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‘Renuncié a un sueño.’ Varias mujeres acusan a un afamado genetista de plantas por acoso sexual

Al menos cuatro científicas han denunciado recientemente por acoso y hostigamiento sexual al reconocido especialista en genética de plantas Jean-Philippe Vielle Calzada, investigador del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (Langebio) en Irapuato, México.

En las denuncias, así como en otros documentos y entrevistas, las científicas, algunas todavía estudiantes, alegan que Vielle Calzada intentó besarlas, o bien, las tocó sin su consentimiento, las presionó para iniciar una relación con él, les hizo insinuaciones románticas, les envió regalos y poemas, y tomó represalias profesionales contra ellas tras ser rechazado. Los presuntos incidentes ocurrieron entre 2013 y 2019.

Recientemente, las autoridades institucionales comunicaron a una de las denunciantes, en un correo electrónico que ella compartió con Science, que ya habían canalizado su caso a los responsables de sancionar administrativamente a servidores públicos, aunque todavía no se ha emprendido ninguna acción al respecto. Las otras tres denunciantes no han recibido información sobre el progreso de sus denuncias y asumen que siguen pendientes.

“El hilo conductor [entre las denuncias] es el abuso de poder… para poder subordinar sexual y emocionalmente a otra persona”, dice Verónica Cruz, directora de Las Libres, una organización feminista radicada en Guanajuato, México, que está acompañando a algunas de las mujeres que han presentado denuncias. Una de ellas, Angélica Cibrián Jaramillo, bióloga evolutiva en Langebio, calcula que perdió cerca de dos años de trabajo académico debido al presunto acoso y sus consecuencias posteriores, lo cual incluía tener que evitar a Vielle Calzada en el instituto. “Me hizo perder muchísimo tiempo y energía en un momento donde yo debía haber tenido que canalizar ese tiempo y esa energía en producir [investigación] o simplemente en arrancar el laboratorio”.

Vielle Calzada, de 56 años, niega todas las acusaciones, pero decidió no hablar de ninguna denuncia específica. Los alegatos son “falsos, infundados, artificiosos y espurios”, escribió en un comunicado que compartió con Science tras recibir una lista detallada de preguntas. Además añadió: “Creo firmemente y apoyo la necesidad de erradicar cualquier forma de violencia de género” en el ámbito académico.

Treinta personas que afirmaron haber trabajado en el laboratorio de Vielle Calzada enviaron una carta a Science en su apoyo, pero pidieron mantenerse en el anonimato. “Pudimos desempeñarnos en un ambiente de trabajo que ofrece beneficios para nuestro desarrollo profesional y con igualdad de oportunidad para [todes]”, escribieron.

Las denuncias por acoso sexual llegan en un momento en que estudiantes e investigadoras de Langebio exigen cambios dentro y fuera de la institución para evitar y dar respuesta a la violencia de género, un término que en México incluye a la discriminación y el acoso sexual. Múltiples alegatos han escandalizado a la comunidad científica del país, desencadenando así un debate sobre qué tan apropiadas son las relaciones románticas o sexuales entre científicos investigadores y subordinados. Aunque numerosas universidades estadounidenses prohíben explícitamente tales relaciones entre supervisores y sus estudiantes o sus empleados debido al potencial abuso de poder, Langebio y su institución matriz, el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) no lo hacen.

“Es algo difícil de reconocer. Sé que es un problema y que tenemos que cambiarlo”, dice José Mustre de León, director general del Cinvestav, una de las principales instituciones de investigación pública que incluye 11 unidades distribuidas a lo largo de México, incluyendo a Langebio. Mustre de León afirma que planea actualizar el código de conducta del Cinvestav para abordar el tema de las relaciones personales y promover una mayor igualdad de género.

