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Opinión

Cabos sueltos

Un cabo suelto

Ayer sorprendió la renuncia del diputado Mauricio Ramírez Konishi al PRI, partido en el que fincó su trayectoria y gracias al que vivió condiciones de privilegio, en parte por la herencia política de su padre.

Se dice que en los próximos días anunciará su incorporación al partido Movimiento Ciudadano. De este organismo político ya se comentaba -desde el verano con más fuerza- que estaría en una especie de negociación tipo franquicia, pero se manejaban los nombres de varios políticos locales (entre los que no se incluía al ahora ex priista) sobre todo jóvenes que estarían gestando el cambio de estafeta y sacar a Eugenio Govea del liderazgo formal y oficial del partido.

Se ha especulado un poco de todo, desde quienes aseguran que se trata de un proyecto de políticos profesionales con un genuino interés social y público; hasta quienes incluso mencionaron que varios empresarios de diferentes estados del país, estarían considerando financiar un proyecto de mediano plazo, encabezado visiblemente por esos políticos jóvenes (parecidos al perfil del regio Samuel García), para que se hicieran cargo del partido, ganaran las elecciones municipales del 2024 y a cambio regresarían jugosos contratos de obra para “recuperar la inversión”, el tiempo lo dirá.

Crónica de un caos

En plena crisis mundial, desatada por la nueva variante ómicron del Covid-19, en San Luis Potosí enfrentamos del 24 al 27 de noviembre un caótico proceso de vacunación en medio de decisiones erráticas, logísticas rudimentarias y mal planeadas, básicas generalizaciones y hasta descalificaciones de las propias autoridades hacia los fundados reclamos ciudadanos.

Todo parecía ir bien, cuando se anunció el 24 de noviembre que se abriría la vacunación para menores de entre 15 y 17 años de edad. Se generó alguna confusión -mínima para entonces- porque se empalmó con la segunda dosis de menores con comorbilidades, sin embargo, la conciencia de la mayoría de los padres de familia hizo que pronto dieran con los datos fidedignos y se dispusieron a atender el llamado de la autoridad para aplicar el biológico a los adolescentes, a partir del día siguiente.

Pasadas las 9 de la noche de ese 24 de noviembre, se avisó escuetamente a través de redes sociales sobre un cambio de última hora en las sedes, se eliminaba el Centro de Alto Rendimiento y se sumaba la Universidad Politécnica pero sólo disponible hasta el viernes 26 de noviembre.

Un mal comienzo

Las fechas que oficialmente se avisaron, seguían igual: jueves 25 y viernes 26 de noviembre. Así amanecimos el jueves y se volcaron los interesados por la vacuna a las sedes instaladas en la capital potosina: FENAPO y Tangamanga 2.

Sin embargo, ni la logística, organización, ni comunicación funcionaron. Filas de más de ocho horas, sedes sin sana distancia y sin vigilancia en los alrededores que salvaguardaran la integridad física de la multitud ahí congregada.

Más que un mal cálculo

Se entendería que en un primer momento se hubieran visto sorprendidos por el equivocado cálculo inicial, sin embargo, transcurridas las primeras horas del día, las filas en la FENAPO y en Tangamanga 2, ya reflejaban la desbordada demanda que tenía la aplicación de la vacuna.

Pasadas las 10 de la mañana, no reaccionaba ninguna autoridad. Se impuso la civilidad de los padres e hijos y se las arreglaron como pudieron para aferrarse a la única esperanza en medio de la pandemia.

Se supone que existe todo un marco legal de protección civil cuando hay cualquier concentración masiva, pero acá, brilló por su ausencia la autoridad que medianamente intentara cuidar a los miles de jóvenes. Solo fue posible avistar una escasa presencia de agentes locales que atendían la parte vial de las calles aledañas.

Hubo quienes recibieron la vacuna a las 10:30 de la noche, y otros con menos suerte, tuvieron que irse a dormir con la promesa de que al día siguiente (ya sin fila y gracias a un papel firmado) los dejarían ingresar con prioridad en la fila del viernes.

Lenta toma de decisiones

La reacción de las autoridades de salud se tardó tanto, que apenas a eso de las 18:38 horas (según su propia página de Facebook) anunciaron la “continuidad de la jornada de vacunación” y se amplió para el sábado 27 de noviembre.

Ocurrió de todo: los acusaron de estar levantando firmas para la revocación de mandato, los siervos de la nación (que fueron los menos culpables) trataban a los jóvenes desde la amabilidad necesaria hasta el mal humor entendible pero injustificable en tanto servidores públicos.

A pesar de la nueva fecha anunciada horas antes, el viernes el escenario se repitió, filas de más de siete horas, miles de familias concentradas alrededor de las sedes… caos y desorganización.

Ante los reclamos de los irritados padres de familia y de los mismos jóvenes, se anunció el sábado, pero no en los espacios oficiales de los Servicios Estatales de Salud, que se ampliaría la vacunación para lunes y martes, que por cierto, los 3 días ampliados resultaron un fracaso por la razón opuesta, estuvieron desiertos, vacíos…

La joya de la corona: ahora resulta que la culpa es de ustedes

Lo más preocupante por el significado social e implicaciones que pudiera tener, fue conocer los argumentos de los responsables institucionales de esas instancias de salud ante la oleada de criticas bien ganadas en redes sociales y por la cobertura de los medios de comunicación.

La joya de la corona fue escuchar al delegado Gabino Morales en entrevista con Global Media en el noticiero del medio día en donde descalificó todo y a todos: culpó a los padres de familia por acompañar a sus hijos, a pesar de que la propia autoridad los convocó; acusó a los medios de distorsionar la realidad, como si con trampas digitales se hubieran alterado las imágenes que dieron cuenta de las largas filas y horas de espera.

Total, que la toma de decisiones y la mala comunicación que suponemos existió podrían haber sido parte de las causas de semejante caos y no la incapacidad, la desorganización u otros factores más estructurales y preocupantes. Nadie salió a dar una explicación sensata, porque lo declarado por el súper delegado dejó mas dudas que certezas. Incluso confesó que basaron sus cálculos en datos estadísticos confiables, dado que precisó que hacen las estimaciones de las vacunas por aplicar, con base en las cifras que reciben de INEGI y aún así, fueron incapaces de organizar la logística adecuada de una más de las varias jornadas de vacunación que desde marzo se vienen repitiendo.

Por: Lidia Juache

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