos
Por su parte, Víctor Ugalde, uno de los fundadores y defensores de Fidecine, argumenta a favor, pero también tiene un tono autocrítico en el “Homo cinéfilus”:
“Los comités de evaluación de Fidecine, comenta, han sido reacios a aprobar cine de terror y cine de animación. Si el gobierno va a quitar apoyo financiero a la producción fílmica, es necesario limpiar la cadena productiva cinematográfica para producir películas con nuestro dinero, como fue antes. Durante la década de los 80 el gobierno nomás impulsaba 10 películas al año; lo demás lo hacíamos con nuestros recursos; pero la cadena cinematográfica era sana. Hoy, con los monopolios -el más grande es la MPAA*- se pervierte todo, y destruyen a todos con los estrenos masivos; eso se tiene que evitar para que haya una libre competencia; hay leyes, que se cumplan o se mejoren, porque son perfectibles. Entonces ya no necesitaríamos dinero -el de Fidecine-, pero en las condiciones actuales, eso no es posible. Recordar los fideicomisos nacieron para corregir las perversiones del mercado.
*MPAA, es la Motion Picture Association of America. Algunos de sus miembros son: Walt Disney Studios Motion Pictures, Netflix Studios, LLC, Paramount Pictures Corporation, Sony Pictures Entertainment Inc., Universal City Studios LLC y Warner Bros. Entertainment Inc.
A la mesa de diálogo de realizadores de cine con los diputados Morena Mario Delgado y Sergio Mayer, acudió también Tabat Aguilar de la Canacine (Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica). Pero ahí nadie habló de la exhibición ni de los desajustes en Fidecine.
Quienes nunca han apoyado al cine mexicano, concluyen los comentaristas de Café Canibal, permiten que las grandes películas de Hollywood abarquen las carteleras, y Canacine amenazó con boicotear si se les imponían un tiempo en pantalla; mientras la exhibición mexicana está ahogada por empresas como Cinépolis y Cinemx.
Acá en despoblado
Mientras en la capital potosina, tenemos una gran infraestructura para diversas posibilidades cinematográficas. Le llaman Cineteca Alameda y dista mucho de ser cineteca porque no cuenta con acervo significativo propio, equipo de investigación, restauración, centro de documentación ni voluntad de su director para tener iniciativas importantes.
Ese es un espacio a redimensionar y urgido de un consejo consultivo, emanado de entre la pléyade de destacados conocedores de cine en la localidad, para darle programa de trabajo multidisciplinario, criterios, calidad y rumbo.