Budweiser es la cerveza más consumida en Estados Unidos. Prácticamente en la mitad del país se compra esa bebida impulsada por su marca Bud Light. Sin embargo, algo pasó hace unos días que cambió su historia.
Con el objetivo de buscar más consumidores y expandirse a otros sectores, Bud Light hizo una colaboración en Instagram con la influencer transgénero Dylan Mulvaney colocando su rostro en una lata. Nunca se imaginó que eso llevaría a la mayor caída de capitalización de una empresa en la historia estadounidense.
La publicación dada a conocer el 1 de abril generó mensajes de odio contra la marca, Mulvaney y contra todo aquello que implique la diversidad, ya que desencadenó una tormenta de reacciones en contra de la comunidad trans y con llamados a un boicot contra la cervecera.
En redes sociales se podía observar a consumidores comprando el clásico “six” y tirándolo a la basura del centro comercial o vaciando las latas al excusado.
Se podría pensar que un error de esa magnitud se dio un anuncio súper caro durante el Super Bowl o en las finales de la NBA, sin embargo, se presentó en una lata de cerveza conmemorativa que se posteo en Instagram y que se envió a Mulvaney como regalo para reconocer su proceso como persona transexual.
La plataforma BeerBoard reveló que, del 2 al 15 de abril, 3,000 locales revisados sirvieron 6% menos cervezas Bud Light que otras marcas. Sus ventas cayeron un 17% en una semana y las acciones de Anheuser-Busch, propietaria de la marca, cayeron un 3% en el último mes.
El director ejecutivo de Anheuser-Busch, Brendan Whitworth, declaró que “nunca hemos pretendido formar parte de un debate que divide a la gente. Estamos en el negocio de unir a la gente con una cerveza (…) la empresa tiene una orgullosa historia de apoyo a nuestras comunidades, militares, primeros intervinientes, aficionados al deporte y estadounidenses trabajadores de todo el mundo y seguirá trabajando incansablemente para llevar grandes cervezas a los consumidores de toda nuestra nación”.
Sus palabras fueron acompañadas de un nuevo comercial donde intentaron regresar a sus orígenes del típico vaquero, lo que consiguió enfadar aún más a sus consumidores.
En este cúmulo de errores, es probable que Budweiser no haya hecho un estudio de mercado (algo que sería muy extraño) o simplemente no conocen o no dimensionaron a su público consumidor, claramente simpatizantes republicanos y de intereses más conservadores.
Las consecuencias no se hicieron esperar y Anheuser-Busch hizo cambios en su equipo de marketing. Alissa Heinerscheid de Bud Light y Daniel Blake, de A-B, ambos vicepresidentes se fueron en medio de fuertes ataques de la prensa conservadora estadounidense.
De acuerdo con datos de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), hasta el 3 de abril se habían presentado más de 400 proyectos de ley contra la comunidad LGBTQ en varios estados, muchos de ellos grandes consumidores de esa cerveza.
Por su parte, Mulvaney, quien permaneció en silencio, publicó una respuesta en sus cuentas de Instagram y TikTok, donde dijo: “lo que me cuesta entender es la necesidad de deshumanizar y ser cruel. No creo que eso esté bien”.
Lo cierto es que esta historia es un ejemplo de cómo una empresa puede hacer una mala lectura cultural y de consumo.
El 31 de marzo, Anheuser Busch tenía una capitalización bursátil de 132,380 millones de dólares y para el 10 de abril, esa cifra cayó a 128,400 millones de dólares, perdiendo alrededor de 4,000 millones de dólares. Un mes después, las pérdidas ya se estiman en 7,700 millones de dólares.
Con información de: Aristegui Noticias