Los funcionarios libaneses a quienes se investiga por la explosión masiva que arrasó parte de Beirut trataron de echarle la culpa a otros por la presencia de sustancias peligrosas abandonadas en el puerto de la ciudad, y el presidente francés, de visita en el país, advirtió el jueves que sin reformas profundas el país “seguirá hundiéndose”.
La explosión del martes, que al parecer fue causada por un incendio accidental que prendió fuego a un almacén lleno de nitrato de amonio en el puerto de la ciudad, se extendió por toda la capital libanesa, matando al menos a 135 personas, hiriendo a más de 5 mil y causando una destrucción generalizada.
La tragedia también puede haber acelerado otra: la crisis de salud por el coronavirus en el país, ya que miles de personas inundaron los hospitales a raíz de la explosión. Decenas de miles de personas se han visto obligadas a mudarse con sus familiares y amigos después de que sus hogares sufrieran daños, lo que aumentó aún más los riesgos de exposición.
Bulldozers del ejército libanés trabajaban entre los escombros para reabrir las carreteras en torno al destruido puerto, al día siguiente de que el gobierno prometiera investigar la explosión y pusiera a los responsables del puerto bajo arresto domiciliario.
El presidente francés, Emmanuel Macron, recorría la ciudad el jueves en medio de promesas de ayuda internacional. Sin embargo, Líbano, que ya estaba sumido en una grave crisis económica, enfrenta un enorme desafío en su reconstrucción. No está claro cuánto apoyo ofrecerá la comunidad internacional al gobierno, notoriamente corrupto y disfuncional.
Macron, que estaba por reunirse con altos funcionarios libaneses, dijo que su visita era “una oportunidad para tener un diálogo franco y estimulante con los poderes políticos y las instituciones libanesas”.
Dijo que Francia trabajará para coordinar la ayuda pero advirtió que “si no se hacen reformas, Líbano seguirá hundiéndose”.
Se calcula que la explosión provocó pérdidas entre los 10 mil y los 15 mil millones de dólares, afirmó el miércoles gobernador de Beirut, Marwan Abboudm a la televisora saudí Al-Hadath, añadiendo que casi 300 mil personas se habían quedado sin hogar.
El pequeño país mediterráneo ya estaba al borde del colapso, con un desempleo disparado y una crisis financiera que ha acabado con los ahorros de la población. Los hospitales ya estaban presionados por la pandemia del coronavirus, y uno sufrió tantos daños que tuvo que atender a los pacientes en un campo cercano.
Hay una creciente indignación contra la clase política que domina el país desde la guerra civil de 1975-1990, considerada desde hace tiempo como corrupta sin remedio e incapaz de proveer incluso servicios básicos como electricidad y recolección de basura.
Las pesquisas se centran en cómo acabaron 2 mil 570 toneladas de nitrato de amonio, un producto muy explosivo empleado en fertilizantes, almacenadas en el lugar durante seis años, y por qué no se hizo nada al respecto.
El puerto de Beirut y su oficina de aduanas son conocidos por estar entre las instituciones más corruptas y lucrativas de Líbano, sujetas a influencias de distintos políticos y facciones, incluida la milicia Hezbollah, respaldada por Irán.
Las conjeturas que apuntaban a la negligencia como causa del accidente se vieron avivadas por una carta que circulaba en internet, y que indicaba que el departamento de aduanas había advertido varias veces a lo largo de los años de que el cargamento de nitrato de amonio era un peligro, y había pedido a las autoridades judiciales un fallo sobre cómo retirarlo.
El material estaba en el puerto desde que fue confiscado de un barco años antes. Dadas las fechas y el tamaño del cargamento, podría tratarse del MV Rhosus. Ese barco fue confiscado en Beirut en 2013 cuando entró en el puerto por problemas técnicos, según abogados que participaron en el caso. Procedía del país de Georgia y su destino era Mozambique.
Se cree que el nitrato de amonio estalló después de que se produjera un incendio cercano.
Fue la explosión más potente registrada en la ciudad, que ha sobrevivido a décadas de guerra y conflicto. Varias cuadras de la ciudad quedaron cubiertas de escombros, cristales rotos y vehículos dañados.
Las autoridades han acordonado el puerto, donde la explosión dejó un cráter de 200 metros (yardas) de diámetro y destrozó enormes silos de grano, vaciando su contenido entre los escombros. Se estima que alrededor del 85 por ciento del grano del país se almacenaba ahí.
Líbano es muy dependiente de las importaciones y la destrucción del puerto, junto con la crisis de liquidez, han despertado el miedo de que haya desabastecimiento.
Dos aviones llenos de ayuda y rescatistas franceses salieron hacia Beirut, y Macron ofreció apoyo al antiguo protectorado galo. Los dos países mantienen estrechos lazos políticos y económicos.
Otros países, como Grecia, Qatar, Kuwait, Turquía y la Unión Europea han enviado material médico, ayuda humanitaria y equipos de búsqueda y rescate.
Fuente: AP.