Javier Padrón
Hace seis años en el PAN no fue necesario un proceso interno para elegir a su candidato a la gubernatura, Sonia Mendoza no tuvo rival, Octavio Pedroza no quiso caer en lo que veía como una emboscada, el partido se dividió y no pudo obtener más de 30 mil votos para superar al priista Juan Manuel Carreras.
Fue la segunda derrota consecutiva del panismo después del sexenio de la primera alternancia con Marcelo de los Santos, ya se verá si están dispuestos a romper con esta mala racha.
Esta tarde el PAN emitió la convocatoria para elegir a su (pre)candidato con el voto de la militancia; y el primero que respondió desde su cuenta de Twitter fue Pedroza: “Estoy listo”. Los requisitos debieron ser consensados entre los aspirantes, el exsenador y exalcalde no expresó queja alguna, los cumplirá sin problemas como los demás aspirantes con credencial e incluso el externo Xavier Nava.
En la lista depurada por la realidad, solo quedarían Pedroza, Nava, Marco Gama y Sonia Mendoza ya sin la fuerza de hace seis años; lista que se reduciría a dos: Pedroza y Nava, así lo reflejan las encuestas, está en juego el proyecto del partido o el de una coalición en la que el PAN pasará a un segundo o tercer plano ante el rasgo de caudillo que distingue a Nava, nomás sus chicharrones truenan.
La coyuntura es favorable para Pedroza aún sin ejercer algún cargo, Gama y Mendoza han tenido un desempeño sombrío en sus curules, ningún esfuerzo notable, algún pronunciamiento, nada; pero todo dependerá de las negociaciones finales entre Nava y el panista más fuerte, el que ofrezca más espacios en la futura administración estatal a los otros ese ganará la candidatura y eventualmente la gubernatura, suena burdo pero así suele ser.
El otro escenario, que algunos pesimistas plantean, es el de la mano negra del CEN para imponer a Nava; una negociación cupular en la que participarían grupos de poder priista encabezados por el exgobernador Horacio Sánchez, no hay otra ruta más que la nuestra para vencer a Morena, lo cual debe ser una fantasía porque el señor está muy ocupado en el rescate de la ignominia en que se encuentra el Centro Histórico y en los últimos días también lo ha estado representando los intereses del Grupo México, afectado por la resolución federal que paraliza los trámites de aprobación de los nuevos planes de desarrollo urbano y reordenamiento territorial.
Horacio, como se ha dicho, es el único que no ve un conflicto de interés al fungir de abogado de ese poderoso corporativo y a la vez ser funcionario estatal, cobra un salario cercano a los 30 mil pesos, y se suma el nexo político con el alcalde, ante quien gestiona los intereses de Larrea. Horacio fue contratado por su poder político, no por su sapiencia jurídica.
El dueño del Grupo México, Germán Larrea, quiere resultados ya, no va a pagar honorarios ni licencias ni permisos si no tiene nada en la bolsa. En su lógica, el magnate afirma que el amparo de los comuneros rebeldes es en contra del ayuntamiento (por andar de facilitador del fraccionador Carlos López), no tiene porque afectarle a su negocio de más de 500 hectáreas. Además de Horacio, cuenta con la asesoría jurídica de José Mario de la Garza y Jorge Chessal.
En el otro extremo del ring, está el abogado de López Medina, Gustavo Barrera, su postura es que los planes de desarrollo urbano pasen completos o no pasan. El proyecto de Las Cañadas no puede quedar fuera, es el más ambicioso en la historia de los bienes raíces de SLP, es el argumento apantallador, el aspecto ecológico es soslayado; Nava y algunos regidores se la juegan con el “Chato”, quieren aprobar el Plan de Centro de Población Estratégico y que vengan los litigios, les restan importancia obteniendo lo principal.
Chessal juega a varias bandas, también ha sido abogado del ayuntamiento navista, logró ganar el juicio en la SCJN, invocando la autonomía municipal, para eliminar el voto del Congreso del Estado que se requería para subastar el patrimonio de la ciudad como lo quiere Nava, a su libre albedrío, sin contrapesos.