Javier Padrón
La cúpula empresarial nunca pierde en las elecciones, si apostaron por la coalición prianista encabezada por Octavio Pedroza, eso ya quedó atrás y ahora buscan al gobernador electo Ricardo Gallardo para que en su gabinete se incorporen a varios representantes de la iniciativa privada en algunas secretarías como ha sido la costumbre con la propuesta de varias ternas.
Solo que está vez parece que quieren más de la cuenta, no se limitan a pedir la Secretaría de Desarrollo Económico, la joya de la corona desde la óptica empresarial, y la Secretaría de Turismo, también quieren la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas y la Secretaría de Educación del Gobierno del Estado.
Sería un error si Gallardo les cede la SEGE, es una dependencia donde confluyen las fuerzas magisteriales de distinto signo, intereses partidistas y sobre todo un espíritu de laicidad que se perdió en el sexenio de Marcelo de los Santos cuando designó a un destacado miembro de una organización religiosa de ultraderecha (Opus Die).
Como prometió la gratuidad y otros beneficios en todos los niveles, Gallardo tendría que poner de preferencia a un maestro que provenga de la escuela pública con dotes para la administración y capacidad para el diálogo y los acuerdos. Se trata de avanzar y no de retroceder con una visión privatizadora y confesional de la educación que se sostiene con el presupuesto público.
En el caso de la Seduvop, la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CIMIC) deberá ser muy cuidadosa en su propuesta porque de nada sirvió en el gobierno de Carreras la designación del constructor Leopoldo Stevens Amaro, no deja alguna obra que se vaya a recordar. En el ayuntamiento navista pusieron a Marco Antonio Uribe que ni de florero sirvió.
El sector privado potosino sin duda es importante y contribuye al desarrollo económico de la entidad, pero sí debe ser más exigente consigo mismo y no recomendar a empresarios en quiebra para resolverle sus problemas personales con un cargo público.
BASES DE ÚLTIMA HORA
De acuerdo a fuentes extraoficiales, en la Secretaría de Seguridad Pública se han otorgado bases por influencias familiares y sindicales. José Luis Chávez Pérez, con 18 años de antigüedad a lo mejor la merece, su cuñado Valentín Vargas, ayudante del secretario en convalecencia, Jaime Pineda, le echó la mano. Roberto Carlos Esparza, con siete años, obtuvo la base supuestamente por recomendación del superdelegado Gabino Morales. Sandra Patricia González, con seis años, es vinculada con el director Roberto Delgado. Laura Peñasco, con siete años, tuvo el apoyo de la líder del SUTSGE, Bernardina Lara; al igual que Marcelo Salazar, con 19 años, toda una vida para que hasta ahora le hicieran justicia. Caso muy distinto el de Hilda del Rocío García, apenas con dos años de antigüedad y le dieron base, sí que tiene vara alta.
AMLO A REVISIÓN
La presentación del libro “AMLO y la 4T. Una radiografía para escépticos”, de Hernán Gómez Bruera, este viernes en la Cineteca Alameda sirvió de catarsis para el malestar acumulado por los simpatizantes y militancia de Morena por las pasadas elecciones en las que postuló a Mónica Rangel y Xavier Nava sin ninguna afinidad con el partido obradorista. Se entregó de manera fatal en los brazos del conservadurismo.
La crítica, ya no se diga la autocrítica, en las filas morenistas no es una práctica común y quien la ejerce es blanco de diatribas, señalamientos de servir a la derecha y en el mejor de los casos se impone la exclusión o el silencio.
La lectura del libro de Gómez debe servir para conocer más la esencia y contradicciones de la 4T, sus avances y sus caídas, sus posibilidades de trascender este sexenio federal que se ha ensombrecido por la corrupción de la Línea 12 que devino en tragedia y en tumba de varios presidenciables; y la controversia de la mañanera por la clase media, ya satanizada, parece ser una mera distracción mediática.
La de Hernán Gómez es una “simpatía crítica” hacia la 4T, como refirió Jesús Ortiz, uno de los presentadores del libro; y lo más probable es que los lectores del libro están más fuera que dentro de Morena, cuya dirigencia estatal sigue pasmada como siempre ha estado, antes y después de la derrota del domingo 6 de junio.
Tras el rotundo fracaso de sus proyectos políticos, Xavier Nava y Mónica Rangel le dieron la espalda a Morena como era previsible, solo aprovecharon el pragmatismo electoral que se impuso y que es difícil creer no haya tenido el consentimiento del Presidente AMLO. El dilema por resolver es si Morena será aliado u opositor del gobierno electo del PVEM-PT.
EL MOVIMIENTO SOCIAL
Los líderes de las organizaciones sociales que tienen años recibiendo recursos económicos y línea política desde la secretaría general de Gobierno, tendrán que replantear sus estrategias de lucha y su relación con el poder estatal.
Desde antes de que AMLO llegara a la Presidencia, el gallardismo en las alcaldías de Soledad y San Luis Potosí ha actuado en el sentido inverso del PRI y PAN, no cede a las presiones y los apoyos sociales, que son justos y necesarios, no los entrega de manera corporativa sino individualizada. Los escenarios que se proyectan son de manifestaciones, largos plantones y conflictos, todo dependerá de que tanto se afane Lupe Torres, el próximo secretario general de Gobierno.