Cibrián Jaramillo, en ese entonces de 35 años, inició un nuevo trabajo en 2012 como profesora en Langebio, donde una comunidad de científicos especializados en biotecnología, biología del desarrollo, evolución y otros campos colabora para estudiar la biodiversidad. Cibrián Jaramillo se formó en biología evolutiva y genética de conservación en instituciones estadounidenses como la Universidad de Columbia y el Museo Americano de Historia Natural, e investiga la genómica del chile, el maíz y otras plantas. Fue una de las primeras mujeres en tener el cargo de investigadora principal en Langebio. Y recuerda que Vielle Calzada se ofreció a ayudarla a navegar la burocracia administrativa mientras ella ponía en marcha su laboratorio.

Cibrián Jaramillo y muchas otras personas, incluyendo mujeres que alegan haber sido acosadas por Vielle Calzada, lo describen como un hombre brillante y encantador. Es una figura importante en Langebio, institución de la cual fue cofundador a inicios de los años 2000, cuando ayudó a obtener fondos y reclutar investigadores. Para 2019, según una carta de apoyo para un premio, Vielle Calzada había recibido más de seis millones de dólares en donativos para su investigación, la mayoría de ellos de fuentes internacionales como el Instituto Médico Howard Hughes y la Fundación Bill & Melinda Gates. Miembro de la AAAS (asociación responsable de la publicación de Science), Vielle Calzada estudia la genética molecular de la reproducción de plantas y el origen y domesticación de cultivos. De acuerdo con directivos de Langebio, pertenece también a varios comités clave de la institución, incluyendo uno que evalúa el desempeño de otros investigadores principales.

Según Cibrián Jaramillo, en 2013 ella y Vielle Calzada iniciaron una relación amistosa que incluía coqueteo, mismo que ella consideraba inocente y que no deseaba escalar a una interacción romántica o sexual, pero al cual no supo darle fin. “Muy rápidamente se volvió en una interacción que toda [su] ayuda tenía que pasar por una connotación sexual”, dijo en una entrevista. Afirma que su investigación requería de equipo que se encuentra bajo la administración de Vielle Calzada, como una cámara de crecimiento vegetal.

En su denuncia, que compartió con Science, Cibrián Jaramillo describe cómo Vielle Calzada la invitaba repetidamente a hoteles, a pesar de que ella siempre rechazó esos avances. Escribe que él le contó que las mujeres eran su debilidad y que sabía que tenía un problema. En una entrevista, alega haber recibido llamadas de Vielle Calzada durante las que el investigador lloraba y le decía que estaba enamorado de ella.

En 2015, según la denuncia, Vielle Calzada intentó besarla en un centro comercial de Irapuato; ella esquivó el beso. En 2016, al final de un foro internacional en Ciudad de México, ella se acercó a él para despedirse. La misma denuncia describe que Vielle Calzada le dijo que se alegraba mucho de verla y que “podía tocarlo” para comprobar que era “bien dotado”. Ella alega que luego él le tomó la mano y se la puso sobre el pene erecto. “Francamente me dejó en shock”, escribió Cibrián Jaramillo. “Me fui lo más rápido posible”.

Tras ese incidente, la investigadora intentó limitar todas sus interacciones con Vielle Calzada, explicó a Science. Le dijo que no quería que siguieran siendo amigos y evitó formar parte de comités o asistir a juntas donde él pudiera estar. En respuesta, alega en su denuncia, Vielle Calzada intentó bloquear su acceso a una muestra antigua de ADN; en una entrevista dijo también que el investigador retrasó u obstruyó solicitudes relacionadas con el laboratorio sobre las que él tenía control. “Esa era su manera de vengarse”, dice Cibrián Jaramillo.

Vielle Calzada se negó a comentar sobre estos u otros señalamientos “hasta que concluya cualquier investigación en curso”. Sin embargo, otra científica alegó en un correo electrónico a Science que en 2013 fue testigo de cómo Cibrián Jaramillo acosó físicamente a Vielle Calzada durante una conferencia, aproximándose a él y tocándole las nalgas. La científica pidió mantener el anonimato, diciendo que pensaba que comentar públicamente podría interferir con alguna investigación administrativa. Cibrián Jaramillo niega fervientemente que esta interacción haya ocurrido.

