Jorge Ramírez Pardo
Hace medio año inició esta columna de opinión Galería de diversos con varias definiciones y reflexiones en torno al concepto cultura, empleado por costumbre de manera equívoca.
Este era una de esas definiciones.
El concepto Cultura, cercana a su etimológico “cultivar”, según el escritor chapaneco Eraclio Zepeda es “toda hechura humana que el hombre agrega a la naturaleza”; con el agregado “en proceso evolutivo y transformador”.
Sin embargo, en la práctica, se denomina cultura tan sólo a lo artístico y a lo artesanal. Hay sección de Cultura en algunos medios de comunicación y una Secretaría de Cultura federal y local en algunos estados, incluido San Luis Potosí. Predominan como entidades/entelequias o imaginerías omisas en cuanto asumir y aspirar a incidir en el ancho significado de “todo lo que el hombre agregó a la naturaleza; en proceso evolutivo y transformador” -fenómeno político, económico, educativo, social-. Es pues cobertura de microestructuras endógenas, sólo por excepciones de creadores sobre-salientes, inmersos o en el borde de lo super-estructural.
Sigue el alegato respectos a becas y fidecomisos
El anuncio de supresión y/o revisión de fideicomisos gubernamentales surgidos como apoyo a lo que se denomina cultura, es decir, en la práctica, aspiración a creación artística en abril pasado, generó dos reacciones predominantes:
- Un rechazo airado y escandaloso de los beneficiarios, se sabe, la mayoría recurrentes y conformadores de una élite privilegiada (creativos orgánicos, para entonar con la actual nomenclatura) y no sujeta a un ejercicio de evaluación.
- La solicitud de gremios artísticos en busca de supervivencia de acciones, promoción y espacios para su desempeño.
La realidad genuina es que cuando un creativo con trayectoria e incluso con propuestas capaces de incidir en lo cultural, es decir cuestionar el orden establecido y propiciar su desarrollo evolutivo, así sea tan sólo en expresiones formales, esto es depurado de elementos ideológicos o proclives a posiciones políticas.
Un actor/artista, si es protegido de becas recurrentes, suele abandonar la línea creativa y trocar su producción en expresiones decorativas y asumir una postura comodina de creativo orgánico o ligado al complacer el discurso complaciente a lo gubernamental o quien lo beca.
En el caso de San Luis Potosí, para matizar lo reiterado en este espacio, la Secretaría de Cultura, desde cuando tuvo la nomenclatura de Instituto, inició un ejercicio de cacicazgo colectivo vigente hasta la fecha, con las siguientes características:
- Encabezada en juego de relevos por el nepotismo cuyos actores principales son sobrinos de los ex gobernadores Fonseca Álvarez y Silva Nieto.
- Tiene exceso de directivos sobre/asalariados, la mayoría prófugos de la aspiración a creadores artísticos.
- A su vez soportados por una abultada burocracia con baja y no evaluada productividad. En más de alguna dirección hay trabajadores sindicalizados que hacen labor efectiva 2 de 7 u 8 horas, esto es, entre 5 y 6 horas son muebles humanos estorbantes.
- Juntos, directivos y tropa consentida, se benefician de más del 90% de presupuesto asignado al sector.
Un ejemplo al sur del continente
Buscando el desarrollo de otros modelos, se encontraron en Colombia algunas ideas de producción de artes para la Cultura en ese país:
- La ministra de Cultura, Carmen Inés Vásquez Camacho, nacida en la costera ciudad de Buenaventura, por primera vez en la historia de ese país es de origen negro (20% de la población nacional lo es). Es abogada con amplia experiencia administrativa en su país y en instituciones internacionales.
- Acorde al programa nacional de Economía Naranja, impulsa programas culturales sustentables y con incidencia en mercados específicos (cuando se es becario sobreprotegido de élite o creador orgánico, te vale pepino el impacto comunitario y la solvencia de cualquier programa; todo a fondo perdido).
- También en Colombia, se detectaron por regiones geográficas, conjuntos de mujeres haciendo Cultura, esto es programas de trabajo de origen, ascendente y origen comunitario de genuino impacto. Todas son menores de 50 años y tienen carreras de múltiples disciplinas en las cuales lo artístico es un propósito terminal, pero antecedido por soportes económicos, jurídicos, sociológicos, antropológicos, sanitarios. Al respecto Potosí Noticias publicó en la semana: “Jóvenes colombianas hacen cultura”: https://potosinoticias.com/2020/07/29/jovenes-colombianas-hacen-cultura/
Estrategias posibles
En el esfuerzo nacional por depurar de corrupción y excesos administrativos, ha aspiraciones legítimas que, a los sectores creativos y gestores promocionales con aspiraciones a incidir en el marco cultural, conviene considerar:
- Contracción y refundación del aparato burocrático administrador de recursos para la creación artística.
- Conducción y administración de espacios e instituciones denominadas culturales, desde un criterio social y regidos por consejos directivos asentados en la comunidad artística y la sociedad.
- Alentar actividades y publicaciones que contribuyan a la identificación, contextualización y promoción de ejercicios artísticos oficiosos, evolutivos e interactuantes con la sociedad.
- Desarrollo de la anterior y otras actividades que ayuden a la formación de públicos.
- Propiciar no sólo la producción, sino incidir de manera sustantiva en la distribución y consumo de productos culturales. Ejemplo distópico de esto es la producción fílmica en México. Los becarios del gremio han hecho señalados reclamos para que continúen los subsidios a la producción de películas, pero, poco o nada se atiende a la exhibición de las mismas que, en la actualidad es cuasi-monopólica y destina menos del 10% a películas mexicanas.