Javier Padrón
Visita relámpago la de Mario Delgado, líder nacional de Morena, se reunió con la candidata Mónica Rangel y su equipo de campaña, de lo que hablaron solo ellos lo saben, no es difícil adivinar, falta poco para el día de la elección, es hora de hacer un balance y una proyección de resultados en condiciones poco optimistas y señales cruzadas.
Mario Delgado vino a hacer un último esfuerzo para curar las heridas y cerrar la disputa por la representación legítima de la Cuarta Transformación en tierras potosinas.
El contexto estatal presenta varias peculiaridades: los procesos internos fueron complicados con la emisión de varias convocatorias que tuvieron que ser modificadas las veces que fue necesario por las situaciones emergentes, hasta la designación de la exsecretaria de Salud como candidata a la gubernatura; después sobrevino otra candidatura inesperada, la de Xavier Nava a la alcaldía capitalina, ambos casos con un alto costo político que será medido en su justa dimensión en la noche del seis de junio.
Con la identidad desdibujada por estas candidaturas externas, la militancia de Morena se fracturó y dio pauta a la ruptura de varias corrientes, las más visibles son la de Leonel Serrato, candidato del PVEM y PT a la alcaldía capitalina; la de Francisca Reséndiz Lara, candidata no registrada a la gubernatura; y la renuncia del senador Primo Dothé Mata, líder con una fuerte presencia en Tamazunchale y municipios vecinos.
Otra pérdida que se debe incluir, es la de Adrián Esper, aunque externo, tiene un nada despreciable capital político en Ciudad Valles que puso ahora al servicio del PES, en sus participaciones en los debates sin tapujos ha asegurado que Morena también fue comprada por el “virrey” Carreras.
La candidatura de Ricardo Gallardo por el PVEM y PT, bajo la coalición “Juntos Haremos Historia”, lema con el que AMLO ganó la Presidencia, representa un serio problema para Morena porque es visto y se asume como otra de las cartas de la 4T, y a estas alturas ya no se sabe si es la opción “a” o “b”, eso es lo que Mario Delgado intentó diluir ante la doctora Rangel para darle ánimos y cerrar la campaña de la mejor manera.
En su visita de bajo perfil se dio su tiempo para dar entrevistas con el propósito de lavarse la cara y deslindarse de cualquier relación con Gallardo que, de aliado pasó a adversario, negó la amistad, los favores, olvidó de manera deliberada que con la escisión gallardista del PRD y su arribo a la bancada del PVEM se logró la mayoría calificada en la Cámara de Diputados para la aprobación de políticas fundamentales de AMLO.
Hizo malabares, sus explicaciones no fueron convincentes por contradictorias, sus argumentos se desploman al prevalecer la alianza Morena-PVEM-PT en las diputaciones federales.
“A diferencia de las candidaturas locales, sí hay una alianza a nivel federal con el Partido Verde para retener la mayoría en el Congreso; sin embargo, algunos candidatos por los distritos en San Luis Potosí estaban reservados o ‘siglados’ por el Verde, por lo tanto, ellos escogieron a sus candidatos”, fueron sus palabras.
Abomina al “Pollo” Gallardo, “no es afín a los principios de Morena debido a las investigaciones que hay en su contra”, pero termina por aceptar que lo necesita para conservar la mayoría en San Lázaro, esto ya es un amor apache.
La encuesta más reciente de “El País” así lo indica, Morena requiere a sus aliados para conservar la mayoría legislativa, pragmatismo puro, para qué dar tantos brincos si el suelo está parejo. En cuanto a la elección de la gubernatura, el candidato de la coalición Sí por San Luis Potosí, Octavio Pedroza, no vaciló al considerar a Gallardo como el rival a vencer, esa es la lectura de la derecha y a la doctora Rangel la ven como un instrumento del gobernador Carreras para fragmentar el voto de la izquierda y propiciar la extensión de su sexenio con el PRIAN.