Las autoridades australianas continúan este lunes trasladando mar adentro los cadáveres de unas 380 ballenas piloto que murieron tras quedar varadas la semana pasada en una remota zona de la isla de Tasmania, en el sureste del país.
“Las tareas comenzaron ayer (domingo) y llevará algunos días. Todo dependerá de la marea, los vientos y otras condiciones (meteorológicas) en la zona”, dijo a EFE una portavoz del gobierno estatal de Tasmania, que coordina el operativo.
Un grupo de barcos estatales y privados remolcarán los cadáveres de las ballenas pilotos o calderones (Globicephala) hasta alta mar, en donde se desharán de los restos.
Las autoridades de Tasmania, que lograron rescatar a 110 ballenas piloto de casi 490 que se quedaron varadas desde el lunes en la bahía de Macquarie, emitieron una alerta a raíz de los riesgos para la navegación y la presencia de depredadores como los tiburones.
Esta tragedia medioambiental comenzó el lunes cuando las autoridades avistaron las primeras 270 ballenas piloto, mientras que otras 200 fueron halladas muertas el miércoles en puntos separados entre 7 y 10 kilómetros.
Las ballenas piloto, que pueden llegar a medir unos 6 o 7 metros y pesar 2,5 toneladas, tienen una fuerte vinculación familiar, por lo que muchas mueren estando varadas debido al estrés que les provoca estar separadas del grupo, mientras que otras lo hacen por el cansancio o la falta de oxígeno al no poder moverse.
No es la primera vez que una multitud de estas ballenas quedan varadas en las playas de Tasmania, especialmente en la bahía de Macquarie, donde el último incidente masivo se produjo hace un decenio cuando quedaron atrapadas unas 200.
Los científicos aún no han podido explicar por qué en ocasiones estos cetáceos se desvían de sus rutas y se quedan varadas en aguas de poca profundidad, aunque se baraja la posibilidad de que se extravíen atraídas por contaminación de ruido o guiadas por un cabeza de grupo desorientado.
Fuente: EFE.