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Ver para Pensar: Vivir como Hobbit

Federico Anaya Gallardo

Ya te he contado, lectora, que Tolkien (Señor de los Anillos) y Lewis (Crónicas de Narnia) se conocían, frecuentaban y compartían sus escritos. Esto es un hecho histórico bien documentado. En los 1930’s, los Inklinks se reunían una o dos veces por semana, fuera de Oxford ó en los apartamentos de Lewis en el Magdalen College. “Inkling” significa “indicio” ó “pista”, pero también “atisbo”. Aparte, hace referencia a tinta (ink) y atravesando lenguas, a liga. Un nombre perfecto. Esta sociedad es la segunda que formó Tolkien, quien había perdido en las trincheras de la guerra  mundial a dos de los cuatro socios la adolescente T.C.B.S. (Tea Club & Barrovian Society). Te sugerí, lectora, que la oscuridad en que Saurón nos encadena podría ser la de los deseos insatisfechos. Fuí injusto. Las sombras también pueden provenir de la nostalgia –del vacío dejado por las personas que el Destino nos arrebata.

El vacío de la nostalgia es helado. Se aloja al centro y a la izquierda del pecho inundándolo todo. Ciertamente, aviva el seso y aguza la razón. Tal vez por eso Lewis retomó como símbolo de la maldad en su primera novela narniana (El león, la bruja y el ropero, 1950) a la Reina de la Nieve (Snedronningen) de Andersen (1844). Para entender ese vacío y ese frío hay que ir a la biografía de Lewis. Cuando se enlistó para la guerra, compartió su periodo de entrenamiento con Edward Moore. Ambos pactaron que quien sobreviviese se haría cargo de la familia del que muriese. Edward cayó en combate y Lewis cumplió el encargo funerario. Desde 1918 y hasta 1951 (¡tres décadas!), el escritor cuidó de la madre de su camarada. La señora Janie tenía 27 años más que el veterano postadolescente. Lewis crió a la hermana menor de Edward, Maureen, como si fuese su propia hija.

La relación del joven Lewis con Janie Moore causó cierto escándalo –pues muchos sospecharon que pese a la diferencia de edad eran pareja. En su novela La Estrella del Alba,los Wu Ming 4 aprovechan para presentarnos a un Lewis preocupado excesivamente por las “buenas apariencias” y que mantiene su relación con la Familia Moore en prudente silencio. Sus biógrafos han terminado por aceptar que Janie Moore y C.S. Lewis tuvieron intimidad sexual… pero aún hoy, un siglo más tarde, el asunto causa escándalo. ¿Qué tanto de ese recato pequeño-burgués, de este pudor conservador de su amigo inkling, inspiró a Tolkien cuando nos describe la sociedad Hobbit? Sospecho que mucho.

Pero hay más. Los Baggins de Bag End son hobbitses que se atrevieron a salir de su agujero y que al regresar se descubrieron tan cambiados por la experiencia que ya nunca pudieron adaptarse a la normalidad de Hobbiton. Vamos por partes.

Dice Tolkien que Bilbo vivía en un agujero, pero “no un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad.”

¿Quieres una visión de ese agujero-hobbit, lectora? Te recomiendo ir a YouTube y ver Shadowlands (Richard Attenboorough, 1993, liga 1, en Inglés sin subtítulos). En ella se nos muestra la vida cotidiana de C.S. Lewis luego de la muerte de Janie Moore: en los 1950s, cuando el autor ya era reconocido por sus Crónicas de Narnia. En Castellano la película se tituló Tierra de Penumbras y puedes verla doblada al Castellano peninsular en la Liga 2. El filme (que antes fue obra de teatro) se inspira en el libro de reflexiones, A Grief Observed, publicado por el propio Lewis en 1961.

El agujero-hobbit es perfecto. Lewis se ha instalado en una casa cercana a Oxford con su hemano menor Warnie. Una construcción sencilla, de dos pisos y un desván; en medio de la campiña inglesa. Llena de libros, la casita cuenta con habitaciones cómodas para leer, escribir, fumar y reflexionar. Los dos hermanos comparten un estudio con dos escritorios, uno frente al otro. Uno no puede dejar de evocar a Bilbo y Frodo Baggins.

Pero nuestro Lewis-hobbit ya está tocado por la guerra y el anillo de Saurón ya le ha enfriado el pecho. Acaba de morir Janie Moore y Lewis ha sublimado esa nueva ausencia publicando sus cuentos acerca de los niños que luchan contra una reina helada. La fama le sonríe y le rodea el prestigio de una cómoda vida académica. De pronto, llega a la puerta de nuestros dos hobbitses un niño verdadero de la mano de su madre-poeta: Douglas Gresham. (En realidad, eran dos hermanos, Douglas y David.) La madre-poeta se llamaba Joy Davidman –una atea militante del Partido Comunista de los EUA. Los niños eran admiradores de Narnia y ella había hecho amistad por correspondencia con C.S. Lewis.

Shadowlands es una maravilla porque permite acercarse al frío vacío de la nostalgia. La relación de Lewis y Davidman duraría menos de una década. Ella aceptó convertirse al cristianismo anglicano. Él se casó con ella –asegurándole a madre e hijos residencia legal y permanente en Inglaterra. Para 1960 la poeta había muerto de un cáncer de huesos. El padre de Narnia terminó de criar a los dos hijos de su último amor. Esta pérdida es el sustrato de A Grief Observed –que bien podríamos traducir como Penitencia observada

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:

Liga 2:

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