La cantante conocida como La reina de la canción ranchera, Lola Beltrán, un símbolo de fortaleza femenina y un icono de la música mexicana, falleció hace 25 años a causa de una embolia pulmonar, cuando tenía 65 años.
“Yo la describiría primero como un ser humano sumamente luchador que logró prácticamente todos los objetivos que ella se planteó, ella quería cantar, quería sobresalir, todo lo que ella pudo albergar en su mente como un posible propósito, lo pudo concretar”, asegura María Elena Leal Beltrán, hija de la cantante.
Nacida en el estado de Sinaloa el 7 de marzo de 1931, María Lucila Beltrán Ruiz, su nombre original, comenzó a cantar desde muy pequeña. Irónicamente la trayectoria de la también conocida como Lola la Grande comienza aparentemente alejada de su gran don, pues sus primeros pasos profesionales fueron como secretaria de la emisora de radio más influyente de su época.
“Ella logró trabajar en la XEW en la década de 1950, se convirtió en la secretaria del director artístico de la emisora y ahí empezó muy hábilmente a foguearse y a estar en contacto con productores, cantantes, artistas, directores y tiempo después despuntó como cantante, fue difícil”, recordó la también cantante, pues asegura que su madre “no nació en bandeja de plata”.
De ese complicado inicio, la cantante se convirtió con el paso del tiempo en la representante de México ante el mundo al cantar en los recintos internacionales más importantes y por llevar la música folclórica a famosos personajes como la reina Isabel II del Reino Unido, el expresidente de Francia Charles de Gaulle, o John F. Kennedy de Estados Unidos.
“Desde presidentes, reyes, hasta emperadores”, contó María Elena, quien recuerda con cariño el viaje a Japón que vivió con su madre. Además, Beltrán fue la primera mujer latina en cantar en el teatro Olympia de París, donde personalidades como Sophia Loren irrumpieron el escenario para felicitarla.
También fue la primera cantante de música folclórica que pisó el escenario del Palacio de Bellas Artes de México, lugar que hasta 1976 sólo admitió conciertos de música clásica.
Dos de los intelectuales mexicanos más reconocidos, el escritor y cronista Carlos Monsivais la llamó Nuestra señora, mientras que el escritor Carlos Fuentes la nombró La señora de la gran voz, para comparar su grandeza con la de los emperadores mexicas “tlatoanis”.
También obtuvo el reconocimiento de otros intelectuales como Salvador Novo y los escritores ganadores del Premio Nobel de Literatura, el mexicano Octavio Paz y el colombiano Gabriel García Márquez, entre muchos otros que tuvieron la oportunidad de admirar su voz o su impactante presencia, sin embargo, Beltrán siempre tuvo los pies en la tierra, según explica Leal.
“Desde pequeña me percataba del impacto que ella causaba en los escenarios o cuando andábamos en algún centro comercial veía cómo la gente nos miraba y nos abría paso como si fuera parte de la nobleza, era muy sorprendente para mí darme cuenta de la grandeza de mis padres”, contó María Elena, también hija del famoso torero mexicano Alfredo Leal.
Lola grabó más de 70 discos en donde inmortalizó con potente voz temas como Cucurrucucú paloma. También fue estrella de por lo menos 60 películas y conductora de los programas Noches tapatías y El estudio de Lola Beltrán.
María Elena recordó que los últimos días al lado de su madre fueron “tranquilos”, a pesar de que nunca se alejó del medio artístico pues antes de morir estaba trabajando en un disco con Lucha Villa y Juan Gabriel.
“Yo la veía casi todos los días, iba con mi hijo Mauricio a verla, siempre estaba viendo la televisión, nos preparaba de comer muy rico, era muy bromista e íbamos a dar la vuelta en Coyoacán o a su casa de Cuernavaca, era una vida tranquila”, describe.
Un ejemplo a seguir El tenor mexicano Arturo Chacón aseguró que la figura de Lola Beltrán es “una joya” para su familia. La cantante era amiga de su abuelo y tíos y las historias que ellos le compartían y la capacidad expresiva de la artista lo inspiraron enormemente en su carrera.
“Su grandeza radica en que expresaba su alma cuando cantaba”, dijo el cantante y añadió: “es un referente en el estilo de la música de mariachi, de cómo se debe de cantar con ese sentimiento. Cuando la escuchas no te fijas en qué está haciendo técnicamente, sino que sientes la expresividad y esa vida que le daba a la música”.
Chacón coincidió con María Elena al elegir el tema Cucurrucucú paloma como su interpretación favorita de Beltrán. En cuestiones técnicas resalta su tesitura de voz “casi de contralto”, que le dio el sonido tan “único” con el que sigue enamorando generaciones enteras.
“Lola Beltrán dejó un legado de bravura, de ejemplo, de que las mujeres tienen ese espacio en la música, quisiéramos tener muchas más que cantaran no solo defendiendo al sexo femenino, sino demostrando una maestría y majestuosidad en el canto. Es un legado musical y social el que dejó”, aseguró.
Con información de Milenio