Hace casi 32 años la vida de Diego Bermúdez cambió drásticamente el día que casi muere en un avionazo. El destino parece que estuvo entonces empeñado en salvarle la vida y dejarle en este mundo para contar la trágica historia que aconteció el 27 de noviembre de 1989 con el Boeing 727 de Avianca, identificado con el vuelo HK 1803.
Ese lamentable día, el vuelo tenía previsto una ruta corta, de no más de una hora de trayecto. El avión salió del Puente Aéreo e iba de Bogotá hacia Cali. No llegó a su destino porque minutos después de despegar la mañana de es 27 de noviembre, el avión explotó como resultado de una atentado provocado por el cártel de Medellín.
Diego Bermúdez salva la vida
La historia ha sido contada muchas veces por el mismo Diego Bermúdez, quien hoy en día es un adulto que se dedica a los negocios inmobiliarios. Pero esa etapa de su juventud, estaba comenzando a vincularse a la empresa Avianca, en Colombia, luego que sus padres se desarrollaran en una agencia de viajes y él estudiara una licenciatura en Hotelería y Turismo.
Esa mañana, él tenía todo previsto y aceptado para ser parte de los seis tripulantes de ese vuelo, sumado a los 101 pasajeros. Un total de 107 personas harían ese recorrido y Diego era uno de ellos. Pero, de último momento, la vida le cambió.
Adiós a su gran amiga Astrid
En ese vuelo, Diego Bermúdez compartiría tripulación con una mujer que era una gran amiga para él, especial en su vida. Ella era Astrid del Pilar Gómez, compañera con quien él se llevaba muy bien y que ese día sí abordó el vuelo, pero Diego debió descender del mismo por un cambio operativo de último minuto.
Ese día, ya en el avión, alguien llegó para indicarle a Diego que no haría el recorrido, puesto que se lo darían a una compañera con mayor rango en la compañía, misma que le explicó a él pidió ese favor en tomar ese vuelo porque se venían las fiestas decembrinas y aprovecharía para llevar regalos a una ciudad cercana al destino, a fin de ver a sus familiares.
Diego no tuvo más que aceptar y rápidamente abandonar el vuelo. No sin antes, bajar la escalinata y correr por un desayuno para su amiga Astrid, a quien alcanzó a ver por un último instante al correr al avión, darle el almuerzo y un abrazo, para culminar con una promesa que jamás se cumplió de que se llamarían al aterrizar. Esa llamada nunca se dio.
Trágico accidente en la montaña
Cuando todo quedó listo para cerrar la escotilla y dejar el vuelo irse, la tragedia sucedería apenas unos pocos minutos después del despegue, cuando uno de los capitanes en tierra que se comunicaba con el avión, enteró al resto que el vuelo había sucumbido en las montañas cercanas y, por lo menos, toda la tripulación había perecido, a espera de contabilizar las pérdidas de los pasajeros.
El mismo Diego Bermúdez contó cómo sucedió todo ese día y muestra el lugar donde cayó el avión.
Con información del Heraldo.