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Christo, artista con desafíos y libertad

Jorge Ramírez Pardo

…no voy a hablar de nada que no sea mi obra y, como mucho, mi vida.
No voy a hablar de política, ni de religión, ni de la crisis ecológica, ni de otros artistas…

Otra vez…, caray, se fue un gran artista.

Genuinamente artista, contemporáneo. Genuinamente congruente. Vivió oprobio y exilio en su país natal. Mutante de territorios, nacionalidades y propuestas estéticas indagatorias, envueltas en misterio y tela, en monumentalidad y libertad.

Llegó a producir obras tan monumentales y costosas como efímeras. Las hubo cuyo diseño llevó 20 años y más, pero su permanencia física in situ, tan solo dos semanas. Ah, pero la trascendencia. Las imágenes de sus trabajos de escasa temporalidad son íconos universales en el mundo del arte.

El artista Christo Vladimirov Javacheff, pintor, escultor y arquitecto, nacido en Sofía, capital de Bulgaria hace 84 años, ya no alcanzó a ver dos de sus creaciones artísticas programadas para este año en la ciudad de París, ciudad refugio para él y escala inicial de su peregrinar. Ambas aplazadas a causa de la actual pandemia que, como si fuera una obra de ese artista, altera tiempos y espacios.

La dupla laboral

Christo, realizó producciones artísticas junto con su esposa Jeanne-Claude hasta que ella falleció en 2009.

Por motivos económicos, iniciaron su propuesta de envoltura de objetos pequeños en papel; hasta desarrollar una expresión monumental de arte contemporáneo. Las etapas intermedias, desarrolladas en Francia, estarán montadas en una exposición próxima a inaugurarse. Antes ir a ello, conviene agregar que cuidaron siempre sus márgenes de libertad y fueron reacios a ser encasillados o asumir convencionalismos.

“Mis obras, comentó recientemente Christo al periodista Álex Vicente del diario madrileño El País, siguen teniendo la misma libertad, una libertad enorme. Hay una gratuidad radical en mis proyectos, en todos los sentidos de esa palabra. No tienen ni un ápice de política, solo son obras de arte. Están hechos para ser vistos, nada más. Y están abiertos a todas las interpretaciones, porque todas me parecen legítimas.

¿Son lo contrario a lo que es el arte en la actualidad?

Mis obras siguen teniendo la misma libertad, una libertad enorme. Hay una gratuidad radical en mis proyectos, en todos los sentidos de esa palabra. No tienen ni un ápice de política, solo son obras de arte. Están hechos para ser vistos, nada más. Y están abiertos a todas las interpretaciones, porque todas me parecen legítimas.

Christo se oponía a aceptar una exposición retrospectiva. Sin embargo, por excepción y por lo mucho que la ciudad significó en su trayectoria, aceptó la exposición mencionada, y allá mismo en París, dejó programado otro proyecto monumental.

Las obras programadas para Francia

Christo y Jeanne-Claude, Paris!, muestra a exponerse en el Centro Georges Pompidou, programada para marzo pasado y retrasada al 1 de julio. Acopio del trabajo juvenil realizado con su esposa francesa Jeanne-Claude…, coautora de una producción más extensa y compleja que esos edificios y monumentos disfrazados de tela con los que se hicieron famosos en todo el mundo.

“Trabajamos apasionadamente con Christo y los suyos en este proyecto con el que soñaba tanto como con la preparación del envoltorio del Arco del Triunfo, que tanto le ilusionaba”, comentó Bernard Blistène, director del Pompidou

Respecto al segundo proyecto en París, envolver el Arco del triunfo, cuando se le preguntó ¿Por qué el Arco de Triunfo?, respondió lo siguiente:

“En los sesenta viví en un minúsculo apartamento de la esquina y siempre lo tuve en mente. En 1962 ya ideé un proyecto para empaquetarlo. A diferencia de todos mis demás proyectos, obtener el permiso fue fácil. En un año estaba todo resuelto. Fue Emmanuel Macron quien lo autorizó, aunque nunca lo he conocido. Solo me reuní dos veces con su equipo y ya estuvo hecho…”

“A París Llegué allí como refugiado, sin dinero, sin conocer a nadie ni hablar una palabra de francés. Había nacido en Bulgaria en 1935 y tuve una infancia complicada. Crecí viendo a generales nazis matando a partisanos. Al terminar la guerra, mi padre, que era industrial, fue perseguido por los comunistas, porque era capitalista. Mi madre nació en Macedonia, pero también huyó, después de que su padre fuera ejecutado en la Guerra de los Balcanes de 1912. Fue un combatiente por la libertad. Nunca llegué a conocerlo, pero me pusieron su nombre (Christo).

Perfil de artista

Christo Solía decir, soy artista desde los siete años porque mi madre trabajaba como administradora en la Academia de Bellas Artes de Sofía y estaba todo el día rodeada de artistas, y yo a su lado. “Desde una edad muy temprana entendí que iba a dedicarme a eso. Mientras los demás niños jugaban fútbol, yo iba a talleres de artistas para oler los tubos de pintura. El problema es que en Bulgaria no podía ser artista. En pleno comunismo no tenía ninguna posibilidad, todavía menos siendo hijo de un capitalista… Escapé a Viena, luego a Ginebra y, desde allí, a París. Para ganarme la vida, trabajé reparando coches, lavando platos en restaurantes y cargando cajas de tomates. También hice algunos retratos de tipo realista, que se convirtieron en mi manera de sobrevivir. Así conocí a Jeanne-Claude (esposa), cuando hice un retrato de su madre.

Fue en París donde empecé a experimentar, a empaquetar los primeros objetos y latas de conservas… Empaquetar era fácil y barato. Eran obras que podían ser transportadas de un sitio a otro. Empecé usando papel para envolverlas, después plástico transparente para ver el interior. Y luego surgió el textil, que ha sido un material muy importante en la historia del arte, tanto como el mármol o el bronce. Mis obras eran como las tiendas de los beduinos. Tal vez reflejaban el nomadismo de mi vida, y también su fragilidad. Un freudiano diría que hay cierta relación…

La monumentalidad

En 1985, su proyecto en el Pont-Neuf de París marcó un antes y un después en su carrera. Ya había expuesto con Leo Castelli en Nueva York y había sido invitado a la Documenta de Kassel en 1968. Pero, de repente, se convirtió en un artista extremadamente conocido…

“Fue un cambio de escala. Fue un proyecto que materializó todo lo que Jeanne-Claude y yo llevábamos décadas pensando. En 1961 ya preparé un collage titulado Project for a Wrapped Public Building

[proyecto para un edificio público empaquetado]

, donde proponía envolver “un estadio olímpico, una sala de conciertos, un museo, un parlamento o una prisión”. Como ve, era muy importante que fuera un edificio público, que no estuviera en manos privadas. Más de veinte años antes del Pont-Neuf, ya lo tenía todo muy claro…

El poder de mis proyectos es que son libres. No puedes comprarlos ni venderlos. No puedes vender billetes en la entrada. Son únicos, en el sentido que duran solo un par de semanas y luego nunca vuelven a reproducirse. Solo suceden una vez en la vida. Nos pidieron miles de veces que hiciéramos otras puertas como las de Central Park, pero siempre dijimos que no. Además, son obras vivas, que respiran. En el Arco de Triunfo de París, el próximo monumento que envolveré, suele soplar un viento muy violento. Otros saldrían corriendo, pero a mí me gusta…

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