Felipe Morales
Las fallas con la espada impidieron el triunfo de los toreros, las faenas no lograron ser coronadas y la noche en el Paseo fue de las corridas llamadas “corrida de expectación, corrida de decepción”.
La plaza se llenó hasta el reloj, el tema de la sana distancia quedó olvidado, los taurinos adelantaron dos días el semáforo verde; y pese a que no hubo apéndices, si en cambio mucho ambiente y entretenimiento.
El mejor librado fue Joselito Adame despedido con ovaciones de la plaza luego de una labor voluntariosa en el mejor lote de la corrida, a lo largo del festejo estuvo valiente y muy voluntarioso; en su primero escuchó palmas y en el segundo, el toro más claro del encierro d San Martín pese a escuchar un aviso, salió al tercio.
Fermín Rivera abandonó el ruedo abucheado, al potosino le tocó el lote menos potable, con una labor silenciada en el primero y prácticamente sin acomodo en el segundo para sentir el desdén de la afición; la espada sigue siendo su talón de aquiles.
Finalmente Diego Silveti, que también pinchó a sus toros, en el primero fue silenciado y en el segundo, fue aplaudido.