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Ver para Pensar: Red Son

Sigo mi revista a las revistas de superhéroes llevadas a la pantalla con Red Son (Hijo Rojo). La novela gráfica fue concebida por Mark Millar (n.1969), un escritor escocés quien ha forjado su carrera abordado contradicciones sociales en el mundo de las caricaturas.

La trama es sencilla: en 1934, la cápsula kriptoniana no aterrizó en el Kansas estadounidense, sino en la Ucrania soviética. Miller escribió la historia para DC en tiempos en que la compañía le criticaba por su modo de abordar temas políticamente complicados en la serie gráfica The Authority, pero DC aceptó el trabajo y lo publicó en 2002 –cuando Miller ya trabajaba para Marvel. (Este detalle muestra la relevancia de la reflexión política que el autor propone.)

En la versión cinematográfica de 2020, dirigida por Benton Cade (n.1985), la primera escena impone la línea para toda la película. Un niño huye de otros niños a través de los campos de trigo hasta terminar escondiéndose detrás de un tractor. Una niña persigue a los perseguidores y los confronta. La chica termina dándole un puñetazo al jefe de la pandilla.

Los agresores huyen. El primer niño sale de su escondite. Ante el regaño de su amiga, quien le exige que se defienda, el chico responde: “No corrí por temor, sino porque no quiero hacerles daño”. Sigue la conocida escena del niño que levanta el tractor sobre su cabeza. Luego abraza a la chica y se eleva con ella. Admirada por los poderes de su amigo, la niña Svetlana (“la ligera”) le dice al niño Solnishka (“el sol”): “—Debes brindárselos al Estado. El Pueblo te necesita.” (Ver imágenes.)

En los subtítulos y el doblaje de mi dvd (¡gracias Adbeel Darío Duarte Hernández!) el inglés people se traduce como gente, pero Pueblo (así, con mayúscula) me parece más apropiado porque toda la película está impregnada de un sentido político.

En esta ucronía de la historieta original, el carácter del alienígena es idéntico al del original. Si Clark Kent/Superman lucha sinceramente por “la verdad, la justicia y el estilo de vida estadounidense”, Солнышка-Solnishka/Superman lo hace “por Stalin, el socialismo y la expansión internacional”.

En su reseña para Gazeta.ru, publicada el 1 de Septiembre de 2019, la comentarista rusa Daria Zarubina (Дарья Зарубина) contrastaba ambos ideales como opuestos. (Liga 1.) En realidad, son perfectamente equivalentes: las dos federaciones (americana y soviética) se fundaron para expandir los ideales revolucionarios de la Ilustración europea.

Luchar por Stalin, como señalé en otra kino-reseña, era luchar por la construcción de una sociedad mejor, más justa. La expansión socialista era concebida como la lucha por la liberación de todos los pueblos de la tierra. Y esa es la virtud del “experimento ucrónico” de Miller: llena al inmigrante extraterrestre con los mejores ojos de la sociedad receptora –sea los EUA o la URSS.

En el Universo DC, el oscuro Batman desprecia al “boy scout azul” venido del espacio, pero reconoce que es la mejor encarnación de los ideales humanos. En Hijo Rojo el super-hombre soviético es igual. Ni Miller ni Cade se dan oportunidad de describir a Solnishka como un “insoportable pionero rojo” porque su trama nos lleva a aguas más profundas y difíciles.

El Hijo Rojo descubre el gulag y otros abusos. Confronta a Stalin y éste le explica, con la misma sincera frialdad del Iván Grozny de Eisenstein: “—Traté de protegerte, hijo mío. Mantenerte lejos de la parte oscura del gobierno. … A lo que llamas atrocidades, yo les digo necesidades terribles.

Si ha de triunfar nuestra visión de un mundo mejor, debemos eliminar a los insurgentes, a los débiles y a quienes tienen su mente envenenada contra el Estado” (es decir, contra el Pueblo organizado). Cuando Supermán le señala que está hablando de seres humanos, Stalin le responde: “—Camarada, eres como un gatito ciego: tan puro, tan bueno, pero incapaz de ver”. (Esta es la fórmula con la que el verdadero Stalin regañó a sus compañeros de Politburó cuando estos creyeron en las promesas estadounidenses de cooperación luego de la Segunda Guerra Mundial. … Y sí, Truman les mentía.)

El Superman rojo exige a Stalin cerrar el abismo entre ideales y realidad. El viejo secretario general le demanda que lo intente, pero le advierte que llegará a las mismas tristes conclusiones que él: “—Algunas personas deben morir para que el sistema funcione”. Solnishka, con los ojos encendidos, sólo dice: “—Sabias palabras”… e incinera a Stalin con dos rayos de su visión calorífica. Ahora, él mismo dirigirá la URSS.

La película podría haber terminado aquí. Contrario a todos los comics que he reseñado antes, Miller se atreve a dar el salto final: si hay super-humanos, ellas/ellos deberían dirigir la sociedad.

El resto del filme relata el intento del Superman soviético por lograr la Utopía socialista sin gulag… El cuento es lindo: lo hará mejor que Stalin y se opondrá eficazmente a los intentos de sabotaje emprendidos desde el bloque capitalista (liderado por Lex Luthor, empresario que terminará de presidente).

Por cierto, lectora: esta parte es un eco lejano del Action Comics № 1 de Junio de 1938, en el que apareció el Superman estadounidense. Este héroe combatía fabricantes capitalistas de autos que vendían carros defectuosos a la ciudadanía.

En 2013, Eduardo Huchim escribió en LetrasLibres sobre esa primera encarnación del super-hombre. (Liga 2.) Ah, por cierto, y para terminar de enredar los recuerdos: Stalin significa en ruso Hombre de Acero.

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