Jorge Ramírez Pardo.
El cinematógrafo celebra su 125 cumpleaños.
México y el mundo recuerda al hispano/mexicano Luis Buñuel, nacido en Calanda, España. Concluyó su labor como realizador fílmico en 1977 y falleció, 4 años después.
Para México hubo dos presencias de Luis Buñuel; el privado con gran desenvoltura y disfrute con sus amigos.
Otro Buñuel en México fue el público de discreto proceder, de intención precisa, pero siempre enigmática, siempre experimental y, también de continuo, con ejercicio pleno o matices de su pertenencia al perturbador surrealismo, emanado de los sueños –con frecuencia pesadillas-, pero contrario a los ensueños artesanales de la cinematografía predominante en su entorno. A ese se referirá este texto.
Antecedentes
Nacido en una provincia de España, al interior de una familia de ascendente en su pueblo natal, es enviado a estudiar con jesuitas. De inteligencia sobrada, conocerá de religión católica y ello será tema abordado en algunas de sus películas con un fono y agudo tono críptico (Nazarín y Simón del desierto, en México; La vía láctea, en Francia).
En Francia filma sus dos mediometrajes plenos de surrealismo: El perro andaluz y La edad de oro.
Va a los Estados Unidos y allá permanece mientras transcurre la Segunda guerra mundial, pero no consigue realizar ninguna película.
Llega e México en 1946 en condiciones precarias y la obligación de mantener a sus esposa y a sus dos hijos Juan Luis.
Llegada al país
El mismo año de su arribo a México, consigue filmar Gran Casino (1946), con Jorge Negrete y Libertad la Marque en los papeles protagónicos. La película se filma dentro de los esquemas de la industria cinematográfica mexicana; poco tiempo de rodaje y argumento simplón con actores que garanticen taquilla. A estas películas, hechas por encargo y alejadas de su natural ejercicio de constante experimentación e incorporación de toque surrealista y noto irónico, el las denominaría “alimenticias” o aquellas realizadas con la obligada necesidad de comer y sobrevivir.
Buñuel filmó en México una veintena de películas. Aún las llamadas “alimenticias” son de indudable calidad, pese a la sobriedad de hechura y esquematismo de comedia inducida con “fórceps” de algunas.
Con El gran calavera (1949) tiene éxito de taquilla y logra una comedia con trasfondo crítico hacia las diferencias de clase. Fue, comentó Buñuel, una oportunidad para ejercitarse en el cine industrial. “[Hacer esta película] me divirtió porque me ejercitaba técnicamente. Me entretuve con el montaje, la estructuración, los ángulos… Todo eso me interesaba, porque aún era yo un aprendiz en el cine digamos «normal».”
Primera obra maestra en México
Vendrán luego la célebre Los olvidados (1950), de consabido reconocimiento internacional. Al principio genera controversia e, incluso, rechazo de algunos sectores mexicanos, pero, cuando obtiene la Palma de oro como mejor película en el Festival de Cannes. Se trata de una visión realista en la vida de México y el derrumbe de dos mitos impuestos por el cine mexicano hasta entonces, que los pobres son esencialmente buenos y resignados; que la mujer madre carece de sensualidad y pulsión sexual.
Muestra la fatalidad del destino, sobre lo absurdo e irracional de la vida misma. Los deseos ocultos, los sueños y las pasiones son características primordiales en los personajes del filme.
La comedia irónica y la sensualidad manifiesta
Susana (1950) Pudo ser un melodrama irrelevante. No con la dirección de Buñuel.
Lilia Prado en Subida al cielo (1951), y La ilusión viaja en tranvía (1953); Katy Jurado en El bruto (1952); Miroslava en Ensayo de un crimen (1955), fueron despojada por Luis Buñuel de sus papeles decorativos, a veces anodinos (con excepción de la Jurado que hizo un papel relevante en Hollywood al lado de Marlond Brando) y sensualidad contenida que las convirtió en pantalla –si se parafrasea el título de su última película filmada en Francia- oscuros objetos del deseo.
