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Galería de diversos | 1968, memoria inacabada

Jorge Ramírez Pardo

Cuando en 2018 se cumplieron 50 años del crimen de estado en Tlatelolco para aplastar el Movimiento estudiantil surgido en aquel 1968, hubo un significativo esfuerzo para rememorar el hecho.

Coincidió ese aniversario 50 con el triunfo en las urnas, sólo tres meses antes, de Andrés Manuel López Obrador. Llegada a la presidencia de los restos de un largo y sinuoso transitar de lucha y disidencia de la denominada Izquierda. Posible también a causa del empobrecimiento de gran parte de la población y la corrupción extrema, gubernamental y privada, en complicidad.

“2 de octubre no se olvida”, pregona una frase emblemática del aquel movimiento y suceso. Hay dos movimientos distintos en juego, el estudiantil y el de regeneración nacional (Morena); tan cercanos, tal lejanos… el primero aplastado en Tlatelolco y mitificado por el martirio que le da asidero pero la insuficiente memoria y la aún nebulosidad impune de los hechos, le momifica; el segundo coyuntural y en entredicho por el cúmulo de contradicciones que le impone la inconsistencia de sus bases transitadas de la marginalidad proletarizada para mucho, a la estancia en el presupuesto sin claridad del cómo ni el para qué; y una fauna numerosa de acompañantes chapulines, profesionales del chantaje y cambio de camiseta.

2020, mejor pausa que memoria deformada

El aniversario 52 de la masacre de Tlatelolco este año tendrá el privilegio de un relativo “2 de octubre –por el momento- sí se olvida” porque la víspera, ayer 1º de octubre, irrumpió a escenario una euforia “fuentovejunersca” benéfica pare Morena si se sabe aquilatar o su desgarre mayor.

(En la obra literaria “Fuente Ovejuna” de Lope de Vega se muestra un pequeño pueblo labrador, bajo el dominio de Fernán Gómez, Comendador Mayor de la orden de Calatrava; hombre cruel y sin escrúpulos, trata mal y explota a sus vasallos. Los pobladores, al grito de “¡Viva el rey!! matan al comendador.

El monarca manda a un propio para averiguar el suceso

  • ¿Quién mató al comendador
  • Fuente Ovejuna, señor –todos a una-.

El rey investiga el hecho y concede su “justicia” a los pobladores.)

México está próximo a ejercer de manera simbólica su Fuente Ovejuna porque la Suprema Corte de Justicia, habitualmente conservadora e incluso retrógrada en decisiones críticas –como fraudes electorales, por ejemplo-, ayer dio un triunfo condicionado (al suprimir sus nombres) para que los ex presientes del pasado reciente y algunos de sus colaboradores cercanos sean llamados a juicio para esclarecer evidentes acciones tipificadas como abusos de poder.

Eso, vale reiterar, le resta presencia al recuerdo luctuoso en la culminación sangrienta y aplastada del Movimiento estudiantil de 1968, pero es momento para que otro Movimiento, el de regeneración nacional “triunfal”, se vea en aquel espejo y no se pierda en el espejismo catártico del desahogo.

Tiempo también de hacer balance y recuperar sí, la memoria de 1968 con más y mejores resultados.

España de 6 lustros a la fecha hace memoria/terapia de su Guerra civil acontecida entre 1934 y 1940 (cine, literatura, series televisivas); otros países latinoamericanos, desde un siempre muy cercano muestran –particularmente en su cine- memoria significativa de regímenes autoritarios y montajes guerrilleros.

Estas son algunas de las películas/memoria reciente más significativas de Latinoamérica:

  • Argentina: “La hora de los hornos”, 1968, de Fernando Solanas y Octavio Getino; “La historia oficial”, 1985, de Luis Puenzo.
  • Cuba: “Memorias del subdesarrollo”, 1968, de Tomás Gutiérrez Alea; “De América soy hijo y a ella me debo”, 1972, de Santiago Álvarez.
  • Chile: Desaparecido (Missing), 1982, de Costa-Gavras; “Machuca”, 2004, de André Wood.
  • Uruguay: Estado de sitio (État de siège),1972, de Costa-Gavras; “El ojo en la nuca”, 2001, de Rodrigo Pla.
  • Paraguay: “Cuchillo de palo”, 2010, de Renate Costa.
  • El Salvador: “El lugar más pequeño”, 2011, de Tatiana Huezo.

México, en cine ficción tiene pocos y débiles aportes. “Rojo amanecer”, 1989, de Jorge Fons, y “Tlatelolco, verano del 68”, 2013, de Carlos Bolado, se quedan en el umbral del tema y se desvían en el desahogo plañidero de personajes en primer plano. “Canoa” 1976 de Felipe Cazals muestra una masacre de pueblo como revote del tema. “Novia que te vea”, 1993, de Guita Shifter, lo dejan como telón de fondo sin mayor relieve.

En cabmio el documental fílmico mexicano en torno al suceso de 1968 en Tlatelolco, cuenta con aportes valiosas para la reflexión y la memoria.

  • “El grito”, 1971, de Leobardo López Aretche, es materia prima porque suma registros fílmicos directos realizados en los escenarios de los hechos por alumnos de Centro Universitarios de Estudios Cinematográficos de la UNAM. Es cita referencial obligada en otros productos cinematográficos como los realizados por Óscar Menéndez.
  • El más destacado indagador fílmico acerca del tema es Carlos Mendoza Aupetit quien ha realizado los siguientes documentales:
    • “Batallón olimpia / documento abierto”,1998;
    • “Operación Galeana”, 2000;
    • “Tlatelolco, las claves de la masacre”, 2003, y
    • “1968, La conexión americana”, 2008.

Es, justamente, Carlos Mendoza quien aporta comentarios pertinentes para concluir este texto con la insistencia de ahondar en la recuperación de la memoria.

Entrevistado el 14 de enero de 2002 por Mireya Cuellar para el diario La Jornada, comento entonces Mendoza Aupetit:

“El 2 de octubre de 1968, por instrucciones de la Secretaría de Gobernación -su titular era Echeverría- el cineasta Servando González, director de (la película) “Viento negro”, distribuyó en varios edificios de Tlatelolco al menos seis cámaras para filmar el mitin estudiantil. Las declaraciones de Servando González y también de Cuauhtémoc García Pineda, ayudante de Ángel Bilbatúa, camarógrafo oficial de la Presidencia de la República en ese entonces, fueron publicadas el 16 de marzo de 1998 en (la revista) Proceso. Por ellos se sabe que se filmaron 120 mil pies de cinta de 35 milímetros, algo equivalente a 22 horas de filmación y que uno de esos equipos trabajó desde el piso 19 de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

” Me parece que habría que estar prevenidos para que esto no sea usado para decir: el tema está agotado. Hay aspectos muy sensibles del movimiento, los más importantes, todavía por esclarecer (…) no vaya a ser una maniobra gatopardista, que todos nos agitemos para que todo siga igual, creo que los temas claves siguen estando ocultos. Todo elemento que se aporte es importante, pero hay que darle dimensión. Tlatelolco no se agota con los hombres del guante blanco”.

Posdata

Una recuperación de la memoria puede/debiera contribuir a esclarecer, hacer una valoración justa de los acontecimientos y resarcimiento de daños cunado sea posible. Sí Fuente Ovejuna, pero con reflexión y respeto a lo humano equívoco allá y acá. Hacer sólo leña del árbol podrido puede contribuir a seguir alimentando el avispero de las campañas de falsas noticias con epicentro al sobreprecio del capital local y extranjero, aún poderosos y fincado en la inequidad.

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