Javier Padrón
El alcalde electo de la capital Enrique Galindo ha mantenido un perfil bajo durante esta transición del poder municipal.
No emite declaraciones de carácter político, como lo hizo en la campaña rehúye la controversia, la impugnación de Leonel Serrato se diluyó y está ajeno a la querella poselectoral de Octavio Pedroza, con el que hiciera el dichoso combo; ha evitado señalamientos o críticas por las condiciones precarias en que recibirá la ciudad del edil saliente.
Tampoco ha anunciado algún nombramiento de su gabinete, es algo hermético. Es evidente que habrá panistas y cuotas al sector privado, ya soltará prenda de quienes serán sus principales colaboradores.
Metódico, no parece tener prisa por la entrega-recepción, o un interés en acelerar la agonía de Xavier Nava que recurrió a las campañas negras en su contra y ahora aprovecha sus últimos días para asistir a eventos públicos y recorridos en colonias.
Es un fallido intento de Nava de acercarse a la ciudadanía y aminorar la imagen de indolencia que lo acompañó todo su trienio, y se ha llevado algunos titulares periodísticos que no coinciden con su verdadero actuar.
Galindo recién acaba de retomar sus actividades y se fue a Querétaro con un grupo de dirigentes empresariales, y visitará otras ciudades y a sus autoridades con el propósito de conocer las diferentes experiencias de cómo han logrado resolver problemas que aquí hemos perpetuado con una desesperante paciencia.
El ambulantaje sin control se apodera de la Plaza de Armas a través de organizaciones locales y foráneas, y Comercio Municipal y la aguerrida Unidad de Gestión del Centro Histórico no mueven un dedo.
Un trienio no le será suficiente para superar los rezagos de la ciudad que luce abandonada y la alcaldía ausente; tendrá la opción de reelegirse y después buscar la gubernatura como parece ser su meta política.
Tiene que dar resultados en el primer año de su gobierno municipal, mostrar capacidad y firmeza si pretende convertirse en un líder político capaz de construir una alternativa frente al gallardismo dominante y al navismo que, en tres años, es muy probable que vuelva a la palestra electoral, Nava trae una espina muy clavada y que sangra con profusión; y es incierto el futuro de la alianza del PRI y PAN, Galindo ganó la elección con el voto panista.
Por su formación policiaca, a Galindo se le exigirá más en seguridad pública, habrá un titular formal del ramo pero en los hechos él estará a cargo. No tiene necesidad de traer a un fuereño inútil como lo hizo Nava con Jiménez Arcadia.
La capital potosina es el escenario principal de ejecuciones, colgados y descuartizamientos, los hechos de terror se presentan todos los días y los tres niveles de gobierno están pasmados; y recibirá una corporación deshecha por la corrupción y que arrienda patrullas que siguen sin verse por la ciudad, renovar el contrato sería una mala idea.
En el tema de la Sierra de San Miguelito y los fraccionadores que cobró revuelo por la reunión de ayer entre el Presidente AMLO y el gobernador electo Ricardo Gallardo, lo más probable es que no habrá cambios en los nuevos planes de desarrollo urbano y reordenamiento territorial que realizó Nava, eso se quedaría como está, salvo que los tribunales digan otra cosa, hay juicios en curso de algunos constructores afectados.
No se ve que Galindo y Gallardo vayan a tratar de enemistarse con los fraccionadores, fue el mismo Presidente AMLO el que a través de la SEMARNAT auspició el proyecto en la Cañada de Lobo.