En 2016, María Villa Arcos, una especialista en genética de poblaciones humanas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en Juriquilla, asistió a una conferencia sobre genómica en Cancún que Vielle Calzada ayudó a organizar. En una denuncia que presentó ante el Cinvestav y que posteriormente compartió con Science, alega que él se acercó a ella y le pidió discutir en privado algo “profesional” y algo “personal”. Ávila Arcos, que no le conocía y acababa de regresar a México para crear su propio grupo de investigación después de seis años de estudio en el extranjero, aceptó.

Cuando estuvieron a solas, Vielle Calzada le dijo que siempre podía acudir a él en busca de ayuda y enfatizó que tenía estrechas relaciones con un funcionario de alto rango de la UNAM. “Después de mostrar su nivel de poder … me hizo insinuaciones románticas. Dijo estar ‘enamorado’ de mí”, escribió Ávila Arcos en su denuncia. Ella rechazó los avances, pero más tarde recibió correos y un libro de parte de él.

Tres años después, Ávila Arcos solicitó una beca de investigación para estudiar muestras de ADN antiguo, que incluían maíz. El tema estaba relacionado con el trabajo de Vielle Calzada, pero a ella le incomodó que él participara en el proyecto. En su denuncia, Ávila Arcos afirma haber llamado a Vielle Calzada directamente para explicarle que no quería incluirle en la propuesta de investigación debido a sus comentarios en Cancún. Alega que, a partir de entonces, él tomó represalias profesionales contra ella, diciéndole a otros investigadores de Langebio que era manipuladora. Una persona confirmó a Science que Vielle Calzada hizo tales comentarios.

Vielle Calzada lo niega todo, incluyendo las represalias. “Rechazo lisa y llanamente haber incurrido en cualquier forma de abuso de poder [o] violencia de género”, escribió en su comunicado.

En marzo de 2020, en el marco del Día Internacional de la Mujer, Ávila Arcos tuiteó sobre su experiencia, e incluyó en el testimonio las iniciales de Vielle Calzada. En agosto del mismo año, él presentó una demanda contra ella, citando una ley mexicana que permite reclamar por “daño moral”, y afirmó que los tuits dañaron su reputación y su vida privada. El estado de la demanda es incierto.

Después de publicar los tuits, Ávila Arcos dijo a Science que recibió mensajes de varias personas que decían conocer casos de acoso similares, algunos de los cuales involucraban a Vielle Calzada. Cibrián Jaramillo era una de ellas. Ambas mujeres, y otras dos más, decidieron presentar denuncias ante las autoridades del Cinvestav. “Pensamos que sería mejor hacerlo juntas”, dijo una denunciante a Science, “porque así nos harían caso”.

Pero el proceso ha sido agotador, afirma Cibrián Jaramillo. “Yo no gano hablando… al contrario, pierdo tiempo, prestigio, paz”.

Una tercera denuncia fue presentada por una ex alumna de Vielle Calzada, que posteriormente se unió a su laboratorio como staff scientist. La mujer pidió mantener el anonimato debido a la influencia del denunciado y por temor a represalias.

En su denuncia, que compartió con Science, afirma que Vielle Calzada no la acosó sexualmente cuando era estudiante de posgrado ni durante la mayor parte de su estancia como científica en su laboratorio. Sin embargo, poco antes de dejar el trabajo, a mediados de la década de 2010, le pidió a Vielle Calzada cartas de recomendación para una beca y un programa de doctorado. Ella dice que él accedió, pero que no las envió de inmediato. Una tarde, según la denuncia, Vielle Calzada le pidió hablar en su oficina. Cuando estuvieron a solas, sacó una botella de tequila y le ofreció un trago. La joven científica aceptó, pero discretamente tiraba la bebida cerca de una maceta.

En la denuncia alega que Vielle Calzada le dijo que siempre se había sentido atraído hacia ella y que había estado enamorado de ella. La ex estudiante añade que la invitó a un viaje a solas con él a la playa y le prometió enviarle los boletos de avión. “Estaba apanicada”, dijo en una entrevista. “Estaba temerosa de que cualquier cosa que fuera a decir pudiera repercutir con mis cartas de recomendación”. Según ella, la reunión duró seis horas, y recuerda haberse ido de Langebio muy tarde a la noche.

