La Liga de la Justicia (Zack Snyder, 2017… NO la versión “del director” recién estrenada) inicia con una magnífica canción: “Everybody Knows” (“Todo mundo sabe”), de Leonard Cohen (1934-2016) y Sharon Robinson (n.1958). La interpretación de Sigrid Raabe Solbakk (Sigrid) una cantautora noruega de apenas 25 años es perfecta.
(Liga 1.) Nacida en 1996, diez años luego del asesinato de Olof Palme, cinco años luego de la disolución de la URSS, y aparentemente lejos de las preocupaciones de Cohen y Robinson en los 1980s, cuando compusieron la canción (Liga 2), la jovencita escandinava transmite perfectamente la fría desesperación de un mundo que ha perdido la esperanza: Todo mundo sabe que los dados están cargados, que los buenos han perdido, que la pelea estaba vendida, que los pobres se quedan pobres y los ricos se hacen más ricos.
Así son las cosas, ¡Todo mundo lo sabe! … ¡Qué inicio para una película de superhéroes! Esta canción-inicio no aparece en la versión larga (Snyder-cut) de 2021… aunque los títulos finales se acompañan de otra canción de Cohen, Aleluya (1984), cantada por Allison Crowe –que n oes menos desesperanzada.
Pero, querida lectora, pese al inicio musical de esta película del universo DC, no hay en ella ninguna pretensión de reforma social. Todo lo contrario. Snyder –igual que Nolan en su trilogía sobre Batman– ha sido congruente con el perfil que propuso para los superhéroes de DC desde que en 2009 dirigió Watchmen.
Estamos ante la sociedad desencantada en la que Rorschach se afana en descubrir “la verdad” sólo para confirmar que todas las personas son malas. (Ver el cartel de publicidad: “Esta ciudad me teme. He visto su verdadera cara”.)
La maldad esencial de todas las personas, en Snyder, incluye otros planetas. Su visión de Kriptón en la primera película de su serie (Hombre de Acero, 2013) es tan oscura como la de una Tierra-Watchmen adonde EUA se impuso con poder nuclear sobre el pueblo vietnamita.
Aquélla avanzada civilización había abusado de su ecosistema y, tratando de extraer energía de su núcleo planetario, precipitó su estallido. Pero, aparte, luego de manipular por siglos su banco genético, si su planeta no estallase bajo sus pies, pronto estarían al borde de una crisis reproductiva. No hay paz y los kriptonianos se hacen la guerra unos a otros.
La política de miras cortas y el militarismo imperan. En medio de ese desastre, un prominente científico juega a salvar el banco genético de su especie y de paso procrea un hijo fuera del sistema –a quien enviará a la Tierra. Jor-El no es un humanista (como nos lo retrataban los cómics de los 1950s) sino sólo un miembro de la élite con una visión un poco más amplia (y más ambiciosa) que sus cofrades.
La Casa de El es más noble, pero es aristocrática. (Por cierto, lectora: revisa la profunda desconfianza que Jor-El causa a los terrícolas de Villachica, Kansas, en la serie de TV Smallville, 2001-2011.)
Es obvio que las audiencias del siglo XXI no habrían aguantado una azucarada visión como la del Supermán de Richard Donner (1978) pero la apuesta de Snyder por la oscuridad lleva a una trampa.
Bruno Díaz (Bruce Wayne) sigue siendo un filántropo altruista, pero la edad lo ha convertido en un vigilante cascarrabias. (En algunas pesadillas apocalípticas de Bruno incluidas al final del Snyder-cut de 2021, se sugiere un vigilante homicida y tal vez pedófilo).
Un anuncio de esta versión amarga de los héroes lo teníamos en Batman vs Superman (2016), cuando el director nos regaló un encuentro memorable entre él y Clark Kent. El reportero de El Planeta dispara de inmediato: “—¿Qué opina del murciélago vigilante en Gótica? Los derechos humanos son amenazados en su ciudad. El pueblo bueno vive temeroso. Lo he visto: él cree que está sobre la Ley”.
El billonario responde, molesto: “—No creas, hijo, todo lo que oyes. Que El Planeta critique a alguien por estar sobre la Ley es un poco hipócrita, ¿no crees? Considerando que escriben a favor de un alienígena cada vez que este baja un gatito de un árbol; pero él –si así quisiera– podría quemarnos a todos… y nosotros no podríamos hacer nada para detenerlo”. El super-hombre es peligroso porque es incontrolable… pero quien trata de controlarlo es un millonario sin control social.
El retrato de Snyder frente a los superhéroes de DC Comics se completa en su tercera entrega (2017), cuando el adolescente Flash se monta en el Mercedes deportivo y pregunta a Bruno Díaz cuáles son sus superpoderes.
Éste simplemente responde: “—Soy rico”. El dinero es lo que permite la venganza privada del pobre niño rico volverse una “saga épica”. (Historia común en la América Septentrional: El Zorro y El Látigo Negro son hijos de hacendados).
El dinero es lo que asegura que sus crímenes para salvar la ciudad queden cubiertos por el “Estado de Excepción” que vuelve al Batman “protector” de la sociedad. Todas las versiones del bati-relato coinciden en esto, desde las más sencillas (en los cómics originales o en la serie camp de los 1960s) hasta la barroca serie Gotham (Bruno Heller, 2014-2019).
Todo depende del poderoso. Sólo en el Dark Knight Rises de Nolan (2009) encontramos que el héroe debe ser completado por el colectivo… un colectivo formado por todas y todos los normales.
Problema: si de lo que se trata es de detener alienígenas como Zod, Steppenwolf, Darkseid o Thanos, entonces sólo un kriptoniano todo-poderoso (Kal-El), un billonario bondadoso (Bruce Wayne), una amazona semidiosa descendiente de Zeus (Diana), un atlante descendiente de Poseidón (Acuamán) y un par de muchachos alterados por accidentes tecnológicos (Barry Allen-Flash y Víctor Stone-Cyborg) podrían salvarnos.
¿Y luego quién nos salvará de nuestros salvadores? No hay salida. Por eso la canción de Cohen-Robinson no invita a la lucha, sino a la desesperación. No hay cambios en esto en el Snyder-cut de 2021: recordemos que el Aleluya de Cohen es melancólico.
El amor no es marcha victoriosa, es un frío y roto aleluya escrito por un rey desconcertado que supone erróneamente que existe un Dios. Así, más allá de todos los cambios en la versión de 2021, el tono sombrío de Sigrid en la versión de 2017 permanece… No hay solución. Así son las cosas, ¡todo mundo lo sabe! Everybody knows that the Plague is coming.
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