Jorge Ramírez Pardo
Ayer por la tarde (7.30 pm), concluía una nueva versión de esta columna Galería de diversos, cuando en una transmisión con video “en vivo”, vi el recuento de los daños generados por supuestos manifestantes en, también, supuesta protesta por desmanes policiacos en Jalisco que causaron la muerte del joven albañil Giovanni López.
El suceso siembra más dudas que certezas respecto a lo ahí acontecido.
Un cronista en directo, Jorge Saldaña, recorrió el lugar de los hechos e hizo un recuento de los daños provocados por los, vale insistir, “supuestos” manifestantes. Lo de “supuestos manifestantes”, se entrecomilla, es decir se pone en duda, porque, como ya sucedió durante los desmanes a varios edificios emblemáticos del Centro histórico potosino (iglesia de la Compañía, edificio de rectoría de la UASLP, Museo de la máscara) el 8 de marzo, o varias veces en la Ciudad de México, quienes destruyen, o algunos de ellos, no son manifestantes sino vándalos sembrados, calificados con el eufemístico término de “anarquistas”.
“… un pequeño grupo que no pasaba de los 30 inició una manifestación -consigna una crónica del suceso-, se había dicho sería pacífica, pero luego el panorama cambió en forma vertiginosa, los participantes, ante la llegada de más personas, unas vestidas totalmente de negro y casi todas con el rostro cubierto…”
El narrador citado, durante su recorrido fue insistente en decir “esto no es el 1º de enero de 1986”; cuando otros “supuestos” manifestantes, a causa de la imposición/madruguete (literalmente durante la madrugada) del presidente municipal de la capital potosina, entonces Guillermo Medina de los Santos, de malhadada memoria. Suceso que, en el momento hizo una notable abolladura a la gubernatura de Florencio Salazar y, a la postre, provocó su renuncia.
¿Lo de ayer es gol autogol a la gubernatura?
Saldaña, entrevistó a una anciana desesperada porque, decía, la policía se llevó a un joven menor de edad que le acompañaba y nada tenía qué ver con los sucesos.
Una activista entrevistada, decía que el tono de los acontecimientos era porque con el gobierno no se puede dialogar no escucha. Ella demandaba respeto a las mujeres y derecho al aborto.
Convergencia de opiniones
Luego de consultar distintas fuentes informativas y recabar comentarios editoriales confiables, es posible promediarlas a manera de elementos hipótesis a comprobar unos, y otros bien evidentes:
- Los sucesos transcurrieron durante dos horas y, las autoridades se percataron de ello desde el inicio cuando se destrozó a la puerta de la Fiscalía y se incendió una patrulla de Soledad.
- Los últimos 18 minutos, al interior de la sede del Congreso frente a Plaza de armas, fueron de una vandalización tan extrema como evitable. Si habían transcurrido 100 minutos de amagos, protestas e insultos, cómo fue posible que nadie tuviera siquiera un intento de impedir, primero el ingreso; luego los destrozos nihilistas, extremos, sin nada de carga simbólica de protesta, sino, de evidente destrozo.
- Es inexplicable que nadie haya impedido el ingreso de “manifestantes”, a un edificio, el del Congreso, habitualmente resguardado. Tampoco que se haya permitido tanto destrozo. ¿No tiene el sitio guardia permanente ni cámaras de vigilancia?
- La policía, primero estuvo ausente total; luego intervino, muy numerosa, tarde y mal; con ejercicio de violencia marcado contrata con su previa omisión preventiva extrema
- Los detenidos, dado el perfil de algunos, parecen acción más para justificar su actuar a destiempo; y ejercicio selectico hacia los menos.
- Tres mujeres detenidas son defensoras del agravio en puerta contra la sierra de San Miguelito; sus compañeros de militancia afirman que no tuvieron participación con el hecho vandálico
- Un medio impreso –no dice cómo la obtuvo- recaba una opinión cliché del gobernador Juan Manuel Carreras “antes los hechos de provocación la policía actuó para evitar daños a los edificios públicos”. Otra vez, son los edificios lo que importa y no el hecho social ni la gobernabilidad.
- El secretario general de gobierno Alejandro Leal Tovías, estuvo en el sitio dañado y también hizo la clásica declaración también de cliché de plantilla for export: “se actuó con prudencia y se interpondrán denuncias y sanción a los responsables”. Sólo que dichos responsables se escurrieron y ahora tienen “chivos expiatorios”, algunos seleccionados.
Hay interrogantes impuestas por la lógica y la costumbre de mirar un gobernador débil y un presidente municipal, ahora ausente, en campaña chapulina:
- ¿Acaso no es el suceso, o sólo parece, un elemento distractor para echar tierra al fraude en el sector salud estatal que tienen al borde a su titular Mónica Rangel?
- ¿Por qué ataque a la sede del Congreso donde se habrá de analizar y fallar en cuanto la facturación y sobreprecios de medicinas y equipos; la definición del área protegida de la Sierra de San Miguelito (oscilante en este momento entre el rescate de 100 mil hectáreas o, a conveniencia de fraccionadores, sólo la décima parte del territorio); y la aprobación de un endeudamiento por 700 millones de pesos para aterciopelar la salida del gobernador Carreras, sin la mejor y sana opción, de hacer ajuste de cuentas fraudulentas pendientes con sus dos antecesores inmediatos, Marcelo de los Santos y Fernando Toranzo.
Ante tal panorama
Frankestein sonreiría… y Kafka vuelve a lucir como narrativo costumbrista.
El gobernador Carreras, en tales circunstancias parece empeñado en afianzar su imagen de debilidad y tibieza para gobernar cuando las circunstancias le pudieron ayudar a un mandato afianzado en la recta final.
De asuntos artísticos, tema habitual, en este espacio, es rutinario y monótono advertir que en el mando estatal del denominado sector cultura la timoratez de cacicazgo grupal con 25 años de antigüedad y crecimiento exponencial continúa en la escala de Píter, entre más grande obeso y sobre asalariado, más pequeño. Lo ¿rigen? dos suma-restas sobrinos de ex gobernadores. Ahí la pandemia parece crónica no pasajera ni circunstancial.