Los boletos de avión nunca llegaron, pero Vielle Calzada le envió después un correo, que ella compartió con Science, en el que escribió: “Hoy tengo cerca todo menos tu mirada […] Te extraño… no se por que te extraño [sic]”. Adjuntó una foto de un poema erótico escrito a mano que menciona partes del cuerpo de ella.

Días después, dice la joven científica, recibió las cartas de recomendación. Rechazó los avances de Vielle Calzada y le recordó que tenía novio. “Le dejé muy claro de forma personal [que] yo estaba muy dispuesta a una amistad pero no más”, escribió en su denuncia.

Seis meses después, Vielle Calzada le envió un correo acusándola de haber hablado mal de él y su grupo de investigación. En este nuevo correo, que ella compartió con Science, Vielle Calzada escribe que hablaría con su nuevo asesor respecto a “algunos ajustes” que debía hacer a la carta de recomendación.

“Considero que el Dr. Vielle debe ser despedido”, escribió ella en su denuncia. “Su comportamiento es patológico y su permanencia garantiza la aparición de futuros actos de hostigamiento sexual y laboral”.

Vielle Calzada no contestó al preguntarle si alguna vez había enviado poemas a antiguos miembros de su laboratorio, si se les había insinuado, si les había ofrecido alcohol a solas en Langebio o si había tomado represalias en su contra.

Una cuarta denuncia viene de una asistente de investigación que dejó el grupo de Vielle Calzada en 2019 y pidió mantener el anonimato por temor a represalias profesionales. En su denuncia, que compartió con Science, dice que conoció a Vielle Calzada cuando trabajaba como asistente de otra investigadora en el Cinvestav.

Poco después, alega, Vielle Calzada trató incesantemente de convencerla de salir con él, la llamó a altas horas de la noche y le envió rosas a su casa. Ella siempre rechazó sus insinuaciones. Su denuncia incluye documentos adicionales que compartió con Science: poemas y largos correos emotivos. En ellos, Vielle Calzada se disculpa profusamente por molestarla, describe detalles sobre su familia y la invita a tomar un café. También le escribió una carta romántica de cinco páginas y le sugirió que no la leyera hasta el año 2045. Ella le dijo que estaba saliendo con alguien y, cuando su trabajo en el Cinvestav concluyó, se mudó a otra ciudad.

Ocho meses más tarde, en 2018, alega en su denuncia, Vielle Calzada le ofreció un puesto como asistente de investigación en su laboratorio. Ella dice que accedió con la condición de que la relación fuera meramente profesional. Pero alega que él rompió ese acuerdo un par de meses después, cuando estaban a solas en el coche de Vielle Calzada, y él le dijo que no estaba enamorado de ella pero que apreciaba su “alma”. La joven narró en su denuncia que él la presionó para que fueran amigos y le dijo que sabía que las frases que ella escribía en redes sociales iban dirigidas indirectamente a él. Ella sintió que el investigador estaba invadiendo su vida personal.

Decidió dejar Langebio para siempre. “Renuncié a un sueño porque mentalmente estaba cansada”, escribió en su denuncia. Se mudó a otro estado y comenzó sus estudios en otra universidad.

“Es triste cómo muchas mujeres vamos quedando rezagadas o yéndonos a instituciones menos reconocidas con tal de evitar … hombres como él”, dijo en una entrevista. “Nos frenan solo porque les gustamos”.

Durante los seis meses de investigación de Science, otras dos mujeres que trabajaron en el laboratorio de Vielle Calzada, una técnica y una auxiliar administrativa, alegaron que el investigador las presionó para entablar una relación romántica o sexual con él. Ambas pidieron permanecer en el anonimato, por temor a que la situación las perjudique emocional y profesionalmente. Ninguna presentó una denuncia oficial porque no se sintieron apoyadas por el Cinvestav o porque no sabían que era posible presentarla.

