Guz Guevara vive con discapacidad motriz debido a que padece una enfermedad conocida como huesos de cristal, a pesar de lo cual es autosuficiente, tiene trabajo, comparte casa con amigos y vive su sexualidad. Aunque su discapacidad no lo limita, sí cree que fue la condición de vulnerabilidad la que identificó en él un agresor para drogarlo, abusar de él y robarle, publicó el portal Animal Político.
Ocurrió a principios de mayo, en la ciudad de San Luis Potosí, y el medio de contacto fue la aplicación de citas gay Grindr. La sorpresa de Guz fue descubrir que su caso no era aislado, sino que encontró a otros chicos a los que les pasó lo mismo: un contacto por internet, un individuo que se ofrece a ir a su casa a conocerse aunque ya sea tarde, y que llega con alguna bebida que, después de apenas unos tragos, deja a la víctima inconsciente.
En su caso, el sujeto traía una botella de vino tinto. A él le supo un poco raro y pronto empezó a sentirse mal, por lo que le pidió al sujeto que se fuera. Pero eso no ocurrió, y él ya había perdido las fuerzas como para defenderse. Se despertó más de siete horas después, todavía desorientado, con un brazo facturado, había sufrido una violación sexual y en su casa faltaban objetos de valor que la Fiscalía valuó en 55 mil pesos.
La historia de Jaime (nombre ficticio por confidencialidad) es casi igual y sucedió dos meses después. Llevaba un par de días platicando por internet con un alguien que conoció por Grindr y que ya le había preguntado dónde vivía, entre muchas otras preguntas. Así que un martes de pronto le dijo que tenía que ir por el rumbo, que si pasaba a su casa para conocerse y llevaba unas bebidas, y él aceptó porque como su trabajo es en la tarde, no tenía problema de levantarse temprano.
Cuando el hombre llegó, recuerda, traía dos Caribe Cooler y justo una se le cayó y se rompió. Jaime dijo que no se preocupara, que dentro tenía cervezas, pero el otro insistió en regresar a su coche por otra bebida igual. Ya dentro y después de haber probado la botella, Jaime empezó a perder las fuerzas muy rápido. No despertó hasta 14 horas después, todavía sin equilibrio, solo para darse cuenta de que habían desaparecido objetos por un valor de 34 mil pesos.
No hubo abuso sexual ni violencia física, pero las pruebas toxicológicas mostraron que tenía metanfetamina y benzodiacepina en el cuerpo. Según cámaras de seguridad cercanas, desde que el agresor entró hasta que salió pasaron apenas 55 minutos.
Tras conocer el caso de Guz y empezar a cruzar historias con otros jóvenes, encontró a uno que fue víctima del mismo sujeto, apenas hora y media antes que él.
En su caso, la vulnerabilidad que encontró el agresor pudo ser que él no es originario de San Luis Potosí, por lo tanto no tiene una red de apoyo tan fuerte. Y es que el agresor le dijo que era también de fuera, de Guerrero, y a su víctima anterior le dijo que era de Pachuca, aunque les contó distintas historias para explicar por qué estaba en la ciudad.
De acuerdo con la Fiscalía General del Estado de San Luis Potosí, no hay indicios de que haya una banda o sujetos que estén haciendo estos ataques de forma serial, a pesar de estos casos registrados en los últimos meses. Pero señaló también que suelen ser casos que se denuncian poco porque las víctimas sienten vergüenza de que se vaya a hacer público que les ocurrió después de utilizar una app de citas.
Víctimas no denuncian y apps no colaboran
Cuando Guz fue a presentar su denuncia, le parecía que la vía más directa para localizar al delincuente era que Grind proporcionara sus datos, ya que estas aplicaciones no solo recaban un nombre de usuario y teléfono, sino que funcionan con geolocalización para poner en contacto a personas que están cerca.
Pero se topó con pared. Le explicaron que ni siquiera era posible solicitarle la información, porque no existe una regulación legal a nivel nacional que obligue a las apps a hacerlo, y además, se escudan en la privacidad de sus usuarios y al tener sede en el extranjero, suelen remitirse a las leyes de sus propios países.
La Fiscalía de San Luis confirmó a este medio que para casos como éste se intenta contactar a algún representante de la aplicación en México, pero para que realmente cooperen se tiene que buscar un convenio, como sí lo tienen en el estado con la empresa de transporte Uber. Animal Político envió correos a la oficina de prensa de Grindr en Estados Unidos para conocer su postura, pero no hubo respuesta.
De hecho, la regulación y convenios de colaboración para que Uber facilite información en investigaciones se instauraron a partir del caso Mara Castilla, una estudiante de Puebla raptada y asesinada por un conductor de otra app de transporte, Cabify, en septiembre de 2017, tras lo cual se ha legislado para que en caso de un delito se transparenten los datos del usuario involucrado.
Guz ha decidido, por ello, luchar porque se regulen no solo las apps de transporte, sino todas, tanto las que son para conocer gente y tener una cita, como Grindr y Tinder, como la de hospedaje Airbnb, porque dice que tras subir a sus redes sociales un video contando su historia, le llegaron alrededor de 10 testimonios de personas que en todas esas plataformas han sufrido abusos de otros usuarios, algunos hace ya años, pero que no se denunciaron, tal como señaló la Fiscalía, por pena.
“Ahora quiero invitar a las víctimas a que sean conscientes de que son víctimas. Porque con este tipo de situaciones uno se echa mucho la culpa, por el carácter sexual, sigue siendo un tema complicadísimo todavía en la sociedad, uno se recrimina y se echa la culpa. Pero no debes de sentirte culpable porque una persona se atrevió a agredir tu seguridad, tu dignidad, a agredir tu integridad”, señala.
“Y quiero decir que también urge regular no solo esta app, que es de citas entre hombres, sino todas, se necesita, para que en caso de que haya una denuncia legal se les obligue, a cualquier aplicación, a brindar datos específicos, yo sé que son datos reservados, pero que se colabore”.
En su caso, a pesar de no tener colaboración de Grindr y contra toda estadística de impunidad, su agresor fue detenido y vinculado a proceso el 31 de julio pasado. La Fiscalía informó en un comunicado que José “N”, de 40 años, permanece en prisión preventiva en espera de juicio.
Con información de Animal Político.