La hija del engaño (1951), Una mujer sin amor (1951), Abismos de pasión (1953), en cambio, pertenecen, aún con el sello Buñuel, a la categoría de películas alimenticias, artesanales, esto es, llenan un esquema que en el cine industrial mexicano era repetitivo y predecible con el único afán de los productores para que fueran películas taquilleras.
Hay otro conjunto de películas que filmo durante su época mexicana, pero son co producciones con Francia o Estados Unidos, todas “alimenticias”: Robinson Crusoe (1952), Abismos de pasión (1953), Los ambiciosos (1959) y La joven (1960).
Escapa a esa categoría y entra al sello Buñuel, La Muerte en este Jardín co producción con Francia protagonizada por Simone Signoret.
También obras maestras mexicanas
Él (1952).- Francisco aparenta ser un hombre tranquilo, conservador y religioso, dueño de una conducta irreprochable. Una mañana, al asistir a la iglesia, conoce a Gloria quien resulta ser la novia de un amigo suyo. Francisco logra separarlos y casarse con la joven. A partir de su matrimonio, la conducta de Francisco se va alterando hasta convertirse en un hombre celoso y paranoico. “Quizá es la película donde más he puesto yo. Hay algo de mí en el protagonista.” Buñuel habla así de Él, uno de sus filmes favoritos y uno de los mejores de su etapa mexicana.
Él presenta, con grandes dosis de humor negro, el retrato de la descomposición emocional de un hombre paranoico y los desastrosos efectos que sus celos provocan en las personas que lo rodean.
Nazarín (1958).- En el México de principios del siglo veinte, el humilde cura Nazarín comparte su pobreza con los necesitados que habitan alrededor del mesón de Chanfa. Después de proteger a una prostituta que provoca el incendio del mesón, Nazarín se ve obligado a abandonar el lugar. En su camino, las acciones del religioso provocan una serie de conflictos que se oponen a su visión de la caridad cristiana.
Valoración de un sacerdote sencillo y evangélico, acaso como los primeros cristianos. Por ello, un cuestionamiento al incongruente proceder de numerosos sacerdotes católicos alejados de sus principios doctrinarios.
Más obras maestras en México
El productor de cine Gustavo Alatriste, con el afán de redimensionar a su entonces esposa Silvia Pinal, hace el aporte y gestiones para la realización de 3 obras fundamentales en la trayectoria de Luis Buñuel. Emergió un desdoblamiento de la actriz que sumó a su indudable belleza, talento histriónico, también de entonces, que el cine mexicano no había visto:
Viridiana (1961).- La novicia Viridiana, a punto de tomar los hábitos, debe abandonar el convento para visitar a su tío don Jaime, quien le ha pagado los estudios. Durante su visita, don Jaime intenta retenerla. Al no lograrlo, el hombre se suicida, provocando que Viridiana renuncie a ser monja y se quede en la mansión a practicar la caridad cristiana. La llegada de Jorge, hijo natural de don Jaime, cambiará definitivamente el destino de la joven.
El ángel exterminador (1962).- Al finalizar una cena en la mansión de los Nóbile, un grupo de burgueses descubre que una razón inexplicable les impide salir del lugar. Al transcurrir los días, la cortesía inicial de los invitados se transforma en el más primitivo instinto por la supervivencia.
Simón del desierto (1964).- El estilita Simón se ha mantenido en penitencia de pie sobre una columna por más de seis años. Un rico devoto le obsequia una mejor columna y Simón realiza el milagro de devolverle las manos a un mutilado. Durante varios días, Simón continua en penitencia mientras el diablo se le aparece tratando de tentarlo. Al final, el diablo se lleva a Simón a un viaje con destino a un cabaret de la ciudad de Nueva York.
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Luis Buñuel, sin duda un genio de la cinematografía universal.
Muy recomendable para los estudiantes de cine y nóveles realizadores, la revisión y estudio de su obra.
También es recomendable la lectura de sus dos libros: Mi último suspiro y Prohibido asomarse al interior. Memoria el primero y entrevista el segundo. En ambos hace un recuento de su filmografía, motivos, circunstancias y desarrollo de la misma.