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Opinión

Ver para pensar: Nostalgia de nuestra modernidad

Federico Anaya Gallardo

Pregunta.- ¿Qué une las siguientes producciones cinemáticas? Tintín (Spielberg, 2011), Moonrise Kingdom (Anderson, 2012) y los programas de TV A Series of Unfortunate Events (Sonnenfeld & Handler, 2017-2019) y The Mysterious Benedict Society (Hay & Manfredi, 2021-2022)? Respuesta.- La nostalgia de la modernidad que los Occidentales nos imaginamos durante el siglo XX.

Salvo Moonrise Kingdom, que se tradujo en Nuestra América como Un reino bajo la luna, todas se inspiran en publicaciones previas. La más antigua de ellas es Tintín, personaje de cómic creado hacia 1929 por Georges Remi alias Hergé (1907-1983) para un periódico católico belga llamado Le Vingtième Siècle (El Siglo XX). El personaje era reportero de la sección juvenil del diario (Le Petit Vingtième) y viajaba por el mundo cazando noticias y haciendo el bien. Su primer gran aventura fue diseñada no sólo por el entonces muy joven Hergé (22 años) sino por el director del periódico, un sacerdote católico Norbert Wallez (1882-1952) que dirigía parte de una amplia campaña anti-comunista. Por eso  es que Tintín fue mandado a  reportear lo que ocurría en el primer Estado de Obreros y Campesinos. Sus aventuras se publicaron por entregas bajo el título general de Tintín en el País de los Soviets. Sobre los huérfanos que dejó en la URSS las guerras mundial y civil, el muchacho reportaba cómo se repartían pan sólo a quienes se declarasen comunistas. De los proyectos educativos de Makarenko y de Gorki… nada.

Durante los siguientes veinte años, el reportero adolescente belga viviría aventuras alrededor del mundo. En una de ellas, publicada por la prensa colaboracionista entre 1941 y 1942, lo vemos participando en una expedición científica pan-europea a una “Isla Misteriosa”. En esa ocasión, sus enemigos serían científicos estadounidenses patrocinados por un rico financiero de gran nariz curva. El antisemitismo aún es perceptible en las ediciones de la segunda posguerra –en las que Hergé procuró lavar su apoyo a los nazi-fascistas.

Tintín es una representación optimista de la juventud Occidental en el momento en que Europa dominaba el mundo, pero también en el instante en que nuestros masters of the universe se destrozaban salvajemente. Luego de la guerra y sus holocaustos, Tintín acompañó los viajes a la luna, las guerrillas latinoamericanas (otra vez retratándolas con ojos prejuiciados) y hasta el contacto con extraterrestres.

Pese a la fantasía de la narración, el trazo realista de los dibujos de Hergé imitaba cosas que existían efectivamente. (Acaso en ello reside su perenne atractivo.) Tintín es el resultado perfecto de la educación ilustrada en la era industrial. Es un muchacho que consulta venerables libros en bibliotecas, que utiliza radios de onda corta, que pilotea aeroplanos, y que –¡aparte!– sabe sobrevivir a la intemperie. ¿Te conté, lectora, que Hergé y su creación eran scouts?

Toda ficción imita la realidad. En 1928, otro scout, el reportero adolescente danés Palle Huld (1912-2010) había dado la vuelta al mundo reporteando para el Politiken de Copenhague. Pasó por Moscú. (Anexo la foto.) Nueve décadas más tarde, Steven Spielberg (n.1946) reinventó este realismo de tira cómica en su película con la técnica de motion capture de modo que sus actores se convirtieron, textualmente, en los personajes de la animación recreada por la computadora. Pero, tanto en los comics originales como en la película animada, el realismo de la representación era engañoso.

La modernidad en Tintín es limpia y ordenada. La sociedad está organizada y todo mundo sabe el lugar que en ella ocupa. Esto, que hoy nos parece pintoresco (quaint, se dice en Inglés) ocultaba la suciedad y des0rden creados por la explotación del hombre por el hombre. El mundo de 1930 no era un lugar bello. La Gran Depresión destruyó la vida y expectativas de millones de familias trabajadoras en Occidente, mientras sus imperios coloniales seguían devastando África y Asia. Latinoamérica se debatía entre revoluciones y dictaduras. El racismo organizaba la Humanidad. Por eso es que la segunda gran aventura del personaje de Hergé, Tintín en el Congo, recientemente ha sido sacada de circulación.

Pese a su caricaturización de los pueblos originarios del tercer mundo y su anti-comunismo mentiroso y ramplón, la pervivencia del “fenómeno Tintín” demuestra lo atractivo de su imaginería. La película de Spielberg no sólo es un homenaje a Hergé, sino la reactivación de esa imagen del mundo. Atención, lectora: estamos ante una película que debes ver con cuidado y atención. Disfrutar la imagen sin comprar la visión del mundo. Está disponible, pago por evento, en Amazon Prime.

En 2012, los creadores de Moonrise Kingdom, Wes Anderson (n.1969) y Roman Coppola (n.1965) explicaron con cierto detalle su guión. La historia cuenta un amor pre-adolescente en una boscosa isla de Nueva Inglaterra. La pareja causa escándalo entre los adultos al estilo de los chicos de Melody (Hussein, 1971), peli inglesa que reseñé en este espacio el año pasado. (Liga 1.) Ambos guionistas dijeron que trataban de representar sus experiencias y ansiedades personales. El problema es que la acción se ubica en 1965, antes de que ambos nacieran. Sus trayectorias personales no anuncian lo que veremos en el filme. Anderson nació y creció en Texas, mientras que Coppola nació en París y estudió en Nueva York.

