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Fernando Leal, precursor del muralismo potosino

Jorge Ramírez Pardo

Cuando se hace referencia a los iniciadores del Muralismo mexicano, es frecuente mencionar a los denominados tres grandes de ese movimiento pictórico: José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. También se les denomina muralistas mexicanos de la Primera generación. Al resto, y son mucho y varios muy destacados, se les denomina de la segunda o posterior generación.

Afirmación por precisar.

Otro lugar común para referirse al Muralismo mexicano es que su presencia inicial es en el antiguo Colegio de San Ildefonso –entonces Escuela nacional preparatoria-, en el Centro histórico de la ciudad de México.

Afirmación casi exacta.

El tema y sus datos afines

El Muralismo mexicano, movimiento pictórico mexicano, también considerado la primera vanguardia artística en el continente americano –antes y/o en tiempo simultáneo, surgieron en Europa, entre otras vanguardias, el dadaísmo, el futurismo, los expresionismos soviético y alemán, por mencionar algunas de los más universales-.

La vanguardia del Muralismo mexicano, es un movimiento artístico impulsado, por José Vasconcelos, primer Secretario de Educación pública en México durante el gobierno de Álvaro Obregón (1920 a 1924).

Vasconcelos convoca a los llamados tres grandes y a otros artistas para realizar pinturas narrativas referidas de manera primordial a la Revolución mexicana en los muros de edificios públicos emblemáticos –con inicio en el Colegio de San Ildefonso-.

¿Por qué en los muros, por qué esos temas, por qué en esos sitios? Para que el grueso de la población, con alto porcentaje aún de analfabetismo “leyera” su legado histórico reivindicativo en espacios de pertenencia colectiva.

Otros artistas presentes en San Ildefonso

No todo fue, a partir de 1922, temática de la Revolución mexicana en las pinturas plasmadas en los muros de San Ildefonso –Orozco pintó una extraordinaria dupla de Hernán Cortez y la Malinche desnudos en un cubo de escalera-; Rivera, por su parte, pintó el mural La creación con temática mitológica clásica. Tampoco fueron sólo iniciadores los tres grandes, ahí mismo dejaron destacados murales Jean Charlot, Fermín Revueltas, Ramón Alva de la Canal y Fernando Leal, a quien de manera primordial se referirá este escrito.

Al mismo tiempo, encomendó el propio Vasconcelos a Gerardo Murillo -doctor Atl- y a Roberto Montenegro la decoración del exconvento e iglesia de San Pedro y San Pablo, ubicado también en el centro de CDMX.

Leal en San Ildefonso

En 1921, José Vasconcelos visitó el estudio de Fernando Leal y vio su cuadro de gran formato Campamento zapatista. Ello propició la invitación para que se sumara al inicio del Muralismo mexicano. Sobre ello recordaría, “en aquel momento, era yo el primero que pintaba una escena de la Revolución, con gran disgusto de todo el mundo, como ya dije, y muy especialmente de Ramos Martínez, quien no concebía que se pudiera pintar un indio con cananas y pistola, cuando era más ‘millet’ pintarlo con una olla entre las manos.”

Suceso un tanto paradójico, porque Leal es precursor en cuanto recrear el tema Revolución mexicana, y no lo hace para su primer mural.

Fernando Leal, entonces, es uno de los iniciadores del Muralismo mexicano. Su primer mural, La fiesta del señor de Chalma, realizado entre 1922 y 1923 en la antigua el Colegio de San Ildefonso, escapa al tema revolucionario; y se refiere a un suceso popular tradicional. Representa el sincretismo o mestizaje que se da entre las culturas que se unen a partir de la conquista.

Sobre su elección, comentó, no me atraen los temas relacionados con la historia, por eso elaboré “una escena moderna de danzantes en el interior de una iglesia, convenciéndome a mí mismo de que dicha escena bien podía simbolizar la persistencia de la idolatría indígena a través de los ritos católicos”.

También en San Ildefonso, pinta el conjunto de murales La epopeya bolivariana (1930-1933), nueve tableros, siete de los cuales representan a los libertadores de América y otros dos simbolizan la ideología antiimperialista.

Murales potosinos de Leal

De varios trabajos murales realizados en la capital potosina, los realizados en la “nueva” estación de ferrocarril son los más relevantes, por sus dimensiones, complejidad, composición y manejo de colores.

En 1943, pinta El triunfo de la locomotora y La edad de la máquina. En el primero se presenta un contraste entre las formas antigua y moderna de viajar. La forma antigua, a pie y a lomo de burro o caballo, muestra asaltos y otras escenas violentas, mientras que el tren se muestra atravesando grandes distancias.

Según comentarios de la estudiosa de artes Delmari Romero Keith, se observa ahí el propósito de no hacer pintura alegórica ni simbólica, sino una pintura con un contenido nacional; en sus indios, sus mestizos, sus criollos, están presentes los problemas sociales que los hombres resuelven en su trabajo diario, y a través del cual, el pintor pretende mostrar la existencia de lazos providenciales, el milagro que envuelve nuestra diaria existencia y aun alcanza un sentido de nacionalidad.

Leal tiene, junto a con otros muralistas mexicanos, una preocupación por la composición lógica. En cuanto al colorido, muestra una graduación sutil de las tonalidades que le permite alcanzar al mismo tiempo brillo y riqueza. Elimina los tonos sombríos; tiene en sus pinceles un registro amplio de colores.

Murales potosinos de Leal

De varios trabajos murales realizados en la capital potosina, los realizados en la “nueva” estación de ferrocarril son los más relevantes, por sus dimensiones, complejidad, composición y manejo de colores.

En 1943, pinta El triunfo de la locomotora y La edad de la máquina. En el primero se presenta un contraste entre las formas antigua y moderna de viajar. La forma antigua, a pie y a lomo de burro o caballo, muestra asaltos y otras escenas violentas, mientras que el tren se muestra atravesando grandes distancias.

Según comentarios de la estudiosa de artes Delmari Romero Keith, se observa ahí el propósito de no hacer pintura alegórica ni simbólica, sino una pintura con un contenido nacional; en sus indios, sus mestizos, sus criollos, están presentes los problemas sociales que los hombres resuelven en su trabajo diario, y a través del cual, el pintor pretende mostrar la existencia de lazos providenciales, el milagro que envuelve nuestra diaria existencia y aun alcanza un sentido de nacionalidad.

Leal tiene, junto a con otros muralistas mexicanos, una preocupación por la composición lógica. En cuanto al colorido, muestra una graduación sutil de las tonalidades que le permite alcanzar al mismo tiempo brillo y riqueza. Elimina los tonos sombríos; tiene en sus pinceles un registro amplio de colores.

En el Coloso de Villerías

De regreso a San Luis Potosí, en 1958, realiza en el Teatro de la Paz 4 mosaicos en vidrio: La Danza de Xochiquetzalli, Representación de la Celestina, Una pastorela a fines de la Colina, y La gorda y el flaco en una carpa.
***

Fernando Leal, dejó en muros potosinos algunos de sus mejores trabajos murales. Como pintor visitante, él y su obra corre, una suerte similar a la mayoría de los destacados pintores potosinos. Han sido poco valorados y estudiados.

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