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¿Qué pasaría si duermes desnudo bajo la luna llena?

Los mitos asociados a la fauna silvestre son varios en las diferentes culturas a través del tiempo. Una especie ha sido reiteradamente citada, lo que ocasionó que en el segundo tercio del siglo XX fuera extirpada de varios sitios a través de programas gubernamentales que estaban dirigidos a desaparecerla.

El humano desde que es humano y muy posiblemente desde antes, le ha tenido miedo a la noche, porque en la noche es cuando no tiene la capacidad de visión y cuando la mayoría de los depredadores tienen sus momentos de acecho. Antes de la existencia de la luz eléctrica, de principios del siglo XX, la luz que la humanidad utilizaba era la producida por una llama directa, de una hoguera, antorcha o vela, por lo que su capacidad de iluminación era de unos pocos metros. La incapacidad de iluminar a la distancia hacía que los predadores pudieran no ser vistos, por lo que suponía el riesgo de ser atacado era más alto. Debido a ello las casas y villas fueron el refugio colectivo a este peligro entre otros.

El cerebro humano ha permitido que las historias de los ancestros sean trasmitidas y a su vez que entren en nuestros usos y costumbres, dependiendo del pueblo al que se pertenezca. En todas las culturas, existen historias relacionadas con predadores que pueden atacar a los humanos. Durante gran parte de la historia de la humanidad los relatos fueron verbales, con modificaciones frecuentes según el momento y el relator. En el último trecho de la historia humana surge la palabra escrita que permite conservar el mensaje sin alteración del locutor y con ello la literatura. En gran parte de la cultura humana la literatura más influyente es la que proviene del hemisferio norte y muy fuertemente influenciada por Europa y Asia.

Las culturas de las regiones boreales del mundo tuvieron diferentes especies de predadores en el Pleistoceno y hasta antes de lo que se considera la época actual. En Europa como en parte de Eurasia, fueron comunes los leones (de ahí su referencia en los escudos de tantas casas nobles de la historia), leopardos y osos, pero de todos los predadores, existe uno que más que nada era audible en las noches, sus códigos de comunicación se escuchaban a larga distancia y por lo general, eran muy discretos por lo que no se lograban ver incluso cuando vagaban dentro de los caseríos, en los que se concentraban las poblaciones mientras asechaban alguna presa. Muchas veces, los lobos atacaban por la noche las posesiones de los granjeros, sobre todo de los pastores y sin que ellos se percataran, lo que los ubicaba como almas del demonio.

El animal al que nos referimos originalmente se tiene registrado desde Oaxaca, México hasta Canadá en América del Norte, en todo Europa y en prácticamente todo el centro-norte de Asia. La especie a la que nos referimos es al lobo gris (Canis lupus). Esta es una de las especies más mitificadas en la historia de la humanidad, prácticamente en todas las culturas y pueblos se pueden encontrar leyendas que hacen referencia a esta especie de cánido. La más reiterativa en los diferentes pueblos es la del licántropo, lobisón u hombre lobo. La primera historia conocida se atribuye a los fenicios, pero la primera escrita es de la mitología griega cuando el que fuera el rey de Arcadia, es convertido en Licaón, después de ofrecer una cena a Zeus en la que presumiblemente sirve carne de un hijo suyo. Zeus se molestó y como penitencia convirtió al rey y toda su descendencia en hombres lobo, continuando la maldición hasta nuestros días. Otra leyenda muy ampliamente difundida es que cuando un humano se acuesta a dormir desnudo bajo la luna llena se convierte en hombre lobo.

Es un hecho que el lobo tuvo una muy amplia distribución en el mundo, parte de la que se ha conservado todavía gracias a un esfuerzo combinado de varias instituciones y países. Los lobos son animales de presa que cazan en grupo y que tienen una jerarquía social muy bien definida, única conocida entre los mamíferos. La hembra y el macho dominantes (denominados alfa) son los líderes de la manada y prácticamente la manada está a su servicio y al de sus crías. En una manada son los que se reproducen y los miembros de la manda se coordinan para el éxito de las crías y de la manada en sí. Dependiendo del grupo y la región, en algunas manadas los dos miembros de más baja jerarquía se quedan al cuidado de las crías cuando la manada emprende las cacerías en grupo liderados por los miembros alfa. Las jerarquías de los lobos son la base de su socialización e incluso se ha considerado que el aullido es diferencial dependiendo del rango del individuo dentro de la manada, por eso “el que entre lobos anda, a aullar aprende”. Los lobos pueden cazar en grupo, parejas o solitarios, dependiendo de la época del año, edad de los individuos y densidad poblacional. Cuando los ejemplares alcanzan la edad adulta, reproductivamente activos, es el tiempo en el cual deben abandonar la manada, para buscar pareja, establecerse en nuevos territorios e iniciar su propia manada.

