Federico Anaya Gallardo
Graham Greene (1904-1991) es uno de los grandes escritores británicos del siglo XX. Es cercano a México por su recuento de viaje de 1938-1939, titulado Los Caminos sin ley –adonde encontramos retratos de Cedillo y Garrido Canabal. Greene era un católico preocupado por la persecución religiosa. Su novela El Poder y la Gloria de 1940 retomó su experiencia en aquél Tabasco rojo. Originalmente agnóstico, es probable que su catolicismo haya tenido que ver con la experiencia iluminadora y creadora de héroes de la persecución. Ligado desde la segunda guerra mundial al MI-6, conocería a Fidel Castro en la Sierra Maestra –llevándole vituallas (ah, caridad católica) y evaluando la entereza del comandante (ah, calidad MI-6). De esa experiencia nacería su novela Nuestro hombre en Habana (1958).
Que ese personaje de novela y novelador haya declarado que otro inglés fuese el mejor escritor de su generación… sería suficiente para estar atento de encontrar algún libro de esa persona. Pero, como no soy bueno para leer novelas, lo primero que encontré fueron series de televisión –lo que nos trae a esta kino-reseña y las que siguen.
El autor elogiado por Greene es Evelyn Waugh (1903-1966). Amazon Prime exhibe una versión de su Decline and Fall (Decadencia y Caída). Se trata de una serie de 2017 distribuida por BBC2, en tres capítulos. Todos fueron dirigidos por el catalán Guillem Morales (n.1975). Waugh escribió Decline and Fall en 1928. La adaptación la hizo el guionista James Wood casi un siglo después. Wood declaró que escribir el guión “fue aterrador, porque es un libro muy querido. Muchos creen que se trata de la mejor novela cómica de la ficción inglesa”.
Confieso que yo no reí mucho. Pero no se puede negar la ligereza con la que Waugh trata sus temas. Puedes ver en esta reseña la portada de la novela original junto al cartel de la reciente serie de TV. La primera fue diseñada por el propio autor. Ambas transmiten inocencia en sentido de simplicidad infantil. La narración se basa en la experiencia personal de Waugh como estudiante en Oxford (1922-1924) y luego como profesor en una preparatoria de Gales. Igual que su personaje Paul Pennyfeather (Pablo Pluma-de-a-peso), Waugh no había obtenido el grado universitario. Waugh falló por falta de esfuerzo (prefería perder el tiempo con los ricos de su generación); Pennyfeather porque unos estudiantes ricos lo desnudaron en el patio –y las autoridades universitarias lo expulsaron a él y no a los agresores.
Waugh –cuya familia no podía sostenerlo una vez que perdió su beca– buscó empleo en 1925 y lo encontró en una preparatoria llamada Arnold House en Landdullas, condado de Conwy, Gales del Norte. En la novela, Pennyfeather es contratado por una escuela galesa llamada Llanabba. En ambos casos, el delicado oxonian no aguanta la soledad ni la extraña disciplina de una escuela rural. Waugh registró en sus diarios –amargo– que la ventaja era que allá no había en qué gastar su salario. Pennyfeather sufre el mismo aislamiento, pero pronto encuentra modo de escapar volviéndose tutor privado de uno de sus estudiantes, el quinceañero Peter. Pennyfeather en realidad desea a la madre de su alumno –quien es la rica y despampanante viuda Margot Beste-Chetwynde (Margarita Mejor-Cheque-al-viento). Eventualmente se casarán. Pero el ahora exitoso oxonian descubrirá que su mujer está involucrada en el tráfico internacional de personas (trata de blancas) y será él y no ella quien termine en prisión.
Asegún avances en la serie, lectora, descubrirás que hay muy poco de inocente en ella. Los temas que Waugh trató eran tan serios, que en su “Author’s Note” a la primera edición, debió aclarar a su audiencia: “Please bear in mind throughout that IT IS MEANT TO BE FUNNY.” (Por favor, tome siempre en consideración que se busca ser gracioso.) El crimen organizado –ya en escala internacional– llevará a Pennyfeather a la cárcel pero dejará en la impunidad a los grandes. De hecho, Margot se casará con el Ministro de Transportes, Sir Humphrey Maltravers (Mal-viaje) quien –en la novela– está probablemente involucrado en la prostitución y en la trata de personas.
¿Imaginación loca ó descripción de la realidad? Un crítico literario contemporáneo, Duncan McLaren, ha propuesto que Maltravers es en realidad Geoffrey Fry (1888-1960), heredero y administrador de una próspera compañía chocolatera y quien en 1928 era el secretario privado del Primer Ministro conservador Stanley Baldwin. Su mujer, Alathea Gardner, sería el modelo de la capo-Margot Beste-Chetwynde. Alathea/Margot era la hermana mayor de Evelyn, la mujer con quien Waugh contraería matrimonio en 1928-1929. (Liga 1.)
Sí, esa pareja de recién casados ingleses en 1929 era Evelyn Waugh (marido) y Evelyn Gardner (mujer). Ellos y sus amigos hablaban de He-Evelyn y She-Evelyn… jugando con la confusión. Pun intended… en varios momentos de su vida, muchos se preguntaron si Waugh no sería en realidad She-Evelyn.
Waugh no sólo publicaba una autobiografía novelada, también describía con detalle la vida de la élite británica en los 1920s. Inglaterra había ganado la Gran Guerra y, aunque había perdido Irlanda, conservaba el resto de sus colonias. Su marina aún era la reina de los mares. Sus universidades aún imponían el discurso académico. En los pasillos de Oxford están terminando sus estudios Tolkien, C.S. Lewis y en los alrededores escriben T.E. Lawrence y Robert Graves. En el observatorio de Cambridge, Arthur S. Eddington (1882-1944) diseñó la prueba que confirmaría la teoría de la relatividad de Einstein en 1919. En ese mismo año, Srinivasa Ramanujan (1887-1920) completaba un periodo de cinco años de colaboración en Cambridge con el matemático Godfrey H. Hardy (1877-1947). Esta época y estas historias han sido inspiración de varias películas. En esta columna ya he hablado de las sagas de los fantásticos literatos de Oxford. Las aventuras cinemáticas sobre Eddington y Ramanujan quedan para una futura entrega.
Volvamos a Evelyn Waugh. Él (He-Evelyn) siempre negó el carácter autobiográfico de sus novelas. En su novela Brideshead Revisted, de la que hablaré en quince días, advierte a sus lectoras: “I am not I; thou art not he or she; they are not they” (Yo no soy yo; tú no eres él ó ella; ellos no son ellos). Y sin embargo, él está siempre allí. Y ellos, y ellas, son las y los compañeros de su generación.
Los medios de comunicación les llamaban Bright Young Things (Los jóvenes y brillantes). La semana que viene te contaré de ellos.
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