Cuando estaban por presentar su filme en Cannes, Anderson explicó al The Hollywood Reporter que escogió 1965 inspirado en “lo Americano al estilo de Norman Rockwell” (1894-1978). Este fue el ilustrador de medio siglo de portadas en el The Saturday Evening Post (Filadefia, 1897-1971). Para Anderson, 1965 marca el final de los EUA de Rockwell. (Liga 2.) En otras palabras, quien vivió su adolescencia en el Houston ochentero desea mostrarnos una Patria perdida que él no conoció pero que sí añora. Moonrise Kingdom es un entretenido ícono rockwelliano pre-Vietnam y pre-Derechos Civiles. Está llena de caracteres inteligentes y es visualmente atrayente… Se trata de “la memoria de una fantasía” según dijo Anderson a Collider. (Liga 3.)

Pero, como todo lo que tiene que ver con los reinos gobernados por la luna –lo fantástico y fantasmal–, lectora, debes disfrutar este filme con ojo crítico. La puedes ver completa con subtítulos en Castellano, comprada ó alquilada, en la Liga 4 (YouTube).

Las dos series de TV que mencioné al inicio de esta kino-reseña están disponibles en streaming. A Series of Unfortunate Events en Netflix y The Mysterious Benedict Society en Disney+. Ambas se basan en series de novelas para jóvenes.

Debemos Unfortunate al californio Daniel Handler (n.1970) quien, bajo el seudónimo de Lemony Snicket, escribió entre 1999 y 2006 trece novelas contando las crueles aventuras de Los Tres Huérfanos Baudelaire –quienes son perseguidos por un desquiciado y desquiciante Conde Olaf. Este último carácter fue apropiadamente asignado a Jim Carrey en una película de 2004 y en la serie que te cuento es interpretado por Neil Patrick Harris (el Barney Stinson de Cómo conocí a tu madre). El mundo de los Baudelaire es completamente ficticio, pero el mobiliario urbano de las calles es sesentero, los lugares se adornan estilo entre-guerras y los caracteres visten una extraña mezcla de todas las modas Occidentales del siglo XX.

Esta serie merece su propia kino-reseña. Hoy sólo adelanto algo para las lectoras de mi generación: Es una especie de novela gótica que cuenta una pesadilla similar a la que vivían Terry Dexter, la Princesa Amanecer y Blip en la sicodélica Ahí viene Cascarrabias (Here comes The Grump) creada por DePatie-Freleng entre 1969 y 1971. Sólo que la angustia que genera Unfortunate es mucho más oscura.  

Por su parte, la serie de libros The Mysterious Benedict Society fue escrita por el arkansiano Trenton Lee Stewart (n.1970), quien estudió en su Estado natal y en Iowa. Hoy enseña en una venerable universidad de Ohio. Son cinco novelas publicadas entre 2007 y 2019. Los protagonistas son niñas y niños, genios y geniales. Los reúne un extrañísimo “profesor”, el Sr. Benedict; quien se enfrenta a su perverso hermano gemelo, el Sr. Curtain. Ambos genios y de recursos financieros inmensos, el mundo en que viven es una mezcla extraña de los 1930’s y los 1960’s. Vemos citroens 2CV (el carro del papá de la Mafada), Hillmans, Renaults y otros compactos recorrer las calles. Por los cielos vuelan dirigibles (que se amarran a los rascacielos, adonde están sus modernas estaciones) y por la mar navegan cruceros estilo Queen Mary.

Nota, querida lectora, cómo los cuatro ejemplos que he comentado el día de hoy fantasean con la misma obsesión: la sociedad industrial urbana creada en el Occidente Noratlántico a fines del siglo XIX y que tuvo su último gran esplendor luego de la masacre de la Segunda Guerra Mundial. Las cuatro imaginerías subrayan la agencia de la niñez y la juventud y critican la ceguera ambiciosa de los adultos. Una fórmula que debiese transmitir optimismo. De los cuatro casos, sólo Hergé-Spielberg son optimistas. En cambio, el creador de Moonrise Kingdom reconoce que creó el filme a partir de la nostalgia de algo que ya no existe –y en medio de la brillante exhibición de paisajes, caracteres, vestuarios y máquinas lo que impera es una profunda y oscura melancolía. Los mundos re-creados en Unfortunate y Mysterious no nos ocultan su fantasía y su imaginería convierte su set realista en escenas estrafalarias (grotescas entre Los Baudelaire, cómicas entre los Benedict). Aquí hay un quiebre generacional. Los antropólogos dicen que debemos creer a nuestros informantes. Mientras Spielberg es un Baby Boomer nacido en 1946, Anderson, Coppola, Stewarty Handler son casi perfectamente contemporáneos, nacidos entre 1965 y 1970. En el corazón de la Generación X no impera la esperanza, solo hay la melancolía.

Ligas usadas en este texto:

Liga 1:

Liga 2:

https://www.hollywoodreporter.com/movies/movie-news/wes-anderson-moonrise-kingdom-cannes-interview-324379/

Liga 3:

https://collider.com/wes-anderson-moonrise-kingdom-interview/

Liga 4:

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