Science también habló con otros ocho ex miembros del grupo de Vielle Calzada. Todos describieron un ambiente tenso en el que él les gritaba a ellos o a otros integrantes, se entrometía en sus vidas personales y a veces tomaba represalias en su contra. “Para mí fue una etapa de mucha frustración y desgaste emocional”, explicó una ex miembro del grupo en un correo electrónico. Tras dejar el laboratorio, “por fin siento que estoy avanzando en mi carrera”. Diez ex estudiantes o colaboradores declinaron o no respondieron a las solicitudes de entrevista de Science.

Vielle Calzada defendió la dinámica de su laboratorio en su comunicado a Science, en el que afirma haber participado activamente “en la promoción colectiva de la igualdad y equidad de género en México”. En los más de 20 años que ha estado a cargo de un laboratorio, el 51% de los casi 80 miembros que han trabajado con él han sido mujeres, escribió. “Nuestra trayectoria … muestra que logramos establecer un ambiente de trabajo libre de violencia” para todos por igual.

Las mujeres líderes escasean en los laboratorios

En el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados de México, una de las principales instituciones de investigación con unidades a lo largo de todo el país, los investigadores principales hombres que dirigen sus propios laboratorios superan con creces a sus colegas mujeres. Esta diferencia es todavía más grande en unidades especializadas en los campos tecnológicos, como el Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad, orientado hacia la biotecnología.

Cinco miembros actuales de su laboratorio hablaron con Science bajo condición de anonimato y dijeron que nunca habían presenciado ni experimentado acoso sexual o laboral allí. “Mi relación con él ha sido muy buena”, dice una ex estudiante que terminó su programa de maestría a fines de 2020 y luego se unió al laboratorio, pero pidió no ser nombrada porque le preocupa que un comentario público interfiera con investigaciones administrativas. “’El doc’ la verdad es que tiene una cosa de que te ayuda y te motiva un chingo”.

Otras personas tienen una visión más matizada. “Tengo mucho que agradecerle”, incluyendo oportunidades profesionales, dice Vianey Olmedo, una bióloga molecular que trabajó durante seis años como postdoc para Vielle Calzada y ahora dirige su propio laboratorio en la Universidad de Guanajuato. Añade que nunca experimentó ni fue testigo de acoso sexual en el laboratorio. Recuerda también que cuando le robaron la computadora de su casa, Vielle Calzada le ayudó a levantar una denuncia con la policía. Pero Olmedo se siente conflictuada con respecto a su experiencia, y describe una atmósfera estresante en la que con frecuencia Vielle Calzada gritaba a sus subordinados durante las reuniones del laboratorio. “Me siento como un sobreviviente”, dice. “Aprendí. Tomo lo bueno. Pero no volvería”.

A finales de mayo, Ávila Arcos recibió un breve comunicado del Órgano Interno de Control del Cinvestav, la unidad que desde 2020 investiga los casos de acoso sexual. El comunicado, que compartió con Science, decía que la unidad había concluido su investigación y que remitían el caso a otros responsables para una posible sanción a Vielle Calzada.

No está claro cuáles podrían ser las sanciones, ni si se aplicarán o cuándo. Ávila Arcos dice que los funcionarios le dijeron en persona a principios de septiembre que se llevará a cabo una audiencia en la que Vielle Calzada podrá presentar su defensa.

Cruz dice que si no se impone ninguna sanción, las denunciantes pueden llevar el caso a un tribunal federal administrativo fuera del Cinvestav. La unidad interna de control rechazó múltiples solicitudes de entrevista, afirmando que no estaban autorizados a hablar con la prensa sobre sus procedimientos.

Mustre de León asegura que hará cumplir las sanciones si así las imponen la unidad o el tribunal. Al preguntarle directamente sobre el caso de Vielle Calzada, dijo: “No habrá ninguna excepción”. En su declaración, Vielle Calzada escribió: “Si cualquier investigación administrativa [concluyera] que soy responsable de un acto de acoso sexual, me comprometo a acatar las sanciones administrativas que dicte la autoridad”.

