Felipe Morales
Después de un año con 48 días, la afición volvió al “Templo del dolor”, el estadio Alfonso Lastras, el último partido con asistencia en las tribunas fue el 28 de febrero del 2020, se recibió a Juárez, en la fecha 8 del torneo Clausura 2020; en la jornada 9 el Atlético viajó a Monterrey para enfrentar a Rayados y el 14 de marzo el juego ante Puebla fue a puerta cerrada, se había declarado la pandemia.
La gente acudió de nuevo al “Lastras” en sus alrededores el desfile de aficionados portando la playera del equipo en busca de la puerta correspondiente, en los alrededores los vendedores, la economía reactivada, desde una mesita con semillas y cacahuates, las raspas, los tacos, las tortas y los infaltables puestos de playeras y accesorios.
Pero fue diferente, había que ingresar por un camino diferente, el del protocolo sanitario; el aficionado presentaba el impreso de su boleto que era cotejado con el detector del código, o desde la pantalla de su celular, para después someterse a la prueba de temperatura y para adentro del inmueble.
Pasando la frontera del acceso faltaba un par de cosas, someterse a la revisión personal, el cacheo, para desplazarse bajo el túnel, un inflable de cuya parte superior emanaba la brisa con desinfectante y ahora sí, el ascenso por la rampa para llegar a la tribuna y a disfrutar del partido.
Bajo un sol que quemaba con una temperatura de 32 grados, y con medidas sanitarias también en el interior, pero se disfrutó del regreso al estadio, a emocionarse, a suspirar, a contener el aliento en las jugadas de peligro, a hacer corajes, en fin, a volver a vivirlo ahí en el estadio.
