La proliferación de consultorios médicos junto a farmacias que se presentó entre 2012 y 2018 en México, fue tal que su cobertura equivalió a medio sistema de salud, advierte un estudio del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), publicado a finales de 2020. El documento señala que los tiempos de espera y la calidad de la atención son razones para que los usuarios prefieran estos consultorios aunque tengan seguridad social o deban pagar por sus medicinas.
El estudio “Aumento en la oferta de consultorios adyacentes a farmacias y atención en servicios públicos en México entre 2012 y 2018”, señala que el auge de los consultorios se dio a la par del aumento en la afiliación al Seguro Popular (SP), que operó entre 2003-2020. Además, también se advierte que el aumento se dio a la par de la restricción para la venta de antibióticos sin receta.
“La alta cobertura de afiliación al Seguro Popular no se tradujo por completo en utilización de servicios públicos. En 2018, 46% de los afiliados al SP que reportaron tener un problema de salud se atendieron en servicios privados”, advierte el estudio.
El reporte es claro: “Los consultorios adyacentes a farmacias difícilmente podrían sustituir por completo a los servicios públicos porque no tienen capacidad para atender pacientes que requieren cirugías o procedimientos, ni diagnósticos de padecimientos complejos y de alto costo; tampoco tienen autorización para atender partos. Sin embargo, su aumento entre 2012 y 2018 fue tal que se convirtieron en medio sistema de salud, medido por la cobertura por 100 mil habitantes y comparado con la densidad de clínicas de la Secretaría de Salud”.
El pasado martes 16 de agosto, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, señaló que este tipo de consultorios eran un “engaño”.
En realidad es un gran engaño. Los consultorios adyacentes a las farmacias no resuelven problemas de salud de mayor importancia, pero alguien que tiene diabetes, hipertensión o una enfermedad pulmonar o una enfermedad cardiaca crónica, como una gran cantidad de la población mexicana, estos consultorios no le van a resolver o incluso podrían poner en peligro su salud y su vida.
Durante la conferencia matutina de Palacio Nacional, López-Gatell también señaló que son precarias las condiciones laborales de los médicos de estos consultorios e hizo alusión a este reporte del INSP.
El reporte del Instituto también señala que el aumento en la atención en servicios privados supone al menos dos potenciales problemas para el bienestar de la población, en particular de la más pobre: la calidad de sus servicios y el gasto de bolsillo. Pero también plantea conflictos de interés por parte de médicos, farmacias y laboratorios.
“Cabe señalar que estos tipos de consultorios no están regulados. No es claro en qué medida se adhieren a las guías de prácticas clínicas emitidas y aprobadas por la Secretaría de Salud. Aún más, como estos consultorios son dependientes de farmacias, los médicos que atienden podrían tener incentivos por prescribir medicamentos que no sean necesarios para beneficiar a las farmacias que los emplean. Estudios previos han mostrado que los médicos en CAF tienen menos experiencia y ganan menos que proveedores públicos, y los médicos en consultorios adyacentes a farmacias usan criterios subjetivos para variar la calidad de sus prescripciones”, dice el texto.
Los autores plantean una correlación entre consultorios de farmacias y presencia de clínicas: en municipios o comunidades con mayor presencia de consultorios de farmacia, hay una reducción en la demanda de servicios públicos, y viceversa.
“Entre 2011 y 2018, la afiliación al Seguro Popular se mantuvo alrededor de 40 mil por 100 mil habitantes. En el mismo periodo tampoco aumentaron las unidades de medicina general de la SS ni la cantidad de médicos y pasantes. En contraste, la oferta de CAF creció sostenidamente hasta llegar, en 2018, a prácticamente la mitad de la cobertura de las unidades de la Secretaría de Salud”, se lee en el reporte.
“(Hay) una reducción en la atención en servicios públicos en municipios con alta densidad de consultorios adyacentes a farmacias. No están regulados y no se ha documentado que sus servicios garanticen la calidad y la efectividad que requiere la población en el primer nivel de atención. Además, el uso de estos consultorios se ha asociado a aumentos en el gasto de bolsillo. Dada la aparente preferencia de la población por usar los servicios ofrecidos por estos consultorios y los potenciales riesgos que ello supone, es importante considerar estrategias de regulación y cooperación con este sistema paralelo de atención“, se advierte.
Los autores del reporte incluso plantean un cuestionamiento: “Una importante pregunta que queda fuera del alcance de este trabajo es por qué las personas deciden buscar atención en consultorios adyacentes a farmacias aun cuando tienen derecho a hacerlo en servicios públicos. Sin embargo se ha documentado previamente que los tiempos de espera y la percepción de baja calidad de la atención en clínicas públicas están asociados con esta decisión”.
El INSP publicó en 2014 otro estudio, titulado “Efectos de la expansión de consultorios médicos adyacentes a farmacias privadas en México: análisis de datos secundarios de una encuesta nacional”, al que califica del “elefante en la habitación”.
“Su funcionamiento y regulación han sido desatendidas por las políticas de salud. Fue muy recientemente (finales de 2013) que la COFEPRIS (Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios) emitió las ‘Guías de buenas prácticas’ para farmacias con consultorio médico. Estas guías recopilan una lista de las regulaciones vigentes para las farmacias, por un lado, y para los servicios de salud ambulatorios, por el otro, pero no abordan los temas centrales de prevención de conflictos de interés o evaluación de la calidad de la atención”, señala ese reporte.
Entre los hallazgos del estudio se encontraron que 65% de los usuarios de consultorios adyacentes a farmacias contaba con afiliación a alguna institución pública de salud, mientras que 35% reportó no contar cobertura de salud alguna.
“Las principales razones para utilizar estos consultorios fueron que estos servicios no eran costosos, estaban convenientemente localizados, e implicaban un tiempo de espera corto. La probabilidad de recibir recetas de tres o más medicamentos fue mayor que entre los usuarios de otros servicios públicos y prestados; esto podría indicar un problema de sobre-prescripción de medicamentos, derivado de la vinculación entre las prácticas de prescripción y de venta de los mismos. La probabilidad de gastar en medicamentos también fue mayor entre los usuarios de estos consultorios en comparación con otros servicios de salud”, advierte.
Con información de Aristegui Noticias