Argentina lanzó su campaña de vacunación contra el covid-19 con la aplicación de la vacuna rusa Sputnik V, y se convirtió en el tercer país del mundo en inocular a su población con el inmunizante del laboratorio Gamaleya.
La campaña se inició en forma simultánea en todo el país y tiene como prioridad la vacunación voluntaria del personal de salud. Por ahora no abarca a los mayores de 60 años, mientras se espera la publicación de los ensayos clínicos en esa franja etaria.
“La idea es empezar la vacunación con los que tienen más exposición al riesgo. Es una verdadera epopeya hacer la campaña de vacunación más grande de Argentina con igualdad de acceso”, dijo el ministro de Salud, Ginés González García, al dar comienzo al proceso en el Hospital Posadas de Buenos Aires.
Allí Flavia Loiacono, una médica terapista, fue la primera en recibirla. En simultáneo fueron vacunados otros trabajadores sanitarios en distintos puntos del país.
Argentina es el cuarto país latinoamericano que comienza la vacunación contra el covid-19, después de México, Costa Rica y Chile, que aplican la vacuna del laboratorio Pfizer. El país registra desde marzo más de un millón y medio de contagios y superó este martes las 43 mil muertes.
La vacuna Sputnik V fue aprobada “con carácter de emergencia” el 23 de diciembre por el Ministerio de Salud, en lo que fue la primera homologación que recibe en América Latina. Ya es aplicada en Rusia y Bielorrusia, mientras Hungría recibió el lunes 6 mil dosis pero aún no comenzó a administrarla.
La controversia de “saber qué se está aplicando”
En la ciudad de Buenos Aires, que gobierna la oposición de Juntos por el Cambio, el ministro local de Salud, Fernán Quirós, agradeció los esfuerzos por traer la vacuna, pero destacó la necesidad de obtener la información técnica que aún no ha sido publicada.
“Necesitamos acceder en el corto plazo a la información técnica y al detalle para hacer una autoevaluación, no solamente los funcionarios y los técnicos, sino la sociedad toda, en este período hasta la próxima entrega. Y que cada uno pueda decidir en forma autónoma si nos damos la vacuna en base a datos y no en base a la confianza que uno pueda tener de diferentes instituciones y gobiernos”, declaró Quirós.
La vacuna, llamada en homenaje al primer satélite lanzado por Rusia en 1957, fue recibida con escepticismo a nivel internacional ante un anuncio considerado prematuro, en agosto, incluso antes del comienzo de los ensayos clínicos masivos (fase 3) y la publicación de resultados científicos. Muchos países de la comunidad internacional creen que la vacuna responde a la voluntad de Moscú de ampliar su influencia en el mundo.
Una emoción y alivio para los médicos
En el hospital Isidoro Iriarte de Quilmes, en la periferia sur de Buenos Aires, las primeras en recibir la vacunas fueron tres enfermeras.
“Es una alegría inmensa, venimos luchando día a día con esta pandemia y hace mucho que esperamos esto. Hemos visto a muchos compañeros perder su vida, esto es una esperanza”, dijo la enfermera María Elisa Arriola, de 38 años.
“¡Llegó el principio del fin!, tenemos fe que ahora va a aliviar un poco todo esto”, celebró Sandra Juárez con su certificado de vacunación recién emitido.
El ministro González García advirtió que aunque se inició la vacunación, los argentinos deberán seguir cuidándose porque “hasta que la vacuna haga efecto a nivel comunitario van a pasar algunos meses”.
La Sputnik V prevé una segunda dosis a aplicarse 21 días después de la primera. Las primeras 300 mil dosis llegaron a Argentina desde Moscú el 24 de diciembre. El acuerdo con Rusia comprende otras 19.7 millones entre enero y febrero, con opción a comprar 5 millones más.
En próximas etapas se prevé la vacunación de los mayores de 60 años, personas con comorbilidades, policías y educadores.
Ramón Fidel Silva, de 78 años, residente en la ciudad de Mendoza, admite que de esta vacuna no se conocen los estudios completos. “Pero es lo que tenemos. Ante otra gravedad que se venga, es preferible lo que tenemos en la mano”, dijo.
En cambio, Alberto Pizarro, de 29 y también de Mendoza, señaló: “Estudiaría un poco más el caso antes de ponérmela. Qué contenido tiene, qué efecto puede llegar a hacer. Ir de una vez a vacunarme no lo haría”.
Argentina tiene además acuerdos de provisión de vacunas con la Universidad de Oxford asociada a la farmacéutica AstraZeneca y con el mecanismo Covax de la Organización Mundial de la Salud (OMS). También negocia la llegada del producto que fabrica Pfizer. El gobierno de Alberto Fernández contempla adquirir un total de 51 millones de dosis.
Fuente: AFP