Sancionar a un investigador sería un hito. Antes de 2020, todas las denuncias por acoso en el Cinvestav eran investigadas por el comité de ética o por comisiones internas, que solo podían actuar como mediadores y no tenían la capacidad de sancionar. (Las denuncias de las cuatro mujeres fueron primero enviadas al comité de ética, y después remitidas al órgano interno de control, de acuerdo a documentos que recibieron).

Sin la posibilidad de sancionar, presentar una denuncia no hacía mucha diferencia, según algunas mujeres. Por ejemplo, en 2018, Gabriela Santos, que en ese momento estaba por concluir su maestría en biología integrativa en Langebio, presentó una relatoría de hechos ante una comisión interna, misma que compartió con Science, contra un estudiante que le mandó un extenso mensaje relatando fantasías sexuales que la involucraban. La comisión, conformada por diversos investigadores del Cinvestav, determinó que la había acosado tanto a ella como a una asistente de investigación. Pero Santos, en retrospectiva, siente que la resolución fue decepcionante: la comisión decidió que el estudiante no debía compartir el mismo espacio físico que las dos jóvenes científicas; también le exigió que fuera a terapia y apresuró su graduación.

Santos, ahora estudiante de doctorado en el Instituto de Investigación Médica Garvan de Sídney, Australia, dice que se lo pensaría dos veces antes de volver a México. “¿Regresar para qué? ¿Tener que aguantar gente que sabes que va a acosar a otras alumnas o que igual te acosa a ti?”

Una encuesta informal realizada a fines de 2020 tras la proyección de un documental sobre acoso sexual, reveló que entre los 312 estudiantes, científicos y personal del Cinvestav que respondieron, 127 declararon haber sufrido discriminación o violencia de género durante su carrera académica.

“Son unas respuestas alarmantes”, dice Eugenia Roldán Vera, historiadora de educación en el campus Sede Sur del Cinvestav en Ciudad de México, quien ayudó a analizar los resultados. Particularmente preocupante fue la percepción compartida de que las autoridades del Cinvestav protegen a acosadores y fomentan un ambiente de impunidad, lo cual hace que las personas sean menos propensas a denunciar, dice.

“Todos, yo incluida, somos parte del problema”, explica Gabriela Olmedo Álvarez, microbióloga y directora del campus del Cinvestav en Irapuato. Afirma que el Cinvestav, como muchas otras instituciones educativas superiores de Latinoamérica, ha dejado pasar por alto el acoso sexual durante décadas. “Fuimos totalmente pasivos. Dejamos pasarlas todas”, añade. Ella y otras 13 investigadoras principales de Irapuato y del instituto vecino, Langebio, entre las que se encuentra Cibrián Jaramillo, han buscado recientemente capacitarse para ofrecer apoyo a las víctimas de violencia sexual en sus campus.

En una charla en línea organizada en marzo por Langebio, Cruz habló sobre la violencia de género en el ámbito académico, señalando que no regular las relaciones entre investigadores y subordinados puede dañar las carreras de las mujeres. Pero a varios asistentes hombres les costó entender el problema. “Me impresionaba tanto su insistencia sobre la posibilidad de tener parejas ahí dentro del centro laboral”, dice Cruz.

Mustre de León y otros miembros del Cinvestav planean llevar a cabo una evaluación independiente para medir qué tan generalizados son el acoso y el hostigamiento sexual dentro de la institución y las posibles medidas a tomar para prevenirlo, identificarlo y sancionarlo. Una de esas medidas podría incluir restringir las relaciones románticas y sexuales dentro del Cinvestav. A principios de 2020, Mustre de León firmó un pronunciamiento en el que informaba que el centro impondría una política de cero tolerancia hacia el acoso sexual.

Cibrián Jaramillo, que se encuentra actualmente en un año sabático en Holanda, ha ayudado a organizar talleres sobre violencia de género para estudiantes e investigadores del Cinvestav. Espera que su trabajo y el de otros impulse el cambio en el lugar “donde se permitió todo esto”.

Con información de Science.org

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