Los lobos como la mayoría de los predadores se alimentan de herbívoros, destacando por su tamaño los animales de pezuñas como son el caso de venados, ciervos, antílopes, renos, y estando disponibles ovejas, cabras, caballos y vacas. Estudios de los hábitos alimentarios revelan que la mayoría de sus presas son animales menores, incluso en algunas zonas árticas de América y Eurasia pueden alimentarse casi plenamente de ratones y en menor proporción de libres y conejos. Los lobos como la mayoría de los predadores son oportunistas y casi siempre buscarán las presas más fáciles de cazar como son los animales enfermos, jóvenes y viejos. Destacando de especial manera las especies domésticas por su propia vulnerabilidad producto de la domesticación. Cuando las presas son abatidas, el proceso de alimentación es jerárquico, los individuos dominantes, es decir los de mayor rango siempre comerán primero y obtendrán los alimentos más nutritivos. En el caso de las presas grandes son el hígado, corazón, pulmones, fetos y grasa asociada a los órganos internos, posteriormente la carne y por último los huesos. En algunos sitios se ha detectado que en ocasiones un grupo de lobos puede matar más presas de las que puede comer. Cuando estos fenómenos ocurren en especies domésticas o cuando una manada de lobos se “ceba” con un área específica de ganado, es cuando se convierten en un problema para la economía humana, pero este tipo de casos son mínimos y se ha demostrado que su valor ecológico es mucho más importante. Por desgracia lo precede una mala fama, crea pánico y hace que se tomen represalias de manera inmediata que terminan en la cacería de los animales.

El valor ecológico se asocia mucho con el efecto ganadero. Los lobos tienen una selección ecológica de las presas, esto quiere decir que, cazan en sitios en los que el ambiente les de ventajas sobre la presa, como son las zonas abiertas de los bosques. La presencia tiene entonces un efecto en las presas que evitan las zonas abiertas para pastorear por estar más expuestas y reducen sus incursiones en tiempo y distancia desde las zonas de refugio hacia los pastizales. Esta sencilla dinámica en el comportamiento de las presas tiene un gran efecto en la estructura de la vegetación donde existen los lobos. Se reduce el sobre pastoreo, disminuyendo la compactación del suelo por el peso de los animales, se reduce la erosión del suelo, sobre todo en las áreas próximas a las corrientes fluviales y también se reduce el aporte de sólidos. Esta combinación de acciones produce un cambio en la estructura vegetal de la zona e incrementa fuertemente la biodiversidad florística y faunística; una región con predadores es mucho más sana y equilibrada que aquellas que tienen su ausencia.

Los lobos han podido sobrevivir hasta nuestros días debido a que son una especie muy adaptable e inteligente, y han restringido su distribución a los sitios más inhóspitos del planeta. Posiblemente, es la especie más perseguida en la historia de la humanidad. Cabe destacar que varios países implementaron programas gubernamentales de control de “fauna perjudicial”. Campañas en las que desde una posición gubernamental se realizaron cacerías sistemáticas con la intención de eliminar a las especies objetivo, siendo el lobo una de las principales especies, México fue uno de los países en los que se desarrolló el programa.

Es muy probable que en la actualidad el 90% de la población de humanos de más de 7,000,000,000 de personas jamás hayan visto a un lobo físicamente, pero prácticamente todos ellos te dirán que es un animal muy malo y peligroso. Todo esto basado en el poco conocimiento del público en general por las especies y mucho basado en el de las historias ficticias que nos crean incomodidad al interior de nuestros hogares.

El mito del hombre lobo además de llenar nuestra imaginación también ha causado que una especie de alto valor ecológico sea indiscriminadamente perseguida, potencializando sus efectos nocivos, pero minimizando los positivos.

Con información de: La Crónica

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