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Opinión

Cabos Sueltos

Cada día y cada noche, se pone aprueba la vocación, inteligencia, compromiso, responsabilidad y hasta el prestigio político de los 2 gobernantes de la plaza de armas, Ricardo Gallardo y Enrique Galindo. Los temas más sensibles para la población están hoy en manos del gobernador y del presidente municipal de la capital: agua y seguridad.

Ninguno de los dos podrá pasar a la historia con un saldo a favor o dar los siguientes pasos en sus aspiraciones políticas mientras no resuelvan de fondo ambos pendientes.

En los últimos días una sicosis colectiva se apoderó de las redes sociales y se inundaron con mensajes que dieron cuenta de jóvenes desaparecidos, levantones y secuestros de menores y mujeres y la sociedad solidaria compartió recomendaciones para el autocuidado.

Rápidamente el gobierno del estado reaccionó, para su fortuna comenzaron a resolverse algunos de esos sonados casos y se generaron las respectivas fichas con el sello de localizado… rojo, visible… como queriendo emparejar el marcador de las desapariciones y con ello restar a la percepción de inseguridad que ya había inundado los grupos de whatsapp y los muros de Facebook.

También esta semana, el gobierno municipal se enfrentó a su propio fantasma… el sábado por la noche circuló el video de un pleito de jóvenes en pleno centro histórico y apenas 2 minutos de riña videograbada y difundida por redes sociales, bastaron para revertir gran parte del trabajo de imagen y percepción que ya habían ganado con el llamado operativo Sello, ni hablar a comenzar de nuevo.

Apenas el 2 de marzo se anunció que el operativo Sello, estaría vigilando en bares y antros de la capital de jueves a sábado. Habían invertido tiempo y recursos para apuntalar en la percepción ciudadana, el trabajo organizado y eficiente de la Polisía. Habían ofrecido vigilancia y patrullajes para inhibir los delitos en la zona comercial potosina, pero… luego del pleito de la calle Álvaro Obregón, la percepción que se extendió fue la de su incapacidad de intervenir a tiempo en el pleito callejero y pero aun, exhibieron el fracaso, al menos por ahora, de prevenir la violencia.

En tanto, la gente ya salió a las calles, ya comenzaron los bloqueos de un grupo de ciudadanos, al menos por el rumbo de Himno Nacional para protestar por la falta de agua. La falta de agua para la población no importa si es culpa de El Realito, Interapas o de quien sea, por algo le llaman el vital líquido.

 En pleno periodo de sequía, el martes, un simple comunicado de prensa reveló la cruda realidad de la burla en la que se ha convertido el tema de la presa El Realito.

Y es que en cada párrafo se fue reflejando el nivel de responsabilidad de cada instancia de gobierno frente al tema, pero también se exhibió la incapacidad de las oficinas de gobierno para hacer frente y resolver con autoridad ese pendiente que a miles de familias sigue afectando, porque no hay pipa que alcance pero tampoco parece haber un estado de derecho que alguien se anime a cumplir o hacer cumplir.

Dice el comunicado:

El Director de Interapas, exigió categórico que Aqualia, empresa cuya filial, AQUOS El Realito, S. A. de C.V.  opera el proyecto del acueducto, se responsabilice y resuelva eficazmente y a fondo los constantes problemas relacionados con el acueducto El Realito, luego de que esta mañana fallara por octava vez en tan solo 3 meses.

Pero esa exigencia categórica se esfumó cuando líneas abajo se puede leer que es la CEA (Comisión Estatal del Agua) la que tiene jurídicamente, en sus manos la posibilidad de exigir en su calidad de  “titular del contrato” el cumplimiento a la empresa que administra El Realito, y nos toca esperar a que alguien decida asumir lo que legal y socialmente les corresponde: garantizar la prestación de servicios básicos y el agua es uno de ellos.

Y ya para rematar la semana, justo cuando comenzábamos a tomar un respiro, se reveló que hasta el jefe policiaco de Villa de Zaragoza, fue víctima de un levantón y para las mentes pesimistas, eso no puede ser mas que una mala señal de que si no se interviene a tiempo, con las facultades y recursos que, (de nuevo) legal y socialmente tienen obligación de atender las autoridades, podría tornarse más que grave.

Pocas opciones quedan para esperar que en el corto plazo los escenarios mejoren, así que queda encomendarse a todos los santos y quizá pedir la intervención en las alturas, del recién llegado nuevo arzobispo Jorge Alberto Cavazos Arizpe.

Por Lidia Juache

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